Alcaraz tira de inercia en un día de sol, pero sin brillos

El sol, ese que tanto se ha hecho de rogar, luce por fin con fuerza en Londres, como si alguien le hubiera advertido de que ya es verano y de que, aunque sea a pequeñas dosis, es necesario a estas alturas del año para levantar el ánimo de los pálidos ingleses. Así, ellos y Wimbledon lucen el doble. El aficionado disfruta de las fresas y los Pimm’s en la colina de Aorangi Park, bucólica estampa, y en la central todo está a punto para recibir al número uno actual. Hacía un año que Carlos Alcaraz no desfilaba por el tupido tapete de la Catedral y el murciano, tipo agradecido, ya en la tercera ronda tras apear al francés Alexander Müller por 6-4, 7-6(2) y 6-3, también goza de los rayos y de la espléndida jornada que, por fin, brinda la meteorología.

Atrás quedan los trastornos de los días previos, las esperas a cubierto y la incertidumbre. El torneo, a pleno rendimiento. Salta al verde Alcaraz –citado este sábado con Nicolás Jarry o Jason Kubler– y enfrente se encuentra con un rival respondón, que no plantea encrucijadas pero sí un duelo trabajado, de aquellos que exigen masticar bien cada bocado y rumiarlo, no perder en ningún momento el tono porque de ocurrir puede verse de repente metido en un lío. Y no, no interesa. Claro que no. Wimbledon y la primera semana: no son pocas las víctimas, los petardazos. Prohibido bajar la guardia. Hasta al mismísimo Nadal se le puede preguntarle por ello. Así que él se aplica, no le pisa a fondo pero tampoco se descuida. Buen hacer, oficio, inercia. Suficiente.

No posee Müller grandes golpes, pero tampoco cede y va manteniendo el tipo hasta que un despiste le cuesta el break de la primera manga. Del mismo modo, el francés (de 26 años y 84º del mundo) no desiste en el segundo parcial, pero Alcaraz ejerce ya como un veterano y no abre una sola vez la puerta. No ofrece una sola rendija. Cada vez que el adversario amenaza, ahí se levanta el español para darle el castañazo. Una vez, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra. Son seis (de seis) los puntos de quiebre que anula, por los 14 que se procura él, de los que valida dos. La doble dentellada le basta para seguir progresando y cerrar de manera aseada el duelo que precede al inmediato de la tercera ronda. Sin alardes, pero con jerarquía, que por algo es hoy el 1.

En 2h 33m, Alcaraz cumple con la primera mitad del plan. Selecciona, no hace falta más. Parte del aprendizaje. Lo hace reservándose, con esa suficiencia de los grandes jugadores, generalmente adoptada cuando ya hay un recorrido considerable a las espaldas. No es su caso. 20 años tiene, pero se desenvuelve con el instinto de aquellos que están varios por delante, en otra esfera. Pese a que la hoja estadística refleja 41 errores no forzados, borrón en ese apartado, su control de la situación prevalece.

“Estoy muy contento de haber ganado aquí, después de haber perdido el año pasado”, valora acordándose de la derrota frente a Jannik Sinner en los octavos de la pasada edición. “Estoy jugando muy bien en hierba, a un gran nivel, disfrutándolo”, añade de carrerilla, de la misma forma que compite actualmente. Vence casi por decreto. Enlaza ya siete victorias sobre la superficie este año –cinco triunfos le condujeron hacia el título de Queen’s– y celebra esta última con moderación, consciente de que mañana mismo volverá a entrar en acción para seguir avanzando. Así es este Alcaraz del ahora, cada día que pasa más tenista, más hecho, mejor competidor. Porque, incluso en intervenciones neutras como esta, también hay que saber ganar.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Enlace de origen : Alcaraz tira de inercia en un día de sol, pero sin brillos