Alcaraz, un rayo hacia los octavos

No es día para virguerías porque el viento frío de Londres sopla con fuerza. Aun así, el aficionado de la Court 1 se frota las manos y saliva porque cada vez que Carlos Alcaraz arranca, esprinta, hace el apoyo y carga la derecha o el revés para golpear la bola (castigarla en su caso), se produce un instante muy placentero en la franja que transcurre entre el inicio de la maniobra del murciano y el momento en el que la pelota comienza a salir escupida de su cordaje: ¿Qué hará esta vez? ¿Adónde irá? ¿Qué inventará el chico, que a sus 19 años ya puede presumir de haber alcanzado los octavos en las tres superficies (hierba, tierra, cemento) antes que los mismísimos Nadal, Federer, Djokovic y también el prestigioso Andy Murray?

Ante esa tesitura, Oscar Otte, un alemán que en principio venía fuerte por eso de haber alcanzado las semifinales de Stuttgart y Halle en la fase preparatoria, no las ve venir. Cada vez que el español encuentra una posición medianamente franca, le entra un tembleque. No sabe hacia dónde salir, si arrancar a por la dejada o no, o si desplazarse hacia un costado a otro. El tenis imprevisible de su rival le deja clavado varias veces y lo que asomaba como un cruce teóricamente comprometido, o al menos delicado, queda reducido a otra tarde de rodaje, espectáculo y evolución: 6-3, 6-1 y 6-2, en 1h 38m. Sube el nivel Alcaraz. Poco a poco empieza a cogerle el tranquillo a esto del verde y a disfrutar, y a entender que sobre el pasto la buena mecánica de movimientos vale tanto o más que el trallazo.

Después de salvar un duro estreno contra Jan-Lennard Struff y de dar el miércoles un salto adelante frente a Tallon Griekspoor, el murciano sigue afianzando el estirón y cogiéndole el punto a los requisitos de una superficie que exige un lenguaje completamente diferente. De entrada firma un break en blanco y a partir de ahí vuela. Otte duda una y otra vez, y sufre. El español lo cose a dejadas y si no, lo desborda por uno u otro pasillo. Los registros hablan claro todo: solo comete ocho errores, dibuja 37 golpes ganadores y únicamente cede cinco puntos (35/40) con el primer servicio; esculpe la victoria con seis roturas y al alemán, 36º del mundo, no le han quedado ni las migas.

“Es muy divertido verte”, le dice la entrevistadora a pie de pista. “Wimbledon te da una energía especial. Estoy intentando mejorar cada día y creo que en la cuarta ronda será otro jugador”, adelanta él, campeón esta temporada en Río, Miami, Barcelona y Madrid. Le recuerda la mujer que es el más joven en desembarcar en dicha escala desde que lo hiciera el australiano Bernard Tomic en 2011, con 18 años, y el español, noblote, sonríe y enseña dentadura antes de enfilar el vestuario y empezar a pensar ya en el duelo de mañana contra Yannik Sinner, otro joven valor (20 años, 13 del mundo) que participará en el baile de los éxitos a corto plazo; eso sí, ahora intentando recuperar el rumbo después de unos meses complicados.

“Somos amigos fuera de la pista. Es muy agresivo y todos sabemos el nivel que tiene”, remarca Alcaraz (19 años y 1 mes), que vuelve a dejar otra muesca de precocidad y adelanta en la toma de los octavos multisuperficie a Nadal (20 años), Federer (20), Murray (22) y, por un pelo, también a Djokovic (19 y 7 meses). “Creo que vamos a tener una gran rivalidad aquí. Este es el mejor partido que he jugado en hierba. Va a ser divertido y complicado. Quiero disfrutar y espero que vosotros [se dirige a los aficionados] también lo hagáis”, se despide mientras la grada inglesa vuelve a dedicarle otra gran ovación.

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