El BCE decide mantener los tipos de interés y la retirada gradual de los estímulos pese a la elevada inflación

El Banco Central Europeo ha decidido mantener su hoja de ruta de ir relajando de forma gradual sus compras de deuda, pero mantener intactos los tipos de interés. A pesar de la presión de los mercados y la subida de la inflación, la institución que preside Christine Lagarde, quien comparece este jueves en rueda de prensa, ha reiterado en una nota de prensa que el BCE mantendrá el precio del dinero hasta que observe que la inflación a medio plazo se sitúa en el objetivo del 2%. “Ello también podría implicar un período transitorio en el que la inflación sea moderadamente superior”, sostiene el comunicado. El alza de precios en la zona euro fue del 5,1% en enero. Por el contrario, el Banco de Inglaterra, se ha decantado por subir los tipos de interés por segunda vez en menos de dos meses, hasta el 0,5%.
Hace ya meses que ningún consejo del BCE puede considerarse de transición. La persistencia de una elevada tasa de inflación lleva a los inversores a no levantar el foco de Fráncfort. Y estos creen que el banco central no podrá mantener sus planes de evitar una subida de tipos hasta al menos 2023. Según publicó FT, los mercados están dando por descontado que el BCE incrementará los tipos de interés, como mínimo, en dos ocasiones antes de que termine 2022, a pesar de que los miembros del Consejo Ejecutivo, incluyendo a la propia Lagarde, han repetido en todos los foros que mantienen intacta la hoja de ruta que aprobaron el pasado mes de diciembre. En una entrevista en France Inter, Lagarde dijo que tenía “todas las razones” para “no actuar tan rápidamente” como lo hará la Reserva Federal. Y finalmente ha decidido mantener el tipo de interés de las operaciones principales de financiación en el 0% y la facilidad de depósito en el -0,50%.
Los inversores, sin embargo, creen que el BCE acabará sucumbiendo para atajar la inflación, que espanta sobre todo a Berlín. El alza de precios volvió a marcar un nuevo récord desde que arrancó la serie histórica de la oficina estadística Eurostat, en 1997. Si bien la subida de los precios se moderó en Alemania (5,1%) o España (6,0%), subió en Bélgica (8,5%), Austria (7,6%) o los Países Bajos (7,6%). El BCE, no obstante, ve todavía un fuerte componente energético en ese incremento, que no aprecia que se haya generalizado al resto de los productos ni a los salarios, como en Estados Unidos.
La clave está en las perspectivas de inflación que trace el BCE. Por ahora, estas previsiones están a medio plazo por debajo del objetivo del 2% que se fija la institución que preside Lagarde. “Esa visión [del BCE] no está exenta de riesgo: la inflación actual ha sido producida por los cuellos de botella en la oferta, la escasez en la mano de obra a causa de la covid y los precios de la energía. Vemos señales de que esos problemas se están aliviando. La cuestión clave es: ¿puede la dinámica inflacionista en los bienes desplazarse hacia los servicios, sobre todo con la mano de obra ganando poder real en la fijación de precios?”, se pregunta Talib Sheikh, de la gestora de inversiones Jupiter.
Carsten Brzeski, jefe global de Macro de ING, cree que el BCE vuelve a estar frente a un juego de equilibrios: debe confirmar su dirección más dura sin que su discurso suene al de un halcón. Por ahora, Lagarde ha ido logrando mantenerse en pie en esa cuerda floja. El pasado mes de diciembre, el BCE decidió aflojar su política expansiva y poner punto final en marzo de 2022 al programa de compras (PEPP, por sus siglas en inglés) vinculado a la pandemia, dotado con 1,85 billones de euros. A partir de entonces, la institución que preside Lagarde prevé suplir parte de esa munición ampliando el programa tradicional de compra de activos (APP, por sus siglas en inglés). Pero, al menos en 2022, el BCE no prevé tocar los tipos de interés.
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