El Movimiento 5 Estrellas cumple su amenaza y empuja a Italia hacia una nueva crisis de gobierno

El Aventino es una de las siete colinas de Roma, ocupada hoy por clases sociales altas y embajadas internacionales. Pero en el 494 a. C., cuando los patricios usaron su poder para imponer leyes que disgustaban a los plebeyos, estos utilizaban una forma de huelga en la que se retiraban a ese monte y dejaban de participar en la vida pública. Aquel movimiento de protesta se utilizó por primera vez como metáfora política durante el Gobierno fascista de Benito Mussolini, cuando 130 diputados de la oposición decidieron no volver al Parlamento en protesta por el secuestro del diputado socialista Giacomo Matteotti, que apareció muerto al cabo de dos meses. Un siglo después, el Movimiento 5 Estrellas (M5S) ha vuelto a recurrir a ese Aventino, que regresa cíclicamente a la política italiana y que el jueves por la mañana se materializó con la ausencia de la formación antisistema en una votación clave en el Senado que abre una crisis de gobierno. El primer ministro, Mario Draghi, se encuentra ya en el palacio del Quirinal consultando con el presidente de la República, Sergio Mattarella, sobre su posible dimisión.
La amenaza del Aventino se consumó en el palacio Madama, sede del Senado italiano, alrededor de las 14.00. Los grillinos, tal y como la noche anterior había anunciado su líder, Giuseppe Conte, no participaron en la votación de un importante decreto de ayudas a los ciudadanos que llevaba incorporada una moción de confianza al Ejecutivo de unidad. El rifirrafe a cuenta de distintos asuntos ―la guerra de Ucrania, las medidas contra la inflación, la renta ciudadana…― llevaba días calentando los ánimos. Pero el gesto político del Senado resulta ahora de una violencia irreconciliable y coloca al M5S fuera del Ejecutivo. Un acto de enorme irresponsabilidad, vista la situación del país y los motivos esgrimidos para la ruptura, que deja poco espacio para evitar las elecciones anticipadas en otoño.
El expresidente del Banco Central Europeo había advertido durante el último mes que un gobierno sin el M5S dejaría de tener sentido y que no estaría dispuesto a seguir liderando otro Ejecutivo en el que los grilinos estuvieran ausentes. Nadie pareció escucharle hasta ahora. Pero asustados por la amenaza de unos comicios que convienen ahora a pocos partidos (en particular al M5S), la formación antisistema dejó abierta la puerta a un diálogo posterior a la sesión parlamentaria de este jueves que pusiera recomponer la unidad. Uno de sus ministros, Federico D’Incà, incluso propuso desvincular in extremis la votación del decreto de la moción de confianza para evitar la catástrofe. Pero ya era tarde. Y el propio Draghi lo rechazó. Además, al conflicto se había sumado ya otro actor político.
El líder de La Liga, Matteo Salvini, necesitado también de marcar urgentemente un perfil propio ante la pérdida de apoyo de los últimos meses, olió la desbandada y se apuntó al órdago. “Si el M5S se ausenta de la votación, daremos por terminada la mayoría de gobierno: basta con las guerras, los amenazas y retrasos. Hay que dar la palabra a los italianos”, anunció la noche anterior. Un movimiento que responde exclusivamente al miedo de permanecer en un Ejecutivo de corte tecnócrata a las puertas de unos comicios, pero que complica sobremanera la situación y el margen de maniobra del presidente Mattarella para mantener a flote la legislatura.
Meloni, la gran beneficiada
El jefe del Estado intentará convencer a Draghi este jueves de que hay todavía combinaciones que permitirían alargar la legislatura hasta el próximo año para poder aprobar las últimas grandes reformas y la trascendental ley de presupuestos. Pero el primer ministro, acostumbrado a cumplir con su palabra, ya ha advertido que no volverá a liderar otro Gabinete.
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Las elecciones ahora mismo solo convienen a la ultraderechista Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia. Su partido tiene hoy alrededor del 25% de apoyo en los sondeos y, si no se reformase la ley electoral y la coalición de derechas siguiese unida (La Liga, Hermanos de Italia y Forza Italia), el Ejecutivo pasaría a manos de dicho espectro ideológico. Salvini quedaría reducido ahí a socio minoritario de la coalición y su interés personal podría también atenuar la amenaza de salir del Gobierno que lanzó el miércoles por la noche. Pero tanto su partido como Forza Italia se mostraron compactos el jueves por la mañana y enfocaron su estrategia hacia la convocatoria de elecciones, que deberían celebrarse después del verano.
La crisis política llega en el peor momento para Italia. El país transalpino ha corregido varias veces a la baja su previsión de crecimiento y afronta un otoño extremadamente complicado, con una inflación desbocada y la amenaza permanente de la prima de riesgo, que el jueves por la mañana subía en torno a los 220 puntos.
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