El Gobierno saca adelante la reforma laboral por el error al votar de un diputado del PP

La reforma laboral ha salido adelante, pero en una escena de infarto y además rocambolesca: ha sido el error en la votación telemática de un diputado del PP lo que ha permitido al Gobierno salvar la votación por la mínima, 175 a 174. La mayoría, aunque ajustada, que el Gobierno parecía tener la víspera se ha roto después de que los dos diputados de Unión del Pueblo Navarro (UPN) se rebelasen contra las instrucciones de su partido de apoyar la reforma y votasen no. Ha sido tal la tensión que hasta los nervios han podido con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, que al anunciar la votación ha dicho que el decreto quedaba “derogado”. Tras unos segundos de desconcierto y comprobado el lapsus de Batet, los escaños de los grupos del Gobierno han estallado en una ruidosa ovación, con los diputados de Unidas Podemos gritando “sí, se puede”. Al momento, ha salido el PP a pedir a la Mesa que subsanase un “error informático”, que se ha conocido después: su diputado Alberto Casero usó el voto telemático y pulsó el en lugar del no. Pese a la indignación de los populares, Batet ha rechazado la reclamación.

La insólita escena ha sido la culminación de varias semanas de incertidumbre y ha permitido al Gobierno salvar del modo más inimaginable uno de los grandes proyectos de la legislatura. O al menos de momento, porque el PP ya anuncia batalla para anular la votación. Su diputado Alberto Casero, que votó desde casa porque estaba enfermo, cayó en la cuenta de su equivocación y se ha presentado en el Congreso para corregirla en persona. Batet no se lo ha permitido alegando que no lo contempla el reglamento. Solo ese error ha permitido al Ejecutivo superar el escollo que ha supuesto que sus principales socios de investidura, con ERC y PNV a la cabeza, le diesen la espalda. UPN, una formación de derecha regionalista, parecía que iba a completar una mayoría alternativa integrada además por Ciudadanos, PDeCAT, Más País-Equo, Compromís, Coalición Canarias, Nueva Canarias, Partido Regionalista de Cantabria (PRC) y Teruel Existe. Los parlamentarios navarros ya habían sorprendido por la mañana criticando la decisión de su partido de apoyar la reforma. Y aunque luego aseguraron que acatarían la disciplina, a la hora de la verdad, Sergio Sayas y Carlos García Adanero han acabado haciendo lo contrario.

La votación se ha hecho esperar más de seis horas después de concluido el debate, que se había cerrado con la constatación de que los socios de investidura se unían a la derecha en el rechazo, pero con los apoyos en apariencia garantizados. Una discusión de más de tres horas que Ferran Bel, portavoz del PDeCAT, resumía así: “La derecha ha hecho un esfuerzo para adelantar por la derecha a la patronal y la izquierda ha hecho un esfuerzo para adelantar por la izquierda a los sindicatos”. Estos últimos no han faltado a la cita, con los secretarios generales de CC OO, Unai Sordo, y UGT, Pepe Álvarez, siguiendo el debate desde la tribuna. Al tiempo que ratificaban su no a la reforma, nacionalistas catalanes y vascos prometían que esto no supondrá la ruptura de la base parlamentaria que sostiene al Ejecutivo de coalición. “No se acaba el mundo”, ha dicho gráficamente Gabriel Rufián, de ERC, tras un duro discurso contra un proyecto que ha llegado a calificar de “estafa”.

En su defensa de la reforma, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha traslucido el momento agridulce que para ella ha supuesto este desenlace. Díaz ha sacado adelante su gran proyecto, pero ha tenido que renunciar a los aliados que pretendía y ha dependido de grupos como Ciudadanos o UPN que se había esforzado por evitar. La intervención de Díaz ha sido apasionada por momentos, entremezclada con la confesión de que se siente “entristecida” por las dificultades para salvar un texto que había costado nueve meses de intrincadas negociaciones entre sindicatos y patronal.

Díaz se ha quejado de que algunos de los grupos con los que ha negociado ni siquiera quisieron entrar en el contenido de la reforma. “Ha sido un debate superficial y así no vamos a superar el descrédito de la política”, ha lamentado. La alusión estaba dirigida sobre todo a ERC, ya que la vicepresidenta ha excluido de su reproche expresamente al PNV, al que sí ha agradecido, pese a su no, la actitud mantenida durante la negociación. Díaz, de todos modos, ha evitado confrontar con los socios de investidura que le han dado la espalda y solo ha entrado a debatir con la portavoz del PP, Cuca Gamarra.

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La ministra y cabeza visible de Unidas Podemos en el Gobierno se ha afanado en mostrar con ejemplos cómo la reforma influirá en las condiciones laborales de miles de trabajadores. “Yo estoy aquí para mejorar la vida de la gente”, ha proclamado. Y a continuación, incluso con nombres y apellidos, ha ido hablando de las camareras de piso, de los empleados de los centros de llamadas, de los obreros de las empresas auxiliares del naval para explicar con datos cómo van a mejorar sus salarios y cómo se van a librar de la cadena interminable de contratos temporales. Y ahí ha apelado a las fuerzas de izquierda que se oponen a un texto que fomenta los contratos indefinidos e impide que las empresas se descuelguen de los convenios colectivos: “Explíquenle a Cádiz, a los trabajadores de Endesa o a las camareras de piso que, si por ustedes fuera, mañana las personas trabajadoras se levantarían sin ultractividad [la vigencia de un convenio hasta que no se negocie otro]”.

Los dos diputados de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, esta mañana en el Congreso.
Los dos diputados de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, esta mañana en el Congreso.Andrea Comas

Su llamamiento solo ha encontrado eco en dos grupos de izquierda, Más País-Equo y Compromís. Mientras, ERC, EH Bildu, BNG o la CUP han golpeado con las mismas objeciones: se ha incumplido el compromiso de derogar íntegramente la reforma del PP, se ha otorgado a la patronal un derecho de veto y se ha perdido “la oportunidad histórica” de aprovechar la mayoría de izquierdas en el Congreso, como ha subrayado el abertzale Oskar Matute. Rufián, que no ha cruzado ni una vez la mirada con Díaz mientras esta seguía su discurso desde el banco azul, ha sido el más hiriente y ha rematado afirmando que su grupo no puede apoyar una reforma que aplauden “la CEOE, FAES, el Banco Santander y Ciudadanos”.

Aun así, los socios de investidura han asegurado que el bloque no se va a romper por este tropiezo. “Mañana seguiremos hablando”, ha anunciado Rufián, porque ERC es “consciente de cuál es la alternativa” al actual Gobierno. Términos muy parecidos a los empleados por Matute, quien ha prometido que su grupo hará todo lo posible para cerrar el paso a la derecha.

El PNV también confirmó su no a primera hora de la mañana, tras haber estado negociando hasta la noche anterior. Su rechazo ha sido mucho más matizado, envuelto en agradecimientos a Díaz por su voluntad negociadora y centrado en lo que ha sido su reivindicación única, incluir la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los estatales. El portavoz del PNV, Aitor Esteban, se ha permitido una confidencia, al asegurar que el presidente de la patronal, Antonio Garamendi, confesó a su partido en privado que esa cláusula no hubiese alterado en nada sustancial la reforma. Frente a las amables palabras hacia la ministra, Esteban ha dejado caer reproches a los socialistas por haber asumido la tesis de la patronal de que no se podía “tocar ni una coma” del proyecto. En un discurso muy repetido por otros portavoces, el nacionalista vasco ha manifestado que eso equivale a privar al Parlamento de su exclusiva potestad de legislar.

Aitor Esteban conversa con las vicepresidentas Yolanda Díaz y Nadia Calviño, en el pleno de hoy.
Aitor Esteban conversa con las vicepresidentas Yolanda Díaz y Nadia Calviño, en el pleno de hoy.Eduardo Parra (Europa Press)

El decisivo apoyo de Ciudadanos ha permitido a la maltrecha formación liberal recuperar protagonismo. Sus diputados lo hicieron visible incluso físicamente, portando todos mascarillas naranjas que resaltaban sobre el hemiciclo. Su líder, Inés Arrimadas, ha presumido de que su grupo “siempre actúa con responsabilidad en los momentos importantes” y ha conseguido que “pierdan ERC y Bildu” mientras España gana “credibilidad” en Europa por el acuerdo entre sindicatos y patronal. “Hoy me siento más orgullosa que nunca de ser presidenta de Ciudadanos”, ha finalizado. El argumento de Arrimadas, que el Congreso no debería ir en contra de un acuerdo entre los agentes sociales, también lo han esgrimido los grupos regionalistas que han dado su apoyo. Joan Baldoví, de Compromís, ha reconocido que no es el proyecto que le gustaría, pero ha señalado que “tumbar esta reforma no garantiza que vaya a haber otra”. Tanto él como Inés Sabanés, de Más País-Equo, han llamado a “recomponer” el bloque de investidura.

Díaz había basado buena parte de la defensa de su proyecto en atacar la reforma del PP, contra la que, según ha confesado, ella misma hizo huelga y que provocó “la mayor devaluación salarial de nuestra historia”. Ahí ha entrado en combate con la popular Gamarra, quien ha sostenido que fue esa reforma la que permitió a España crear empleo tras la Gran Recesión. Con Pablo Casado, de viaje en Alemania, como único líder ausente, Gamarra ha oscilado entre dos argumentaciones diferentes. Por una parte, ha sostenido que el Gobierno renuncia a su propósito inicial de derogar el modelo del PP. “Usted ha pasado de líder de los piquetes a líder de la troika”, ha espetado a Díaz. Pero, al mismo tiempo, ha señalado que el proyecto está en las “antípodas conceptuales” de la reforma de 2012, una afirmación muy celebrada por la ministra. Gamarra ha dejado para el final una pulla a Díaz por las tensiones que el proyecto ha suscitado dentro del Gobierno: “La maquinaria del sanchismo se ha puesto en marcha contra usted, ha entrado en la sala de despiece”.

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