Cuando el BOE se fijó en Bizarrap

Se vienen curvas. Las grandes cuentas institucionales del universo digital suelen ser perfiles asépticos, pequeños entes manejados por humanos con apariencia de robots. Escriben sin adjetivos, apenas dos líneas, tres, cuatro, rara vez añaden fotos, y publican. Sin mucha cadencia. Un día dos mensajes; tres días ninguno; de pronto, cinco. No responden a nada ni a nadie. Estos perfiles tienen un no sé qué que triunfan, como Anabel Pantoja o Georgina en televisión: simplemente, hay que observar y ya son las ocho de la tarde. El Boletín Oficial del Estado ―de los Pantoja hasta el corazón del país, se dice pronto― cuenta con 167.400 seguidores.

El BOE es la cuenta institucional por excelencia, la voz del Estado, el Constantino Romero de las leyes. Tienen tuits bastante buenos: “Publicado BOE (extraordinario) núm. 307,23/12/2021. Sumario”. Y un enlace. “Nuevo código de legislación procesal de recursos y remedios extraordinarios. 168 páginas. 30 disposiciones en permanente actualización. Gratis en PDF. Disponible en web”. Recursos y remedios extraordinarios; ay si el PP leyera el BOE. Y qué tiempos aquellos, por cierto, cuando el BOE se imprimía en papel todos los días. Hasta que Zapatero ―quién si no― dijo que nanai en 2008, que todo para el universo digital tras más de 347 años de historia. En fin.

Qué historia. Resulta que la semana pasada, el humano que maneja el perfil de Twitter del BOE hizo algo extraordinario. Por partes. La cuenta del BOE tiene decenas de miles de seguidores, pero no sigue a nadie. ¿A quién va a seguir el BOE? ¿A Ángel Carromero? ¿A Rafa Nadal? Está la cosa como para que La Moncloa se ponga a seguir a la gente. Pero —bendito pero― el pasado miércoles al BOE le dio por seguir a alguien por primera vez en su historia a las 18.51 de la tarde. ¿A quién? A Bizarrap. ¿A quién? A Bizarrap.

Bizarrap es un conocido pinchadiscos y productor argentino de música que arrasa entre los jóvenes. Una pista que nos dice que el humano que maneja la voz de España en Twitter tiene que ser joven por narices. Bizarrap se llama Gonzalo Julián Conde. Tiene 23 años. De tez blanquecina, acude a los eventos con gafas de sol negras, gorra y pantalones bien caídos, siempre. Cómo sería ese momento en el que Bizarrap está caminando por su casa de Buenos Aires rapeando y, de pronto, recibe una notificación en el móvil, se lo saca del bolsillo y observa que es el Boletín Oficial del Estado de España. Esto es como si de pronto a Ayuso coge el móvil y llama a Teodoro García Egea. Lo importante, no nos desviemos, es que el BOE de España está en buenas manos, eso está claro, porque siempre lo ha estado. Que el BOE siguiera a Bizarrap provocó una catarsis con cientos de comentarios. “¿Qué?”. “Vivimos en una simulación”. “Esperando versión audiolibro del BOE con base de rap”. “Se acabó el estado de alarma, llega el estado de armarla”. “Ministerio del perreo”. “Una perra sorprendente curvilínea y BOElocuente”. España, vamos.

Hay que decir que aquello no fue un minuto. No, no. El BOE estuvo siguiendo a Bizarrap durante casi cuatro horas. Alguien, ojalá que Pedro Sánchez, llamaría a los funcionarios del BOE para decir que una cosa era ser serios y otra parecerlo. Así que el BOE dejó de seguir al muchacho argentino. Y el pueblo, al enterarse de que Bizarrap dejó de ser el primero y el único, se vino muy abajo. “Qué feo esto”. “Duele más tenerlo y haberlo perdido”. El BOE nuestro de cada día ya no sigue a nadie, salvo que hable con los espías del Ayuntamiento de Madrid a escondidas, que nunca se sabe.

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