Alcaraz, finalista en Queen’s, ya deslumbra en la hierba

Dice Carlos Alcaraz abiertamente que ya se ve, que disfruta, que va descifrando los códigos y que el día de mañana puede llegar a ser un gran jugador sobre hierba. Se imagina, añade en su discurso ambicioso, levantando algún que otro trofeo de Wimbledon y emulando a los grandes bailarines de la raqueta, aquellos que flotan y fluyen sobre el césped, territorio especial donde los haya. Todo está por ver, pero de momento los hechos le acompañan. A sus 20 años, en su tercera participación sobre un torneo verde, el español empieza a elevar el vuelo y su aseveración encuentra respaldo en el juego y los resultados. Victoria frente a Sebastian Korda (6-3 y 6-4, en 1h 21m) y primera final. Ocurre en Queen’s, donde ya solo puede privarle del título el australiano Alex de Miñaur (6-3 y 7-6(2) a Holger Rune).

A las puertas de Wimbledon, una prometedora expresión de superioridad. De menos a más, sorteando las curvas del estreno ante Rinderknech e imponiendo después su velocidad de crucero frente a Lehecka, Dimitrov y Korda de manera sucesiva, el murciano consolida una adaptación exprés. No redonda, pero casi. Falta el lazo. Puede rematar este domingo (14.30, Movistar Deportes) en su sexta final de una temporada que ya incluye cuatro trofeos. Domina Novak Djokovic indiscutiblemente en los grandes escenarios, pero en términos de regularidad no hay hoy día opción más fiable que la del español. Cuatro partidos le han bastado para interiorizar los mecanismos que a tantos otros les cuesta años, y a la vez para apuntar a otro título que le devolvería el número uno mundial, en manos del serbio.

“Estoy jugando muy bien. Estoy mejorando, sintiéndome mejor en cada partido”, transmite el joven de El Palmar. “Es como si llevase jugando diez años en esta superficie, una locura. Me he impresionado incluso a mí mismo por cómo he adaptado mi juego y mis movimientos tan rápido”, agrega, reconociendo que la posibilidad de recuperar el trono supone una “motivación extra” y que convertirse en el primer cabeza de serie en Wimbledon (a partir del 3 de julio) sería “un sueño”. Va a por ello Alcaraz, y lo hace cargado de argumentos. Le sobran herramientas y recursos, y aquello que se sospechaba va haciéndose realidad. Su tenis de rompe y rasga encaja como anillo al dedo con el vértigo que impone la hierba. Prudente a su llegada, se eleva ahora sin ningún complejo y lo verbaliza.

“Creo que tengo un buen estilo, me gustar ser agresivo e ir a la red. Creo que al menos algún Wimbledon tendré”, deslizaba antes del cruce con el estiloso y espigado Korda, otro de esos jugadores llamados teóricamente a discutirle el futuro; ahora mismo incapaz de hacerle sombra. Mermado por las lesiones, el estadounidense (22 años y 32º de la ATP) enseña el colmillo durante el primer parcial, partiendo incluso con un break de ventaja, pero en cuanto sufre un par de zarandeos se desanima y hace la goma como puede. El siguiente demarraje del murciano es letal. Decantado el duelo, enfoca Alcaraz hacia su quinto premio del año y el undécimo de una carrera que apenas ha empezado a coger forma.

“Su tiro es muy plano, se mueve bien y es muy peligroso”, advierte sobre De Miñaur, al que se ha enfrentado únicamente una vez, el curso pasado en Barcelona, y contra el que sufrió sobremanera. “Pero yo me centro en mí”, incide sacando pecho. “En mi juego, en lo que tengo que hacer yo. Mañana [por este domingo] quiero disfrutar y ya veremos qué ocurre”, cierra el flamante finalista, alumno más que aventajado. En cuestiones de aprendizaje, se subraya como el más listo de la clase.

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