El negacionismo y los bulos del calor: ni hizo 50° en 1957 ni se están manipulando los mapas del tiempo

Los meteorólogos están este verano más quemados por el acoso de los negacionistas que por el calor. “Nos han llegado muchísimas quejas y ataques por los colores de los mapas, nos acusan de estar exagerando, debe de ser que la gente está muy irritable por el calor”, constata Irene Santa, de eltiempo.es. “Hemos notado más beligerancia y hostilidad que otros veranos, pero le damos la importancia justa porque es una polémica absurda”, cuenta Andrés Gómez, de El Tiempo de TVE. “Jamás pensé que en 2022 habría quien pensara que el cambio climático es una cuestión de escalas de color manipuladas”, confiesa Juan Jesús González Alemán, investigador de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). De los creadores del mantra “es verano y en verano hace calor”, estos son los bulos que circulan por las redes sociales:

Nunca ha hecho 50° en España

Imagen de la portada del semanario 'El Español', reproducida hasta la saciedad en foros, redes y WhatsApp.
Imagen de la portada del semanario ‘El Español’, reproducida hasta la saciedad en foros, redes y WhatsApp.

El verano más caluroso del siglo. Temperaturas de 50° en algún lugar de La Mancha, titulaba en portada el semanario El Español del 11 al 17 de agosto de 1957, que ha tenido una machacona difusión en la última ola de calor, la más potente desde que hay registros, como ya pasó en la de agosto del año pasado, la peor hasta ahora. “En España ha hecho calor siempre… si en 1957 hacía 50°, ¿dónde está el cambio climático?”, escribe un usuario en Twitter.

La publicación es real, pero los datos, falsos. Para empezar, explica el climatólogo José Ángel Núñez Mora, el verano de 1957 no solo no fue el más cálido del siglo sino que si siquiera fue cálido y, para seguir, “no hay comparación posible entre la temperatura media en veranos a partir de los noventa y la de 1957″. El verano más cálido del siglo pasado fue el de 1994, con una anomalía de 1°, mientras que el de este siglo es el de 2003, el peor en toda Europa en 500 años y que fue 1,8° más cálido de lo normal.

A finales de julio de aquel año se produjo un periodo cálido que, “siendo importante, estuvo muy lejos” de las duras olas de este siglo. Durante la semana en la que se publicó la revista, la máxima fue de 40° en Córdoba. En todo el mes, ningún lugar de La Mancha registró el valor más alto, sino que fue Jaén, con 44°, como recogen los boletines disponibles en la web de Aemet. Solo dos veces un punto de la actual Castilla-La Mancha, Ciudad Real, destacó como la capital más cálida, con 38° y 30°.

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Boletín Meteorológico del 11 de agosto de 1957, en el que la máxima fue de 37 grados en Murcia.
Boletín Meteorológico del 11 de agosto de 1957, en el que la máxima fue de 37 grados en Murcia.

Pero no solo no hizo 50° aquel agosto, sino que no los ha hecho nunca. “No es un registro oficial. En el banco de datos climatológico nacional no figura ningún 50°, no hay constancia de que se haya alcanzado esa temperatura ni en ese verano ni en ningún otro”, certifica Beatriz Hervella, portavoz de Aemet. El récord nacional, medido “en una estación que cumple con todos los estándares de la Organización Meteorológica Mundial (OMM)”, es de 47,4° en Montoro (Córdoba) en agosto de 2021.

Hervella matiza que “existen registros antiguos superiores en estaciones atendidas por colaboradores, pero en ningún caso alcanzan los 50° y están en proceso de verificación”, ya que antes no se sometían a los “rigurosos controles de calidad que se realizan ahora antes de elevarlos a la categoría de dato oficial”. El climatólogo Javier Martín Vide revela que en un boletín del siglo XIX aparecía un 51° en Sevilla, pero “no es en absoluto fiable y se ha descartado”. “No sabemos de dónde han salido esos 50°″, admite la portavoz, que supone que es “un valor mal citado o medido en condiciones incorrectas”.

Otra cosa es que, al paso que vamos, los 50° en España vayan a ser una realidad, como los 40° en Reino Unido. Martín Vide asegura que “en un par de décadas los rozaremos o alcanzaremos”. A finales de siglo y en el peor de los mundos posibles, describe el también portavoz de Aemet Rubén del Campo, Córdoba será la nueva Bagdad, con cinco días cada verano a 47°/48° y 50° durante alguna ola. Para González Alemán, ese valor “es cada vez más probable”, pero la verdadera cuestión “no es que un día se llegue puntualmente, sino que los 45°-50° se hagan habituales”. “Espero que no, pero no es descartable”, responde Gómez, porque “el calentamiento global es un superpotenciador que está llevando a registros que serían imposibles sin esa variable”.

La polémica de los colores y los mapas distintos

“Solo ha sido necesario pintar de rojo brasa el mapa con las mismas temperaturas estivales de todos los años para que la gente perciba que hace más calor que nunca. Se llama sugestión”. Este es solo uno de los cientos de mensajes que pueblan las redes en los que se acusa a los meteorólogos de alarmistas y terroristas por “pintar España como si fuera Mordor”.

Lo primero que hay que aclarar es que los colores que se usan para representar las temperaturas son “los mismos para todo el año” y “tienen su lógica”, precisa Santa. Aunque cada centro tenga su propia escala, son “todas muy similares” porque siguen “la teoría del color, el frío con tonos fríos, y el calor, con cálidos”. Para Hervella, es una cuestión “más de semiótica de que meteorología”. A juicio de Santa, se está produciendo “una interpretación errónea, en la que se atribuye el verde a lo positivo y el rojo a lo negativo, se comparan mapas de distinta índole o se usan de los mismos días y se le cambian las fechas, por desconocimiento o por mala fe”.

Otra cosa es que, con el calor en vertiginoso asceso, muchos centros de predicción hayan tenido que ampliar la paleta. En Aemet, concreta Hervella, “nunca se ha tocado la escala” y, tras el rojo, los valores más altos tienen tonos violeta. En cambio, RTVE sí tuvo que hacerlo. Albert Barniol, director de su Área de Meteorología, detalla que fue durante la ola de calor agosto de 2021. Hasta entonces de 42° hacia arriba era negro, pero se percataron de que “era necesario distinguir entre el 42° y el 45° o cifras superiores”, por lo que asignaron el blanco a 50° y el negro en el 42° y una degradación de grises intermedia que diferencia entre 43°, 44°, 45°…

Gómez tuiteó un mapa en el que cambió los rojos por violetas para demostrar que son “una mera traducción gráfica de unos valores que están ahí. Ojalá pudiéramos cambiar la realidad solo usando otros colores”. En su opinión, esta polémica “surge en un mundo muy polarizado en el que se frivoliza con asuntos no opinables como el cambio climático”.

Lo mismo que en TVE ha ocurrido en eltiempo.es, que en marzo tuvo que “ajustar la gama, porque llegaba a 42° y en los episodios de calor se quedaba corta”, precisa Santa. Ahora, recoge valores “esperables” en España, de -22° a 50° ―los máximos, del negro al gris y al blanco―. “No hay ningún mensaje apocalíptico, solo estamos representando la realidad”, se defiende la meteoróloga, que recuerda si antes los mapas eran simbólicos ―con soles y nubes― y ahora cromáticos y numéricos es “gracias al desarrollo de los modelos, que permiten una mayor precisión”.

Meteored amplió la escala e introdujo el gris en julio de 2021 para abarcar los 50°. “Los mapas se generan automáticamente, para todo el globo y todo el año, no hay manipulación alguna”, afirma González Alemán, que apunta que esta misma controversia se ha producido en Reino Unido, Francia, Alemania, Noruega… “Los datos son los datos y da igual como se pinten”, concluye el climatólogo César Rodríguez Ballesteros.

El martes, se hizo viral un tuit en el que se acusaba de manipulador a Roberto Brasero. El presentador del tiempo en Antena 3 contestó que “no se puede acusar haciendo trampa”, al comparar un mapa de avisos con otro de máximas. “Nosotros usamos los mapas y colores de Aemet”, explica a este diario Brasero, aunque “quitando de 48° a 50°, los colores más oscuros, porque nunca los hemos alcanzado. Pero, visto lo visto, igual tenemos que ampliar la escala, lo cual no sería ninguna buena noticia”.

Los termómetros de la calle y sus valores imposibles

Arriba a la izquierda, garita de Aemet del aeropuerto de Pamplona, a la derecha, un termómetro marca 52° en Mérida el 14 de julio. Abajo a la izquierda, termómetro de la plaza de Federico Moyua en Bilbao el 18 de julio y, a la derecha, interior de la garita meteorológica del observatorio de Valencia.
Arriba a la izquierda, garita de Aemet del aeropuerto de Pamplona, a la derecha, un termómetro marca 52° en Mérida el 14 de julio. Abajo a la izquierda, termómetro de la plaza de Federico Moyua en Bilbao el 18 de julio y, a la derecha, interior de la garita meteorológica del observatorio de Valencia.

No, no hace 45° aunque lo diga el coche tras pasar horas cociéndose a la solana. Tampoco 46°, aunque el soporte publicitario de la calle lo sentencie, ni 52° porque lo diga el luminoso de la farmacia. Estos termómetros no cumplen uno solo de los requisitos mínimos que exige la OMM para que los registros sean fiables.

Los instrumentos, indica la portavoz de Aemet, “deben estar dentro de garitas blancas para que no absorban excesiva radiación, sobre césped y a un metro del suelo, tener una correcta ventilación, no pueden estar apantalladas por obstáculos y la puerta debe estar orientada al norte”. “Tomar como referencia termómetros que están en una caja de metal al sol es incorrecto”, recuerda Hervella. “Tienden a mostrar 10° más y solo sirven para generar bulos”, apunta Santa.

Y no, este calor no es el mismo de siempre

Por mucho que se empeñen los negacionistas, los veranos de ahora en España no son los mismos que hace 70 años, ya que “las temperaturas medias han aumentado 1,7° respecto al periodo preindustrial”, indica Hervella, “y el verano es la estación donde más se está notando el incremento”. La temporada cálida “se está alargando”: según Ballesteros, ahora empieza un mes antes y dura cinco semanas más que a comienzos de los ochenta. Y claro que en España hacía 40° en los cincuenta, el problema ahora es su persistencia. “Hay años de los cincuenta en los que Sevilla rebasó los 40° solo un día y en 2022 llevamos 20°”, detalla Gómez.

Las olas de calor “se han duplicado” en frecuencia y duración en la última década y han subido de intensidad: las tres peores se concentran en cuatro años. También llegan antes: se han hecho cinco veces más frecuentes en junio en lo que llevamos de siglo XXI. Todos estos datos son abrumadores, pero ninguno como este: cinco de los 10 días con la máxima más elevada desde 1941 están entre los pasados 13 y el 17 de julio, constata Ballesteros. “Que hace más calor no es cuestión de creencias o de ideologías, sino de evidencias científicas”, concluye Santa.

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