El territorio donde explotó Vinicius

Vini Jr. siempre podrá recordar que hubo unas semanas durante las que fue el centro del fútbol, al día siguiente de haber sido diana universal del meme. En ambos extremos, ha exhibido una fuerza gravitatoria formidable: para atraer la chanza; o la pelota y las faltas. El futbolista más buscado sobre la hierba. En el Real Madrid es el primer elegido por sus compañeros para darle el balón, y también el blanco más frecuente de las patadas.

Vinicius, de 21 años, afronta este domingo un derbi (21.00, Movistar LaLiga) al que Benzema, sostén del equipo en la era post Cristiano, llega muy justo. Y lo hace mientras exprime unas semanas de reinado en las que escuchó feliz a su entrenador, una leyenda, escogerlo para una reencarnación en futbolista: “Me gustaría ser Vinicius, por ejemplo”, dijo Carlo Ancelotti hace unos días. Y continuó: “Me gustaría ser Benzema, me gustaría ser Haaland… Un delantero centro que marca muchos goles. Lo que me ha faltado en mi carrera son los goles”.

También le sucedía a Vinicius, y ese vacío engullía todo. Esta temporada lleva 12 en 22 partidos de Liga y Champions, tantos como en los 103 anteriores con el Madrid. Es difícil determinar si los goles de ahora son fruto de la confianza, o si la confianza se deriva de los goles. Seguramente, es todo a la vez. Pero este novedoso acierto puede rastrearse hasta cómo ha cambiado la selección de disparos que decide jugarse.

En sus tres temporadas anteriores en el Madrid, Vinicius realizaba la mayoría de sus tiros desde las zonas menos peligrosas. El primer año, por ejemplo, casi el 60% de las veces que disparó en la Liga lo hizo desde lugares en los que la probabilidad de marcar gol iba del 0% al 5%, según el modelo de goles esperados (xG) de Statsbomb. Ese curso no tiró ni una vez desde algún sitio con más de un 40% de opciones de gol. Desde entonces, emprendió un tortuoso viaje en el que ha ido descartando esa zona inocua, hasta que esta temporada, por primera vez, no es la que elige con mayor frecuencia. Su nueva área favorita, desde la que tira cuatro de cada diez veces, es otra en la que pueden agruparse los intentos que suponen entre un 10% y un 40% de opciones de terminar en gol.

Ese pisar territorio más fértil se combina con la irrupción de uno de los catálogos de remate más clínicos de Europa. De repente, según los registros de Statsbomb, el brasileño es el sexto futbolista de Europa que más complicaciones provoca con sus tiros a los porteros. Por delante, en las cinco grandes ligas, solo tiene a Lewandowski, Salah, Inmobile, Giovanni Simeone (el hijo del Cholo) y Taiwo Awoniyi, del Union Berlin. Si se vuelve a las zonas de peligro, la elección de disparos de Vinicius cada vez se parece más a la de Lewandowski y Salah, por ejemplo.

No es solo la elección. Las zonas de más peligro se sitúan en la parte central del área, y para elegirlas, claro, hay que llegar a ellas, como le insiste Ancelotti. Los cursos pasados, Vinicius vivía soldado a la izquierda, al margen de los juegos combinatorios que desplegaba Benzema por la izquierda, con Marcelo, con Kroos, a veces con Hazard. Pero con el brasileño se desesperaba, como cuando en el túnel del vestuario de Moenchengladbach avisó a Mendy: “Hermano, no juegues con él… Madre mía. Juega contra nosotros”.

Señalado por el Camp Nou

Esto también se ha dado la vuelta. En lo que va de temporada, Vinicius ha sido la salida que más veces han elegido sus compañeros del Madrid. El año pasado era la octava opción y antes nunca aparecía ni entre los diez primeros del equipo. Benzema ha dejado de desconfiar, y él ha abandonado ese empeño de empezar y terminar todo. Para la reconciliación con el primer veterano que lo acogió cuando desembarcó en el verano de 2018 en Valdebebas, desierta por la resaca del Mundial, no ha habido ni conjuras ni cenas: el fútbol los separó y el fútbol los volvió a mezclar. Vinicius aprendió el idioma de aquella ala izquierda gobernada por el francés.

Allí se ha abierto sitio por delante del jugador más caro de la historia del club, Hazard; del segundo, Bale; y ha adelantado a otros sucesores como Asensio y Rodrygo. Estas semanas que Vinicius ocupa el centro del fútbol tienen reflejo también en lo gestual: el brasileño planta más cara a los rivales, se queja más a los árbitros y enciende más a la grada del Bernabéu, en cuyo abrazo se sumergió tras marcarle al Celta, la noche que se reencontraba con su público después de los vacíos por la pandemia. Estas semanas también, en el clásico de octubre, el Camp Nou le otorgó la categoría de enemigo grande, con sus silbidos, abucheos y temblores cada vez que le llegaba la pelota.

Vinicius flota, y lo hace con más sentido que nunca. No hay un futbolista en Europa que se haya colado más veces que él con la pelota en el área, y solo Adama Traoré ha terminado en tiro más regates que el brasileño. Y, sobre todo, su regate ya no es solo un lance que empieza y acaba en él. Vinicius dribla para otros, como cuando contra el Athletic llevó la pelota de la banda hasta un disparo de Asensio que terminó en gol de Benzema después de un rechace de Unai Simón y un toque de Modric. Ya ha hecho jugar hasta a Jovic, otro desterrado, con quien, en ausencia de Benzema, tiró la pared con la que abrió el marcador contra la Real. Otro invitado al nuevo reino de Vini.

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