El Gobierno salva el decreto sobre aranceles con Junts, la abstención de Podemos y el rechazo del PP

El Gobierno ha vuelto a salvar contra la bocina este jueves en el Congreso el decreto sobre los aranceles para confrontar la guerra comercial desatada por la Administración Trump. Junts ha querido mantener la tensión hasta el final y no ha ratificado su voto hasta después de la discusión en el pleno y tras anunciar reuniones in extremis y bilaterales con el negociador del Ejecutivo, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo. Ha sido igual de determinante a la postre la abstención muy crítica de Podemos, cada día más ajenos a todo lo que huela a la alianza de Pedro Sánchez con Yolanda Díaz, y que considera insuficientes las medidas de ayuda y exigió expropiaciones a los “fondos buitres yankis” con viviendas en España. El PP ha confirmado otra ruptura en este asunto con el Gobierno y ha rechazado la norma porque demanda todo un programa impositivo y energético alternativo.

El paquete de ayudas, préstamos, incentivos y créditos ICO aprobado por el Gobierno por decreto el 8 de abril con las medidas urgentes de respuesta a la amenaza arancelaria y de relanzamiento comercial ha sido así convalidado por el Parlamento con una mayoría suficiente de 176 votos a favor, 169 en contra y las cuatro abstenciones de Podemos. Está valorado en 14.100 millones de euros y tiene por objetivo amortiguar el golpe a los sectores más expuestos, como el vino, el aceite o la automoción, y aprovechar así la crisis provocada en todo el mundo por Trump para modernizar la estructura productiva del país.

Ese fue el argumentario del Ejecutivo que destacó en el pleno el ministro Cuerpo, el que consensuó antes en conversaciones con los grupos parlamentarios de izquierdas que son sus aliados naturales y el que intentó usar para atraer al interlocutor nominado por el PP, el vicesecretario de Economía, Juan Bravo. Cuerpo contextualizó esa respuesta ante “la complejidad, volatilidad e incertidumbres” generadas por Trump y la englobó en lo consensuado dentro de la Unión Europea sobre sus valores del “multilateralismo y el libre comercio”. El ministro ensalzó el plan como “ambicioso” a corto y largo plazo y dialogado con todo tipo de actores. Casi todos los oradores, de todos los partidos menos Vox, valoraron “la cordialidad” y el nivel de contactos, información y datos aportados por Cuerpo, algunos en contraposición a otros ministros.

La opción pretendida de pacto de Estado del bipartidismo pareció posible algunos días, por el perfil moderado de los dos negociadores, pero tampoco resultó en este caso. El PP mostró inicialmente su disposición a los contactos, tras la deriva de Trump, pero ese amago de tregua duró hasta que Junts apuntó que podría votar a favor si se aseguraba que el 25% de las partidas se destinarían a empresas e industrias catalanas que ya trabajan con EE UU. Los populares lo tacharon de “cupo separatista”.

El portavoz del PP avanzó el lunes de esta semana que su partido se ubicaría de nuevo en el no y culpó al Gobierno de no aceptar ninguna de las 12 alternativas que le planteó en sus negociaciones. En el plan del PP incluían desde incorporar a las autonomías en la reasignación de los Fondos Next Generation, rediseñar el Plan MOVES III (de Incentivos a la Movilidad Eficiente y Sostenible), y que el Ejecutivo detallara las condiciones de los avales (5.000 millones de euros) y los créditos ICO (1.000 millones).

El PP, al final, optó por endurecer esas condiciones, y tras el gran apagón del 28 de abril, agregó asuntos que no tendrían de entrada mucho que ver con los aranceles, como ampliar la vida útil de las nucleares o una bajada de impuestos. El Gobierno descartó esa opción y el presidente, Pedro Sánchez, llegó a reprochárselo a Alberto Núñez Feijóo el miércoles como que nada tenían que ver “el tocino y la velocidad”. Bravo despachó esos intentos de “adhesión” de Cuerpo como “un parche de mínimos insuficiente e ineficaz” y remachó que esa “solución” no es la del PP.

Junts tampoco desperdició la oportunidad para marcar otra vez territorio, en el voto y su discurso. Su portavoz, Josep Maria Cruxet, no quiso evidenciar el sí en su exposición, pero no dejó espacio para la duda. Expuso las condiciones de Junts, que además de garantizar el 25% de los instrumentos previstos para las exportadoras catalanas, también impusieron un informe y comparecencia trimestral del ministro ante el Congreso y citas mensuales bilaterales. Cruxet volvió a resumir la “tangible” efectividad del método Junts: “Si se negocia como en este caso con rigurosidad y se cumple, Junts también cumple”. Antes recogió el hilo de su portavoz en la Cámara, Míriam Nogueras, para reseñar todas las virtudes históricas durante siglos del esforzado pueblo catalán frente a otros.

Los socios habituales confirmaron su apoyo con sus matices territoriales (CC, PNV o BNG) e ideológicos (ERC, Sumar o EH Bildu) y arremetieron con dureza contra Trump. Podemos fue más allá, de nuevo, aunque se situó en la abstención. Su portavoz, Javier Sánchez Serna, minusvaloró el decreto como mera “respuesta de gestión parcial y mal enfocada” y exigió más determinación, topes de precios a los productos de máxima necesidad y la expropiación “de fondos yankis de vivienda y telecomunicaciones”. ERC también se ubicó en el sí y pidió menos dispersión y más atención al mantenimiento del empleo en esos sectores estratégicos.

El portavoz de Vox, Jacobo González Robatto, no sólo no escondió el voto en contra sino que presumió de que su presidente, Santiago Abascal, había ido personalmente a expresarle sus reparos al presidente norteamericano, y se permitió un sarcasmo ante la influencia de lo aprobado: “Seguro que Trump está llorando y acojonado”. El ministro se levantó al final para recoger unas palabras de la portavoz del PNV, Idioa Sagastizabal, que repitió en dirección al PP: “Es muy difícil de entender y de explicar que en este contexto no se quiera ayudar a las empresas”.

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