CaixaBank destinará 9.000 millones de euros a dividendos y recompras de acciones hasta 2024

CaixaBank invertirá este año hasta 1.800 millones de euros en la compra de acciones propias con la intención de amortizarlas, reducir el capital social del banco y ofrecer mayor liquidez a sus accionistas ante la baja cotización de las acciones, en una senda similar a la anunciada por sus competidores Santander y BBVA. Así lo ha comunicado este martes a la CNMV como uno de los puntos básicos del plan estratégico que regirá la dirección de la entidad en los próximos tres años. Entre esa reducción de capital, un reparto de dividendos en efectivo que superará el 50% y el sobrante del exceso de capital sobre el 12%, el banco dirigido por Gonzalo Gortázar cree que dispondrá de en torno a 9.000 millones de euros para distribuir hasta 2024 a sus accionistas.
Las nuevas guías para el futuro de la entidad llegan un año después de que se consumara la fusión con Bankia, cuando el proceso de integración está casi totalmente culminado (ha acabado con la salida de 6.452 trabajadores y el cierre de centenares de oficinas) y cuando todavía colea la incertidumbre económica por los últimos coletazos de la pandemia, los cuellos de botella en los suministros que han sacudido la economía mundial y, en última instancia, la invasión rusa de Ucrania.
Pero hay un gráfico en el plan dibujado por CaixaBank que explica su optimismo: el de los tipos de interés. Tras seis años operando con tipos de interés negativos, la gran cruz del periodo para el sector financiero, a partir de abril las expectativas han cambiado forzadas por el temor a una espiral inflacionista y los bancos centrales han decidido subirlos. Ya lo ha hecho la Reserva Federal estadounidense y a partir de julio se sumará el Banco Central Europeo. CaixaBank estima un promedio de entre el 1,5% y el 1,6% en el periodo 2023-24, frente al medio punto negativo que rigió en 2021.
El objetivo último de la nueva hoja de ruta no es tanto crecer en volúmenes de negocio, sino casi duplicar la rentabilidad sobre recursos propios (ROTE) y situarla por encima del 12%, un escenario que ya se contemplaba en el último plan estratégico en el caso de que los tipos hubieran subido antes. La intención es conseguir que los ingresos avancen a un ritmo del 7% el próximo trienio (en el caso de la filial BPI, del 9%), con especial atención en el negocio asegurador, que está previsto que aumente un 10%, y una evolución de las comisiones del 2%. El margen de intereses, teniendo en cuenta los nuevos tipos, podría aumentar un 8%. El ratio de eficiencia saltará, siempre según las previsiones presentadas a la CNMV, del 58% con el que se cerró 2021 a menos de un 48%. Y también se estima que la morosidad se sitúe por debajo del 3%.
El banco parte como el mayor jugador financiero en España, pero se plantea “fortalecer” ese liderazgo en el mercado comercial y elevar los ingresos, aumentando su penetración de productos y servicios, básicamente pólizas de seguros, pero también depósitos. La producción de hipotecas debería crecer un 50% en comparación con los últimos tres años y el crédito al consumo un 30%. La captación de ahorro de la clientela debería crecer para acercarse al 30% (29,6%) de la cuota de negocio, 70 puntos básicos.
Esa estrategia continuará girando alrededor de la red de oficinas urbanas store (supondrán el 22% a final de 2022) y las de Agrobank en zonas rurales, pero no se deja de lado ni la atención remota con gestor a través del canal inTouch (prevé pasar de 2,4 a 4,6 millones de clientes) y mucho menos la digital, la gran inversión de la banca tradicional para captar nueva clientela tanto comercial como de empresas.
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Según sus previsiones, solo el 18% de sus clientes pedirá únicamente el uso de oficinas. Por otra parte, se prevé incrementar en 400 personas (hasta 1.000) el número de empleados de CaixaBank Tech, el área tecnológica del banco y se aumentará hasta un 10% el número de empleados con rol de desarrollador.
Efecto social de los dividendos
CaixaBank sostiene que el reparto de dividendos tendrá un efecto plenamente social, al defender que los principales beneficiados de ese rendimiento será la Fundación La Caixa, que percibirá un 30% en línea con su participación en el banco a través de CriteriaCaixa, y el Estado, propietario de un 16% de las acciones del banco. Un 28% adicional son 646.000 pequeños accionistas.
El banco considera que el plan estratégico que inicia ahora no sería posible sin el aumento de los ingresos del negocio principal logrados con la fusión sin la reducción de costes. Tampoco sin las desinversiones llevadas a cabo en la cartera de participadas de CaixaBank que consumían excesivo capital de la entidad: Boursorama, BEA e Inbursa (traspasadas a CriteriaCaixa), Repsol y Erste.
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