Jaume Collboni, un corredor de fondo para Barcelona

La carrera electoral en Barcelona arrancó como una película de suspense y ha acabado justo igual. En el último minuto, ya con el Salón de Plenos vestido de gala y lleno de tensión, Ada Colau ha acordado votar al socialista Jaume Collboni y han despejado su camino a la alcaldía. Poco antes, los comunes han emitido un comunicado en el que aceptaban la exigencia del PP de que no debían implicarse en el gobierno municipal. El gesto ha provocado un súbito cambio de guion que ha acabado dando la vara a Collboni, un corredor de fondo del PSC de Barcelona, forjado en mil y una batallas que ha alcanzado, pese a quedar en segunda posición el 28-M, el sueño de su vida ganando la alcaldía a un estupefacto Xavier Trias (Junts).
La jornada electoral del 28-M dejó la contienda abierta y llena de incertidumbre, pero está claro que Collboni dio en esta alocada carrera el disparo de salida a las 7.45 de la mañana del lunes 23 de enero cuando envió un mensaje de WhatsApp a Colau, que en ese momento preparaba el desayuno de sus hijos, para comunicarle que abandonaba el gobierno de coalición del Ayuntamiento. Cuatro horas después, comparecía en la sede del PSC para decir que quería ser alcalde y que se iba a hacer campaña aunque el resto de ediles socialistas siguieran en el gobierno. El gesto, que le provocó una lluvia de críticas, desencadenó un inesperado y brusco acelerón en la pugna entre la alcaldesa, Trias, Ernest Maragall (ERC) y el propio Collboni que no se ha despejado hasta hoy gracias a los votos de comunes y PP. “Es legítimo y se debe de respetar”, ha dicho en su discurso tras tomar el cargo.
Tras su decepción por quedar en segunda el 28-M y encima por detrás de Trias, el socialista apenas ha comparecido estas semanas con la firme esperanza de cumplir la tradición sindicalista de que no se renuncia a nada hasta el último segundo de la última negociación. Y, justamente por eso, le disgustó cuando supo que los comunes empezaban a abandonar despachos. Nacido en Barcelona en una familia de clase media en el barrio del Baix Guinardó, Collboni es un socialista barcelonés de pata negra curtido en un largo historial de derrotas electorales. De los cuatro aspirantes, es el único que nunca ha ganado unas elecciones: sucumbió primero ante Colau en 2015; ante Ernest Maragall en 2019 y el 28-M ante Trias. Cuestionado por voces de su propio partido, que ya dudaban de su idoneidad como candidato, Collboni, abogado de tradición sindicalista, sabía que no habría una cuarta oportunidad y desafió a Colau y Trias negando que la batalla fuera cosa de dos.
Considerado un hijo político del actual ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta, Collboni empezó a flirtear con la política en la Asociación de Jóvenes Estudiantes de Cataluña (AJEC) ya muy vinculada al PSC. Trabajó de camarero y soldador hasta que en 1996, ya con la carrera de Derecho en el bolsillo, ganó unas oposiciones en la Diputación de Barcelona. Estuvo liberado como delegado sindical y en la UGT donde impulsó un gabinete técnico que cocinó muchas políticas. Trabajó codo con codo con Pepe Álvarez, secretario general de la UGT, que admite que llegó a pensar que podía ser su relevo pero que le tiró más la política. “Es un hombre de gestión”, afirma.
Su primer paso relevante en el partido fue en 2010 cuando fue jefe de campaña de José Montilla en las elecciones autonómicas
Su primer paso relevante en el partido fue en 2010 cuando fue jefe de campaña de José Montilla en las elecciones autonómicas. Meses después alcanzó cierta notoriedad tras contraer matrimonio en el Ayuntamiento de Barcelona con Óscar Cornejo, productor de Sálvame y de otros programas de La Fábrica de la tele del que se divorció en 2016. No ha ocultado que sería un orgullo para él ser el primer alcalde homosexual de Barcelona. Fue diputado en el Parlament (2010-2014) en los primeros años del procés que sumieron al PSC en una profunda crisis que generó la salida de los soberanistas. En 2014, decidió dejar la cámara para prepararse para unas diputadas primarias del partido con cinco candidatos para ser alcaldable. Las ganó en medio de un escándalo por una sospechosa participación de un nutrido grupo de paquistanís en aquellas elecciones internas.
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Testarudo, reacio a delegar, pactista y alérgico al conflicto, Collboni mostró desde el primer día su absoluta fidelidad a Pedro Sánchez y ha contado con la lealtad de Salvador Illa, el primer secretario del PSC, que fue su jefe de gabinete en el Consistorio. Federalista convencido, Collboni dice con pesar que ha perdido amigos por el procés aunque acudió más de una vez a Estremera a ver a su amigo Quim Forn (Junts).
Amante de la cocina, de los gatos -tiene dos: Aretha y Franklin-, de la robótica y el parapente -le encanta volar-, Collboni vive muy cerca del mar y se desplaza en moto eléctrica por la ciudad. Seguidor del Barça y muy aficionado al teatro, es un hombre muy familiar con una relación muy estrecha con su hermana y dos sobrinos, con quienes acudió a votar. “Voy a por todas”, dijo la noche electoral y contra pronóstico ha logrado el sueño de ganar la alcaldía de Barcelona para los socialistas por primera vez desde 2011. Le queda otro sueño que cumplir: coronar el Everest y no quedarse solo, como ya hizo una vez, en el campo base del Anapurna.
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