Joan Laporta: “El FC Barcelona no vendió entradas a los seguidores alemanes, no es culpable, pero sí responsable”

Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, salió a la palestra para dar “las explicaciones pertinentes” tras la presencia masiva de aficionados alemanes la semana pasada en el Camp Nou y detallar qué medidas tomará el club a partir de ahora cuando el estadio vuelva a acoger un partido internacional. El objetivo y la promesa: que aficionados del equipo rival no pueblen las gradas del estadio azulgrana y se salten todas las medidas de seguridad de la entidad como ocurrió el pasado jueves durante el partido de la Liga Europa contra el Eintracht de Fráncfort. “El club no es culpable de lo que pasó, pero sí es el responsable. Intentaremos que eso no se vuelva a repetir”, afirmó el máximo mandatario azulgrana.

La promesa se sustenta en un cambio de modelo que se implantará próximamente y que exigirá que las entradas sean nominativas. Pero antes, Laporta desglosó, con la información que está en poder del club, quienes y cómo accedieron al Camp Nou en el último partido de competición europea. En esos cuartos de final de la Liga Europa, el estadio azulgrana fue tomado por los hinchas alemanes. Para sorpresa del propio club y hasta de los cuerpos de seguridad autonómicos. Y eso ocurrió, explicó el presidente, porque funcionó mejor que nunca la reventa y, también, porque hubo una buena cantidad de socios que vendieron su localidad a terceros. Los mecanismos de seguridad de la web del club funcionaron, según la versión oficial.

La asistencia al estadio fue de 79.468 aficionados. De esos, había (supuestamente) 37.746 abonados. Y, además, se pusieron a la venta 34.435 entradas, entre las que se incluyen las 5.000 que, por normativa de la UEFA, se destinan al equipo contario. Claro que, era notorio y evidente que en el Camp Nou había muchos más alemanes. Probablemente, casi todos los que no eran abonados. Aunque el club no pudo ofrecer una cifra global, sí asumió que fueron muchos más de los esperados. A pesar de que, defendió, funcionaron los sistemas de seguridad de venta de entradas: “El club no vendió entradas a los alemanes”, afirmó el presidente.

De esas 29.435 entradas que había a la venta, unas 1.500 se compraron en las taquillas del estadio, donde no se puede comprar sin pasaporte o un documento identificativo que certifique que uno es residente en España; 3.633 las vendieron los turoperadores que trabajan con el Barça; y el resto de entradas ordinarias, 24.302, se vendieron a través de la web. El sistema, explicaron, responde a unos mecanismos de control que impiden que esos tíquets puedan adquirirse desde una IP alemana o con tarjeta de crédito que no sea española. Por eso, argumenta el club, la reventa, la mala praxis de uno de los turoperadores –a quién se le rescindirá el contrato, informó el presidente Laporta–, y la deslealtad de unos 7.800 socios del Barcelona, que adquirieron su tíquet con un 50% de descuento y vendieron su entrada a un tercero, provocaron el caos en el Camp Nou. Eso significa que 16.502 entradas se vendieron a través de la web y escaparon al control del Barcelona, pues la mayoría acabó en posesión de los aficionados del Eintracht.

El club azulgrana hizo así unos 3,6 millones de euros en venta de entradas ese jueves de inicio de las vacaciones de Pascua. “El problema no son los turoperadores que actuaron mal, sino el grueso de esas 29.435 entradas, que fueron compradas y acabaron en manos de los alemanes, cuando ellos no podían comprarlas. Algunos las consiguieron en los alrededores del estadio. Las habían comprado en primer término agentes no oficiales y grupos organizados en la reventa de entradas”, explicó Laporta. “Además, de los socios que compraron su entrada y esa entrada acabó en manos alemanas, ellos sabrán cómo y por qué lo hicieron. La comisión de disciplina acabará actuando y el club estudiará también las medidas a tomar con esos socios”. Porque el club, dijo el presidente, “sabe quiénes son”. Habrá, pues, “un diálogo constructivo para saber qué ocurrió y por qué toda la tercera gradería era blanca y estaba llena de seguidores alemanes”. También en la primera y en la segunda gradería se veían grupos de alemanes. “Esas son entradas que no están a la venta”, matizó Juli Guiu, vicepresidente de la entidad. Entradas que salieron de los propios socios del Barcelona.

El partido se disputó contra un equipo, el Eintracht, que cuenta con “una afición movilizada y un grueso de socios con poder económico”, dijo el presidente. Aficionados que intentaron comprar sus billetes en la web del club. De hecho, el mecanismo de seguridad bloqueó más de 21.000 compras. “Algunos lo intentaron hasta ocho veces, el sistema estaba funcionando”, remarcó. Pero buscaron otras vías. El jueves, día en que empezaba la operación salida de Semana Santa, se daban “las circunstancias idóneas para que alguien sacara un beneficio”, lamentó Laporta.

Desbordados por la masiva asistencia de seguidores foráneos, no menos de 30.000, también la seguridad del estadio se vio afectada. Lo explicaba Lluís Miquel Venteo, director de seguridad de la entidad. “Era un partido de alto riesgo. Y nos preocupaban esos 5.000 seguidores con entrada, de donde podían llegar los radicales del Eintracht”, explicó. Pero pronto vieron que la situación no era la esperada. Tenían controlado el perímetro del estadio y advirtieron que venían muchos más de 5.000. Los vídeos domésticos dejaron buena muestra de esa masa uniforme que caminaba desde el centro hacia el Camp Nou y con los que nadie contaba. “Sabíamos que venían alemanes sin entradas, porque estábamos en contacto con los Mossos d’Esquadra. Ellos estaban preparados para actuar fuera del estadio, la sorpresa fue ver que se agolpaban a las puertas del estadio, porque efectivamente sí tenía entradas. Y además, entraron en masa desde el minuto uno. Aquello nos obligó a replantear el sistema de seguridad y a destinar a más gente en las zonas más conflictivas. Llegamos a doblar el personal implicado en la seguridad durante el partido”, explicó.

Pero no fue suficiente. El club no dio abasto para controlar a los miles de seguidores de Fráncfort repartidos por todo el estadio. Que veían el partido de pie, que fumaban –está prohibido en el Camp Nou– y bebían sin parar. “Eso contrasta con nuestra afición, que ve el partido sentada en su asiento. Y provocó algunos enfrentamientos”, convino Venteo. El resultado no ayudó a calmar los ánimos de los aficionados alemanes. A pesar de todo, el volumen de incidentes graves fue “limitado”.

A partir de ahora, y como ya adelantó el presidente Laporta hace unos días, las entradas para los partidos internacionales o incluso para aquellos considerados de alto riesgo, serán nominativas. Uno de los sistemas con los que se plantea trabajar el Barcelona es con aplicaciones móviles que permiten una trazabilidad de cada entrada. “Es un cambio de cultura que pretende que sepamos quién es la persona que accede al estadio”, informó Guiu. Eso no significará que el socio no pueda ceder su abono, pero el club siempre deberá saber quién es el destinatario final. Además, el seient liure, ese que permite liberar una localidad de un abonado para ponerla a la venta, funcionará solo para los socios del club. “Debemos seguir unos criterios que prioricen la asistencia de los socios al estadio. Tendremos que ser más estrictos”, remató Laporta.

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