Feijóo se resigna a liderar la oposición un mes antes de ir a la investidura

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, empieza a asumir, y con él su partido, que no logrará la investidura en las votaciones de la sesión el 26 y 27 de septiembre y comienza a prepararse para el próximo futuro como jefe de la oposición. El presidente popular inició este domingo el curso político en el Castelo de Soutomaior, en Pontevedra, en un acto en el que intentó reafirmar varios simbolismos históricos para el PP, con un discurso que avanzaba teóricamente las “líneas maestras” de un proyecto de gobierno y de Estado, pero que en realidad fue un conjunto de deberes que se autoimpone para vigilar desde la oposición al Ejecutivo divisivo con el que quiso descalificar al Gabinete de Pedro Sánchez. Pero tanto Feijóo como otros dirigentes del PP destacaron que las medidas que anticipó este domingo, y que repetirá en el discurso de investidura, pretenden convertirse “en la primera piedra del próximo gobierno de España del PP”, sea cuando sea.

El PP hacía ocho años que no acudía a darse su tradicional baño de unidad y ánimos entre sus cargos y militantes en el Castelo de Soutomaior porque en los últimos mandatos la Diputación de Pontevedra, de la que depende el mantenimiento y conservación de ese patrimonio histórico, gobernada por el PSOE, no quería actos políticos en ese edificio. El nuevo presidente de la Diputación, Luis López, y el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, ambos del PP, aprovecharon el momento para reivindicar su triunfo con los cambios de gobiernos tras las últimas elecciones locales y adelantaron que las placas retiradas a Mariano Rajoy y el padre de Rueda, como responsables en su día de recuperar y rehabilitar ese inmueble cuando mandaban ellos en ese organismo, serán recuperadas. Esa decisión pretendía ser otro gesto más de fuerza y restauración de unas sensaciones positivas que el PP ha parecido haber extraviado tras los resultados electorales del 23-J.

El presidente gallego, relevo de Feijóo al frente de la Xunta y del PP de Galicia, utilizó su intervención para lanzar un mensaje en nombre de todos los barones autonómicos presentes —estaban todos menos la madrileña Isabel Díaz Ayuso, el valenciano Carlos Mazón, y los presidentes de La Rioja, Cantabria y Ceuta— para augurar que su anterior mentor y patrón, el líder nacional, “será el próximo presidente de España, cuando tenga que ser, cuando toque” y apeló a no resignarse y “rematar la jugada”. Lo soltó varias veces, aunque comentó que preferiría que fuese cuanto antes mejor.

Feijóo, imbuido en ese ambiente favorable, agradeció a todos los cargos presentes los respectivos triunfos en sus territorios, criticó de nuevo duramente a Pedro Sánchez y sus intentos de negociar su investidura con partidos nacionalistas e independentistas, y explicó a su manera por qué quiere presentarse a una votación que parece estar abocada al fracaso porque, como repitió en varias ocasiones, le faltan “cuatro votos” para superar los 176 que conforman la mayoría absoluta. El líder popular argumentó así que asume el encargo que le hizo el rey Felipe VI “por lealtad a la Constitución y la democracia parlamentaria, para desbloquear la gobernabilidad” y porque se considera legitimado para ello por haber ganado las elecciones en votos, porcentajes y escaños.

Pero ese mensaje reiterado, en el que desglosa la cantidad de poder acumulado por el PP en su etapa al mando, lo trufó de una serie de promesas de medidas y alternativas que no parecían destinadas a prosperar en su debate de investidura ya señalado para dentro de un mes. Al contrario. Feijóo mencionó ahí las bases de su proyecto “reformista” y citó la revisión de la financiación autonómica, el plan nacional del agua, la viaiblidad de las pensiones, romper el declive demográfico o garantizar la sostenibilidad del sistema nacional de salud, pero para sustentar que su discurso contendrá “una visión de Estado y de defensa de los intereses generales y no de las subastas para aplacar los intereses de las minorías”. Y fue así cómo habló de que su proyecto de país no es sólo para el PP ni mucho menos para ahora.

El líder popular asumió de esa manera que aunque todas esas ideas, “atractivas también para votantes que no sean del PP, no saliesen por cuatro votos” en su investidura, sí “tendrán vigor durante los siguientes años”. Y mencionó incluso que serán “su programa de gobierno de futuro”. También digirió, al fin, que si en su votación de investidura fracasa “a corto plazo” ese paquete de propuestas serán “la primera piedra del próximo gobierno de España del PP”, aunque no pudo concretar cuándo. Los casi 1.700 cargos concentrados en los jardines del castillo empezaron ahí a corear: “Presidente, presidente, presidente”.

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Dirigentes y barones del PP llamados a filas este domingo en Galicia concluyeron que Feijóo intentará durante este mes hablar con todos los partidos que se presten (no mencionó a JuntsxCAT en ningún momento) pero también concedieron que tiene que asentar además cómo quiere que transcurra la legislatura y el tono de su partido si esa votación no prospera, como todo parece vaticinar. Ese debate de fondo podría, en cualquier caso, postergarse unas semanas hasta conocer ya oficialmente el resultado de esa sesión “porque no es lo mismo preparar el partido para gobernar que para hacer oposición”.

El presidente popular no dio pistas sobre cómo pretende consumir esta próxima semana o las siguientes hasta ese debate en la ronda que va a abrir con los demás partidos y presidentes autonómicos que se presten a hablar con él. Lo discutirá este lunes con su comité de dirección, aunque este domingo mantuvo una comida de trabajo en Galicia con los barones y los componentes de su equipo. El sistema, el método y el calendario están por concretar. Lo que sí anticipó en Soutomaior es que quiere hablar y dialogar con todos los que acudan, menos EH Bildu, a los que excluyó, pero defiende que eso no quiere decir que esté dispuesto a “ceder a chantajes o subastas”, como acusó a Pedro Sánchez, del que llegó a decir que su modelo es “de ruptura” y que ha llevado a España “al abismo político, territorial, existencial y económico”.

El dirigente popular auguró ahí que el líder del PSOE pondrá ahora en marcha lo que él llamo “fábrica de mentiras para seguir mintiendo a todos” y buscar otra manera de llamar a la ley de amnistía y el referéndum de independencia que le reclaman las formaciones separatistas catalanas, y concluyó: “En la vida no vale todo”.

Feijóo se autopresentó como un futurible “presidente libre y al servicio de España” frente a otro “secuestrado y débil porque depende de 24 partidos”. Y fue ahí, al final, cuando regresó a cierta asunción pesimista para sus intenciones: “Es mejor perder una investidura, y que no pierda España, que perder la dignidad de los españoles”.

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