Fátima Diame alcanza su destino con un bronce en longitud en el Mundial de atletismo

Media España atlética, después de gozarla con Ana Peleteiro-Compaoré y sus 14,75 metros de bronce al ritmo de los Clash, Rock the Casbah, debate a la hora del café en Glasgow, pintas mediante, sobre el 800 nocturno, la consagración invernal de Mariano García, su maestría, es de esperar, pero Iván Pedroso no tiene tiempo que perder. El cubano vuelve al tajo en la pista de calentamiento porque a las siete salta otra de sus pupilas, la valenciana Fátima Diame, especialista de longitud. Los que pasan y saludan le alaban a Pedroso con un, pero pareces Dios, todo lo que tocas vuela, reconociendo su toque personal en la construcción de la Peleteiro más fuerte que nunca; François Beoringyan, el entrenador del vallista infeliz Asier Martínez musita un, no sabe la gente lo que vale Pedroso, todos deberían acercarse más a él, y los sabios susurran, puede haber medalla, puede haber medalla. Solo dos, Tara Davis y Larissa Iapichino, saltan más que Fátima, y si no hace muchos nulos, allí estará.

Allí está. Allí llega. Una serie in crescendo, desde 6,47m, 6,50m hasta 6,78m en el quinto intento, y solo un nulo. Una medalla de bronce en la que solo ella, su gente en Guadalajara, ciudad a la que emigró en septiembre de 2021 desde Valencia, donde nació hace 27 años y donde entrenaba a las órdenes de otro histórico, Rafa Blanquer, y con el que consiguió saltar 6,81m, su mejor marca al aire libre.

Por delante de Diame, que con su mejor salto en pista cubierta alcanza el destino que le prometieron sus magníficos comienzos, su potencial extraordinario, se clasificaron la norteamericana de 24 años, gozosa y superclase, bailarina feliz, Tara Davis (7,07m) y su compatriota sorprendente Mona’e Nichols (6,85m). La hija de Fiona May, Iapichino, campeona del mundo al aire libre en Budapest, fue séptima, con 6,69m.

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