Conan Ledesma: “Mis padres han llegado a no comer por darme a mí y a mis dos hermanos”

Jeremias Ledesma, esta temporada con el Cádiz.
Jeremias Ledesma, esta temporada con el Cádiz.AFP7 vía Europa Press (AFP7 vía Europa Press)

El portero del Cádiz Jeremías Conan Ledesma ha detenido esta temporada los 17 remates recibidos en los tres duelos contra el Real Madrid (0-0) y Barcelona (0-0 y 0-1). Él es el segundo meta con más intervenciones (112) de esta campaña, por detrás de Luis Maximiano (120), del Granada. De todo eso tendrá que echar mano este domingo contra los blancos (19.30, Movistar LaLiga) en un duelo decisivo en la lucha por la salvación, en el que no estarán por descanso Courtois, Benzema y Vinicius. Un objetivo que pasa en buena medida por los guantes de este argentino de 29 años que cumple su segundo curso en El Carranza tras un largo camino en Rosario Central, cerca de su Pergamino natal. Le pusieron Conan de segundo nombre por su abuelo, que había sufrido un grave accidente poco antes de nacer, y así le gusta que le llamen. “Mucho más que Jeremías”, matiza.

Pregunta. ¿A usted quién le hizo portero?

Respuesta. Nadie. A los cinco años empecé a jugar al fútbol, me puse debajo el arco, no tenía miedo a la pelota y hasta ahora. Obviamente, hubo un momento en que también quise ser delantero, cuando me hacían muchos goles, pero fue cosa de pequeños. Nunca dudé de que sería arquero.

P. ¿En qué tipo de entorno creció?

R. Argentina, socialmente, es complicada. Entonces, era más distinta. Pero a mí nunca me faltó un plato de comida, igual que a mis dos hermanos mayores. Sé que a mis padres sí, que ellos no han comido para que nosotros pudiéramos hacerlo. Eso lo sé, aunque ellos no me lo digan. Los dolores de panza o de cabeza eran mentira. Crecí en un entorno de mucho respeto y enseñanza, eso fue lo más rico.

P. ¿Cómo era su barrio?

R. Era de gente de familia, de abuelos. Yo era el único chiquito, revoltoso, el que jugaba al fútbol y le pegaba a las paredes de los vecinos. Era la atracción y el peligro del barrio.

P. A los 13 ya estaba en Rosario Central, el gran rival de Newell’s, donde nació Messi.

R. En Rosario se le adora, pero con matices. La pasión y el fervor en Rosario solo se entiende si se vive allí. Solo así se comprende cómo al mejor del mundo se le puede querer con matices.

P. Muy diferente a España.

R. El fútbol de Rosario pasa muchas veces de lo pasional a lo violento.

P. Los jugadores sudamericanos cada vez vienen antes a Europa. En su caso, lo hizo a los 27 años. ¿Por qué?

R. Debuté grande, a los 25. Hasta entonces, no había atajado todavía en Primera, en Rosario. Siempre tuve grandes arqueros por delante y la espera se hizo larga. No tuve la posibilidad de hacerlo antes. Tuve el pensamiento de irme para tener esa oportunidad y desde el club tampoco me dejaron, esa es la realidad. Hasta que llegó un técnico que me puso y ahí arrancó todo. Cuando entré, ya no salí. Y luego ya me vine para Cádiz.

P. ¿Es cierto que le hubiera gustado ser militar si no llega a ser portero?

R. Es verdad, sí, me encantan las fuerzas armadas. Como hobby, en Cádiz fui hace poco a hacer tiro al plato. Me fue bien, era la primera vez. En Argentina lo solía hacer más a menudo. Iba a tirar a dianas.

P. ¿Se llegó a plantear hacer la carrera militar?

R. No, desde los 13 años estaba encaminado al fútbol en un club profesional. Pero es algo que me hubiese encantado.

P. Argentina es fábrica de grandes porteros: Fillol, Gatti, Pumpido… ¿Alguno de ellos le ha servido de inspiración?

R. Allí todos conocen su historia, aunque lo mío es más actual. De chico, me fijaba en el Pato Abbondanzieri y Franco Constanzo. Esos eran mis referentes. Y luego otros más contemporáneos, como Pablo Carrizo.

P. ¿Cuánto se estudia a sí mismo?

R. Diría que soy obsesivo. Busco el detalle más mínimo y reconocer el error. Me veo con ojos muy críticos. Lo hablo mucho con el entrenador de arqueros y mis compañeros. A todos les pregunto qué vieron en el gol, qué podía haber hecho… No me importa la jerarquía ni el nivel, o si es el portero del filial. En cuanto llego a casa, me pongo el partido otra vez. Soy muy autocrítico, pero es importante serlo en el buen sentido. Hoy ya aprendí que es para mejorar. Porque de chico pasaba de la autocrítica al castigo.

P. ¿Qué le gustaría tener de Courtois?

R. La altura (risas). Por lo largo que es y lo bien que achica. Es un punto fuerte que le hace llegar a pelotas muy claves, como la que saca con el taco del botín [a Grealish, del City, justo antes de la remontada].

P. ¿Siente que le puede mirar a la cara?

R. Claro, claro. Me he enfrentado a él y he hecho muy buenos partidos contra el Real Madrid. Es un portero increíble, con un nivel tremendo, pero no me siento menos que nadie. Al contrario. Si me pregunta: ‘Conan, ¿cómo se sentiría entrenando a su lado?’ Me sentiría muy bien y haría todo lo posible por ganarle el puesto. Cuanto más difícil, más lindo.

P. ¿Qué les ha aportado Sergio González?

R. Cambió mucho la cara del equipo. No solo por los resultados, sino también por la posesión y el juego. Y esa es la clave de los puntos que estamos obteniendo.

P. ¿Cómo se siente más tranquilo: con una defensa bien poblada delante suya, o con el equipo más estirado pero con el riesgo de dejar huecos?

R. Antes éramos más defensivos. Yo prefiero tener la pelota y atacar más. De la otra forma, con una línea de seis delante, te llegan sin tanta claridad, pero por mi forma de ser me gusta ser protagonista y me siento más identificado con la idea de Sergio. Tener el balón, que no sean solo contras. Meterte atrás lo puedes hacer ante determinados rivales, como el día del Barça, pero no siempre.

P. Álvaro Cervera llevó al equipo de Segunda B a Primera. ¿Por qué se agotó su fórmula?

R. El año pasado, el Cádiz fue la sorpresa, no nos conocían y la fórmula funcionó. Pero en este ya era distinto. Los rivales sabían cómo jugarnos. El presidente tomó una decisión por el bien del club, y es en la que estamos ahora.

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