El expresidente Bolsonaro convierte en un mitin el juicio por liderar un intento de golpe contra Lula
Brasil ha asistido este martes al duelo más esperado de los últimos tiempos, retransmitido en directo por YouTube desde el Tribunal Supremo, en Brasilia. En el banquillo de los acusados, el expresidente Jair Messias Bolsonaro, un militar de 70 años nostálgico de la dictadura acusado de liderar un intento de golpe de Estado para seguir en el poder tras perder las elecciones en 2022. Se arriesga a una condena de más de 40 años de cárcel. Enfrente, dirigiendo el interrogatorio, el juez Alexandre de Moraes, de 56 años, el togado al que el antiguo mandatario acusan de persecución politica, tachado de dictador por el magnate Elon Musk, pero al que medio Brasil admira como el principal baluarte en defensa de la democracia.
A la primera pregunta del magistrado sobre la campaña sobre un supuesto fraude en las urnas, Bolsonaro respondido con un largo discurso en el que ha enumerado los logros de su mandato presidencial, emprendiendo las guerras de narrativas en las que le gusta moverse. Y ha recalcado que la desconfianza en el sistema de votación no es un asunto personal, sino compartida por otros, incluido alguno de los jueces que lo juzga, ha dicho.
“Las Fuerzas Armadas no se inmiscuyeron en política”, ha recalcado el expresidente, que ha negado haber presionado a ninguno de los ministros o jefes de las Fuerzas Armadas para hacer nada ilegal. “En ningún momento pensé en hacer nada contra la Constitución”, ha declarado Bolsonaro.
Bolsonaro ha llegado a la sede del Supremo, uno de los lugares invadidos violentamente por sus miles de seguidores en enero de 2023, con un ejemplar de la Ley Fundamental en mano. Siempre ha negado las acusaciones con el argumento de que siempre actuó “dentro de las cuatro líneas de la Constitución”.

La sentencia contra Bolsonaro se espera antes de fin de año, para no interferir con los comicios presidenciales de 2026. El escrito de la acusación sitúa al ultraderechista como principal cabecilla de un complot golpista para aferrarse al poder y no dar el relevo al vencedor, el actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, de 79 años.
El núcleo duro de la trama sopesó, según la denuncia de la Fiscalía, asesinar durante la transición a Lula, a su vicepresidente, Geraldo Alckmin, y al propio juez Moraes, además de manejar borradores de decretos golpistas para avalar una intervención militar ilegal en una estrategia que culminó en el asalto las sedes de los Tres Poderes el 8 de enero de 2023.
Otros presidentes del Brasil contemporáneo fueron juzgados antes que Bolsonaro pero fue por corrupción (las condenas contra el presidente Lula fueron archivadas por defectos de forma y él mismo protagonizó en 2017 una escena similar a la de hoy con el juez Sérgio Moro). Ninguno de los mandatarios brasileños juzgados llegó al banquillo por dirigir un plan de ruptura del orden constitucional. La Fiscalía sostiene que, si no cuajó, fue por el rechazo de los jefes del Ejército y la Fuerza Aérea a sumarse a la asonada.
Bolsonaro ejerce en la actualidad el jefe de la oposición al presidente, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, cuya victoria electoral nunca aceptó reconocer. El antiguo capitán del ejército mantiene el carisma, y el bolsonarismo sigue siendo un movimiento político vivo, aunque su líder está inhabilitado para participar en las elecciones hasta 2030. No obstante, nadie discute que Bolsonaro es la figura central de la derecha brasileña y que, salvo sorpresa, tendrá la última palabra en la elección de la persona que se mida en las urnas cuando en 2026 Lula busque la reelección.

Los interrogatorios han propiciado el primer encuentro público entre Bolsonaro y el autor de la confesión que es la principal prueba incriminatoria contra él y sus cómplices, el coronel Mauro Cid. Como secretario personal de Bolsonaro en la Presidencia, le llevaba el teléfono móvil y ejercía de correveydile de los planes golpistas, según el escrito de acusación. Ambos intercambiaron un saludo cordial el lunes antes de que Cid declarara que tuvo conocimiento de los planes golpistas, pero que no participó. Sí confirmó las reuniones del presidente con los jefes de las Fuerzas Armadas, donde supuestamente les propuso maniobras golpistas, pero el coronal Cid enmarcó algunos de los mensajes o declaraciones incriminatorias que desveló a policías y jueces como “bravuconadas” o “charlas de bar”.
La sesión de interrogatorios, que empezó el lunes, ha deparado una escena inédita. Nunca antes generales de cuatro estrellas han sido juzgados por un tribunal civil en un país que enterró la dictadura en 1985. El primero de ellos en declarar, Augusto Heleno, ha preferido mantener silencio ante el juez instructor y solo ha respondido a su abogado.
Junto al expresidente, se sientan en el banquillo otros militares o policías: cuatro generales de la reserva, tres de los cuales lo acompañaron como ministros en el Gobierno, el cuarto dirigía la Marina, el antiguo jefe de la agencia de espionaje interno y el exministro de Justicia. Todos ellos están acusados de cinco delitos, entre ellos, intento de abolición violenta del Estado democrático de derecho, golpe de Estado y pertenencia a organización criminal, que pueden acarrear hasta 43 años de prisión.
Enlace de origen : El expresidente Bolsonaro convierte en un mitin el juicio por liderar un intento de golpe contra Lula