Adiós a Federer, un genio sin parangón

Roger Federer se despide esta noche del tenis en el encuentro de dobles que disputa junto a Rafael Nadal en el O2 de Londres, con los estadounidenses Jack Sock y Frances Tiafoe como rivales. El suizo, de 41 años, cierra su trayectoria después de 24 años como profesional y de lograr un larguísimo listado de distinciones, aunque su legado va mucho más allá de cifras y récords. Por encima de todo, el suizo se marcha como un jugador de un estilo único, reconocible e inimitable. Su adiós, unido al protagonizado por Serena Williams recientemente, describe el final de una era.

Para el adiós, Federer ha elegido Londres, una ciudad capital en sus éxitos, y el marco de la Laver Cup, la competición que fundó hace cinco años de la mano de su agente y un par de socios. Este viernes ha dado el pistoletazo de salida al torneo el partido entre Casper Ruud y Jack Sock (6-4, 5-7 y 10-7 a favor del noruego), y después Stefanos Tsitsipas ha derrotado a Diego Schwartzman (6-2 y 6-1), por lo que el equipo europeo –campeón en las cuatro ediciones– vuelve a imponer su superioridad. No obstante, la intervención de Nadal y Federer concentra toda la atención y el resto queda reducido a mero aderezo.

El español (36 años) ha querido estar al lado de su amigo y gran rival en su despedida, anunciada oficialmente el pasado jueves. Entonces, Federer adelantó que la Laver Cup –Europa contra el resto del mundo, fraccionada en tres días– sería el último torneo que jugaría puesto que no ha conseguido reponerse del todo de una lesión en la rodilla derecha. El suizo ha pasado tres veces por el quirófano y no competía desde el 7 de julio del año pasado, cuando el polaco Hubert Hurkacz lo derrotó en los cuartos de final de Wimbledon. A partir de ahí, una dura estancia en la reserva y un intento en balde por volver a subirse al tren.

Federer cuelga la raqueta con 20 grandes y 103 títulos en sus vitrinas, expresadas en las 1.251 victorias que ha firmado, por solo 275 derrotas. Ha defendido el número uno durante 310 semanas, 237 de ellas de forma consecutiva. En cualquier caso, más allá de los reconocimientos y los premios deja una huella descomunal, incluido ya entre los elegidos del tenis y también de la historia del deporte. Independientemente de los resultados, su impacto es superior, bandera de un registro sin comparación. Se va él, se va un genio. Se termina una forma de jugar y competir, al alcance solo de un talento superlativo.

A la hora del adiós, el aficionado de Londres se ha volcado. En la jornada del jueves se formaron largas hileras para presenciar el entrenamiento junto al resto de los integrantes del equipo europeo, y la escena se ha multiplicado este viernes, 23 de septiembre, fecha del epílogo. Gradas abarrotadas y remolinos en las galerías circulares del O2, escenario de una reunión sin precedentes: por primera vez, él, Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray, el gran cuarteto moderno de la raqueta, desfilarán juntos en la pista. No había ocurrido hasta hoy, pero la excepción bien lo merece: se despide un artista sin parangón.

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