Benedicto XVI pide perdón a las víctimas de abusos sexuales y expresa su “profunda vergüenza y dolor”

Joseph Ratzinger saluda desde un balcón del Vaticano a los fieles congregados en la plaza de San Pedro nada más ser elegido nuevo Papa.
Joseph Ratzinger saluda desde un balcón del Vaticano a los fieles congregados en la plaza de San Pedro nada más ser elegido nuevo Papa.AP

Benedicto XVI se defiende de las acusaciones de que tuvo conocimiento de casos de pederastia en la Iglesia y los encubrió cuando era arzobispo de Múnich. En una carta publicada este martes, el papa emérito asegura que nunca supo que había sospechas sobre un sacerdote que fue alojado en la archidiócesis y que el cambio de su declaración ante los investigadores de los abusos cometidos en Múnich se debió a un “error no intencionado”. Joseph Ratzinger, de 94 años, pide perdón en el escrito a las víctimas de las agresiones ocurridas bajo su mandato: “No puedo más que expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi profundo dolor y mi sincera petición de perdón”.

A finales de enero Benedicto XVI reconoció a través de su secretario, el arzobispo Georg Gänswein, que no había dicho la verdad en la declaración que envió al despacho de abogados que investiga los abusos en el arzobispado de Múnich. El papa emérito envió un escrito de 82 páginas en el que negaba haber estado presente en una reunión en enero de 1980 en la que se habló del traslado de un sacerdote acusado de abusos. Cuando los abogados publicaron su informe, un demoledor documento que desvela al menos 497 casos de abusos en la archidiócesis bávara, acusaron a Ratzinger de haber ocultado la verdad. Encontraron pruebas de que sí estuvo en aquella reunión e incluso de que intervino. Ahora Benedicto XVI ofrece una explicación más detallada de cómo se produjo el “error”, pero insiste en que desconocía que el sacerdote hubiera cometido abusos.

Ratzinger ha publicado una carta en varios idiomas en la que lamenta haber sido tildado de “mentiroso” y achaca el error al “arduo trabajo” que supuso para su equipo dar respuesta a las preguntas del despacho de abogados. “Me resultó profundamente doloroso que este descuido se utilizara para poner en duda mi veracidad e incluso para etiquetarme de mentiroso”, asegura. Añade que también ha recibido muchas expresiones de confianza, como la del actual pontífice: “Estoy particularmente agradecido por la confianza, el apoyo y la oración que el papa Francisco personalmente me expresó”, asegura.

El equipo del papa emérito ha hecho públicos dos documentos: la carta personal de Ratzinger y un informe firmado por los expertos que redactaron la respuesta de 82 páginas. En su carta, Benedicto XVI se centra en la petición de perdón a las víctimas: “He tenido grandes responsabilidades en la Iglesia Católica. Tanto mayor es mi dolor por los abusos y los errores ocurridos en distintos lugares durante el tiempo de mi mandato. Cada caso de abuso sexual es espantoso e irreparable. Mi profunda compasión se dirige a las víctimas de abuso sexual y lamento todos y cada uno de los casos”.

Joseph Ratzinger fue arzobispo entre 1977 y 1982, antes de convertirse en prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio) en el Vaticano. En la respuesta que envió desde Roma negó cualquier responsabilidad en la ocultación de los casos, pero los investigadores le acusan de haber conocido abusos y no haber actuado. El caso que se trató en la controvertida reunión de 1980 es el del sacerdote Peter H., un clérigo procedente de Renania del Norte-Westfalia que abusó de niños en su diócesis de origen y más tarde fue enviado a la archidiócesis de Múnich, donde volvió a ejercer labores pastorales, a cometer agresiones y donde finalmente fue condenado penalmente.

En el segundo documento, titulado “Análisis de los hechos por los colaboradores de Benedicto XVI”, cuatro expertos en derecho canónico explican punto por punto cómo se produjo el descuido que según su interpretación ha provocado las acusaciones contra Benedicto XVI. Uno de los colaboradores del papa emérito tuvo que analizar en un corto espacio de tiempo más de 8.000 páginas de documentación e incurrió en un “error de transcripción” por el que creyó que no participó en ese encuentro. Los expertos aseguran que sí estuvo, como demuestran las actas que se conservan, pero subrayan que en la reunión no se mencionó que el sacerdote estuviera acusado de abusos y tampoco se discutió si iba a desarrollar actividad pastoral. Según su relato, únicamente se habló de su alojamiento en Múnich porque era allí donde iba a someterse a terapia.

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