El ultranacionalismo israelí saca pecho en Jerusalén: “Gaza es nuestra para siempre”

Los postulados antiárabes y violentos del ultranacionalista ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben Gvir, han marcado el paso de la Marcha de las Banderas en el Día de Jerusalén. “Esta victoria debe llevarse cada vez más lejos… ¡Entraremos en Gaza y triunfaremos!”. El dirigente ha pedido este lunes colonizar la Franja palestina y ha expresado su rechazo a la decisión de permitir la distribución de ayuda humanitaria en el enclave desde hace una semana, por escasa que esta haya sido, tras más de dos meses de bloqueo absoluto.
“Querido primer ministro [Benjamín Netanyahu], no debemos darles combustible… ¡nuestros enemigos solo merecen una bala en la cabeza!”, ha dicho antes del comienzo de la marcha, enardeciendo a quienes ya se habían congregado para dirigirse al Muro de las Lamentaciones, hombres por un lado, mujeres por el otro, durante la mayor parte del trayecto.
Miles de personas cruzaban después la puerta de Damasco, que da acceso a la Ciudad Vieja de Jerusalén, para conmemorar la ocupación de la parte oriental palestina de la ciudad, entonces en manos jordanas, tras la Guerra de los Seis Días de 1967. Israel se la anexionó en 1980, en una decisión que no reconoce la mayor parte de la comunidad internacional.
El grupo israelí de extrema derecha Im Tirtzu ha reclamado en la marcha llevar a cabo una limpieza étnica en Gaza. En su pancarta se leía “Ninguna victoria sin una Nakba”, desastre en árabe, nombre con el que se conoce la huida o expulsión de sus hogares de 750.000 palestinos (dos tercios de la población palestina de entonces) entre 1947 y 1949, ante el avance de, primero, las milicias judías y, posteriormente del recién creado ejército del Estado judío. La otra pancarta del grupo extremista decía “1967 – Jerusalén en nuestras manos. 2025 – Gaza en nuestras manos”.
Entre los cánticos de “¡El pueblo de Israel vive!”, los manifestantes han lanzado proclamas racistas en la línea marcada por el ultra Ben Gvir. “¡Un judío es un alma; un árabe es un hijo de puta!” o “que te quemen la aldea”, gritaban unos; “Gaza es nuestra para siempre”, pegaban otros el mensaje, escrito en hebreo, en las puertas de los comercios palestinos, este lunes cerrados a cal y canto, en el paso desde la puerta de Damasco hasta el Muro de las Lamentaciones.
“Guerra, evacuaciones y asentamiento ilegal = victoria”, se leía en otra de las pegatinas dispuestas por los manifestantes que golpeaban los cierres metálicos de los establecimientos. Solo los cajeros automáticos tapados con un cartón que decía “Este cajero pertenece a un judío, no lo dañes” se salvaba de la ira de los asistentes más jóvenes.
Como cada año, la marcha ha estado precedida por incidentes en el barrio musulmán de la Ciudad Vieja. Jóvenes israelíes radicales han acosado, escupido, insultado e incluso agredido a palestinos que se encontraban en el lugar. Activistas de una ONG que promueve la coexistencia entre árabes y judíos, Omdim Beyahad, han actuado como escudo para evitar los ataques.
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