En dirección a octavos, Alcaraz se redime ante Korda

A las puertas de la final de la Champions, la Philippe Chatrier se convierte en la antesala de Saint Denis: “¡A por la 14, Carlitos! ¡Es madridista, Carlitos es madridista, es madridiiiiistaaaaa! ¡Viva España! ¡París es español”.

Una cuadrilla de seis aficionados del Real Madrid, instalada junto a la tribuna de prensa de la pista central, se desgañita de principio a fin, hasta que Carlos Alcaraz derrota a Sebastian Korda (6-4, 6-4 y 6-2, en 2h 06m) y logra el pase a los octavos de final. Lucen los distintivos de su club orgullosos y encuentran los ecos de otros seguidores que, aprovechando la visita futbolera la capital francesa, también se han dejado caer por el Bois de Boulogne. Hacen gala de su patriotismo y sus colores, y se hacen notar en el refinado ambiente tenístico, en el que las euforias se expresan de otra manera.

En lo alto, otro grupo vestido completamente de blanco arenga a los suyos y marca el ritmo con un bombo: “¡Viva Murcia! ¡Cómetelo con patatas! ¡Lala-lara-lara-lalaaaaa, Alcaraaaaaz, te quieeeeerooooo!”. Y el murciano, que además de seguidor blanco tiene muchas ganas de revancha, de progresar en el torneo y de paso devolver el golpe de comienzos de abril en Montecarlo, percute con todo contra Korda, el único jugador que ha sido capaz de batirle en este espectacular trazado sobre la tierra batida: 13 victorias consecutivas, dos trofeos (Barcelona y Madrid) y, quién sabe, tal vez un tercero. Así confía él.

El estadounidense (21 años y 30º del mundo) ofrece réplica, porque tiene mucha clase, su dosis de genética –su padre Peter alcanzó la final de 1992 y conquistó el Open de Australia en 1998– y muchos argumentos en la raqueta, pero la marea se lo lleva por delante. Alcaraz le aguanta el pulso y le encuentra el mentón en el segundo parcial, cuando el norteamericano aprieta a fondo y amenaza con la rotura; sin embargo, el peligro le vuelve como un bumerán y el que pierde el servicio es él, y el español sabe ponerle el lazo al duelo en la tercera manga. Alcaraz, pues, ya luce en la cuarta ronda.

Después del susto sufrido en la escala anterior, en la que salvó una bola de partido contra Albert Ramos y vio demasiado cerca el fuego, el chico de El Palmar se desenvuelve con aplomo y oficio para lograr una victoria (31 esta temporada, por solo tres derrotas) que obliga a la revisión y vuelve a situarle en un espacio de privilegio, al compás de los fueras de serie: a sus 19 años, Alcaraz –citado el domingo con el ruso Karen Khachanov– es el octavofinalista más joven en Roland Garros desde que Novak Djokovic alcanzara la cota a la misma edad en la edición de 2006. Si le diera por pulverizar definitivamente el establishment y conquistara la Copa de los Mosqueteros el 5 de junio, sería el más precoz en hacerlo desde que triunfara Rafael Nadal en 2005; también, 19 años.

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