El vice primer ministro del Reino Unido, Dominic Raab, dimite tras la investigación por acoso laboral a los funcionarios a su cargo

Dominic Raab ha preferido preservar su futuro político y anteponer la responsabilidad a la rabia, aunque no ha podido evitar disimular esta última. El ministro de Justicia y vice primer ministro británico ha presentado su dimisión este viernes, 24 horas después de que el jefe de gobierno, Rishi Sunak, recibiera un informe presuntamente muy crítico con el trato dispensado por el político a sus colaboradores cercanos. Raab hacía frente a ocho acusaciones de acoso laboral y abuso de poder con los funcionarios que trabajaron para él tanto en su etapa de ministro de Exteriores como en su actual cargo de ministro de justicia. En su carta de dimisión, expresa su voluntad de seguir apoyando al Gobierno de Sunak, pero no puede evitar expresar su frustración ante la investigación llevada a cabo por el abogado laboralista Adam Tolley. ” En una carta al primer ministro Sunak publicada en Twitter, Raab ha afirmado que la investigación ha sentado un precedente peligroso, pero que él seguirá apoyando al gobierno. “Creo que los hallazgos contradictorios que expone son erróneos y sientan un peligroso precedente para la conducta de un buen gobierno”, se queja Raab. “Los ministros deben ser capaces de de ejercitar una supervisión directa sobre los altos funcionarios que llevan a cabo negociaciones importantes en nombre del pueblo británico (…) Y en segundo lugar, los ministros deben ser capaces de expresar críticas de fondo durantes sus reuniones con esos altos funcionarios, para poder establecer los estándares necesarios e impulsar las reformas que la ciudadania espera de nosotros”, explica Raab para justificar las dos de las ocho quejas planteadas en las que el abogado Tolley ha detectado malas formas mal trato.

Curiosamente, en el primero de los casos, como el ya exministro explica, se le fue la mano en su reprimenda a uno de los diplomáticos que estaba negociando con el Gobierno de España el futuro encaje de Gibraltar en la era post-Brexit, y “se saltó el mandato que el Gabinete de Gobierno había acordado”. Londres y Madrid mantienen tensas conversaciones sobre el futuro control de las fronteras y la jurisdicción sobre el aeropuerto de la colonia británica en España.

Raab se consuela, en su carta de dimisión, con la idea de que la investigación sobre su conducta puesta en marcha el pasado noviembre, concluye que “en sus cuatro años y medio en el Gobierno, ni una sola vez gritó o profirió palabras malsonantes contra nadie, ni arrojé ningún objeto o intimidé físicamente a nadie, ni tampoco intenté empequeñecer a nadie con mi actitud”.

El texto es en realidad un ataque a la supuesta “cultura milenial” del nuevo funcionariado, denunciada por otros miembros del ala dura del Partido Conservador a la que Raab pertenece. “Al poner el umbral tan bajo para detectar casos de bullying (acoso), la investigación ha sentado un precedente peligroso. Incentivará futuras quejas espurias contra otros ministros, y tendrá un efecto paralizador sobre aquellos que pretendan impulsar un cambio desde el Gobierno, y sobre la propia ciudadanía británica”, se ha quejado el político.

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Paul Nowak, el secretario general de TUC, el sindicato que agrupa a la mayoría de los funcionarios británicos (los llamados civil servants, o servicio civil), ha definido el comunicado de Raab como una “no-disculpa”, por el tono que ha empleado. “Lo siento pero no lo siento. Una dimisión con la clase que podíamos esperar. Más allá de la ‘no-disculpa’, pensemos en todos aquellos funcionarios que han tenido que aguantar el particular ‘control’ de Raab durante tanto tiempo”, ha escrito Nowak en Twitter.

Sunak demuestra una vez más que no le tiembla el pulso a la hora de salvar su propio mandato. Lo demostró al expulsar de su puesto a Gavin Williamson, ex ministro de Educación, también por sus malas formas con el personal, o a Nadhim Zahawi, ex presidente del Partido Conservador, por ocultar sus problemas fiscales con el Tesoro británico.

El primer ministro se enfrenta a principios de mayo a unas elecciones municipales por todo el Reino Unido —las más amplias en participación desde mayo de 2019— que van a ser determinantes para consolidar su futuro electoral. Actuaciones como su presupuesto para enderezar el desastre de la rebaja de impuestos de su antecesora, Liz Truss; el acuerdo con Bruselas para poner fin al conflictivo problema del Protocolo de Irlanda, o su duro discurso respecto a la inmigración irregular, han hecho que los conservadores se recuperen ligeramente en unas encuestas que, aun así, dan un amplio margen de victoria a la oposición laborista.

[Noticia de última hora. Habrá actualización en breve]

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