El gas y el petróleo se desbocan ante la amenaza de veto a la producción rusa

Una instalación de la petrolera Rosneft, cerca de Krasnoyarsk (Rusia), en una imagen de archivo.
Una instalación de la petrolera Rosneft, cerca de Krasnoyarsk (Rusia), en una imagen de archivo.Sergei Karpukhin (REUTERS)

La cuerda está cerca de romperse por el lado más inesperado. Si hasta hace pocos días el debate giraba en torno a la posibilidad de que Rusia dejase de exportar sus vastas reservas energéticas a Europa y a Estados Unidos, hoy es Occidente quien está a un paso de cortar por lo sano. Tanto los precios del petróleo como los del gas natural cotizan ya una opción que en tiempo récord ha pasado de ser descabellada —las primeras sanciones económicas sobre Moscú fueron muy cuidadosas al excluir a la energía— a altamente probable. El barril de crudo brent roza este lunes 130 dólares por barril, no tan lejos ya de los 140 que llegó a superar en 2008, su máximo histórico. El megavatio hora de gas ha llegado a superar, por su parte, los 300 euros en el mercado TTF holandés, la referencia europea, un nuevo pico desde que hay registros y 15 veces más que hace un año.

La guerra no solo es militar, sino también económica. En pleno debate en EE UU sobre un posible veto al crudo ruso —una medida que la Casa Blanca parece dispuesta a tomar incluso si sus socios europeos no la secundan—, una voz de peso en el Viejo Continente, la del ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, ha elevado las especulaciones este lunes al dejar caer que “todas las opciones están encima de la mesa”. Le Maire, no obstante, ha apelado a la “unidad” de acción de la UE en un asunto en el que no todos están en la misma posición por un motivo de peso: “algunos países son más dependientes del gas ruso que otros”. Las cifras son muy claras en ese sentido: mientras la República Checa, Hungría, Eslovaquia o Letonia dependen al 100% del suministro de ese país, España, Portugal o Irlanda obtienen prácticamente todo su suministro en otras latitudes: en Argelia, en Noruega o en los propios EE UU.

La subida del petróleo sigue causando una sangría en los surtidores españoles, con precios de la gasolina que ya se acercan a los dos euros por litro, algo impensable hace solo unas semanas. La del gas se deja sentir, sobre todo, en la industria intensiva en este combustible y en la electricidad, ya claramente por encima de los 400 euros por megavatio hora en todos los grandes países europeos. Esa escalada impacta, en primera instancia, a los más de diez millones de hogares que cuentan con una tarida regulada, que bebe directamente del precio del mercado mayorista. Y obliga a Bruselas a mover ficha de urgencia para evitar que la inflación se vaya por encima del doble dígito. Desligar los rumbos de la electricidad parece la opción más lógica, pero aún no se sabe cómo ni cuándo se articulará esta medida.

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