Jai Hindley se corona en Verona, el primer ciclista australiano que gana el Giro de Italia

Los de Perth, una ciudad alejada de todo, allí, sola, perdida en la costa oeste, no son precisamente los más envidiados en Australia, un país gigantesco y solo, allí perdido, en las antípodas de todos. La gracia de la serie Upright, tan auténtica, dicen los australianos, estaba, al parecer, en lo extraño que debe ser que alguien allí desee atravesar todo el continente por el desierto de este a oeste, cuando lo habitual es migrar al revés, hacia el sol que nace, y cuando el protagonista se cruza con una cuadrilla que huye de Perth, después de hablar con ellos concluye que no son precisamente gente muy interesante. “Lo único de lo que hablan es de que el resto del país les debe más respeto y de cómo el centro de la ciudad está progresando de verdad”, dice el protagonista, desesperado, y quizás uno de esos que hablaban así, tan aburridos, podría ser perfectamente Jai Hindley, que salió de Perth en bicicleta y, a los 26 años, entra en bicicleta en la Arena de Verona pedaleando sobre una alfombra rosa, y viste de rosa feliz, ganador del Giro. Un freaky del ciclismo y un sueño casi tan grande como su ciudad, por lo menos.

La contrarreloj final, 15 kilómetros en el circuito Delle Torricelle, el mismo en el que Óscar Freire ganó dos Mundiales, supuso el triunfo de uno de los mejores talentos jóvenes italianos, Matteo Sobrero, de 25 años, y su casco tricolor, como su maillot de campeón de Italia, con un Lobo y un cronómetro, el lobo de su sobrenombre, porque llega de Mointelupo, junto a Alba, en el Piamonte y las Langhe, y el cronómetro que también le une a su cuñado, Philippo Ganna, también piamontés, campeón del mundo contrarreloj y olímpico en pista. La igualdad que en todas las montañas, menos en una, unió a Carapaz y Hindley se mantuvo en la contrarreloj, en la que solo siete segundos pudo recortar al ecuatoriano en el día de su 29º cumpleaños al australiano que le aventajaba en 1m 28s.

Hindley es el primer ciclista australiano que gana el Giro de Italia. Lo hace Hindley 11 años después de que Cadel Evans, que creció y se hizo ciclista en la otra Australia, la urbana y densa del Este, Melbourne, ganara el Tour de Francia, pero a diferencia del campeón del mundo de 2009, para quien la grande boucle de 2011 constituyó la cúspide de su carrera, para el chaval de Perth el Giro del 22, que llega dos años después de un frustrante segundo puesto en 2020, debería ser no menos que el anuncio de un brillante porvenir retrasado aún por la mala suerte, las caídas las enfermedades.

Y en Verona, y hablando su italiano de siempre, suave y ceceante, Evans,que tiene casa en el Ticino suizo, parecía aún más niño feliz que el Hindley que cuando empezó el Giro anunció sus intenciones de campeonar con un refrán sobre lo que es perder el tiempo que dio la vuelta al mundo, eso de “no he venido aquí a poner calcetines a un ciempiés”. “Y estoy aquí por él”, dice Evans. “Subí a la Marmolada como lo que soy, un tifoso australiano que viene aquí a animar a un australiano a ganar el Giro, cosa que no sucede muy a menudo, y cómo la gocé en la cuneta, a tres kilómetros de la cima de la Marmolada, y justo delante de mí Carapaz empezó a perder la rueda de Jai…”

Tuvo suerte, Evans, qué vista la suya. Estaba, como si alguien le hubiera dado el queo, en el único metro en el que en los más de 3.000 kilómetros de todo el Giro sucedió algo realmente único. Un único ataque, y una victoria para un escalador en estado de gracia sobre el escalador ecuatoriano, tan impresionante Carapaz cuando derrotó a Roglic y Nibali con aceleraciones explosivas, pura dinamita, para ganar el Giro de 2019, y sobre el español Mikel Landa, para quien su segundo tercer puesto en el Giro, siete años después del de 2015, en el que tantas expectativas creó –dos etapas victoriosas, un ataque que dejó al borde del KO a Contador, ganador final–, no le deja tan buen sabor de boca, sobre todo porque lo ha conseguido sin más brillo que el de su capacidad de estar ahí, un pasito por detrás de dos, un paso por delante de todos los demás, durante tres semanas de mayo, de Budapest a Verona. Quinto terminó Pello Bilbao y décimo, y maglia blanca de mejor joven, el primer español que la gana en el Giro, Juanpe López, el ciclista de Lebrija que en su debut en el Giro vistió 10 días de rosa. Undécimo, en su último Giro, en su último año de carrera, Alejandro Valverde.

[Noticia de última hora. Habrá actualización en breve]

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Enlace de origen : Jai Hindley se corona en Verona, el primer ciclista australiano que gana el Giro de Italia