Keys tumba a Sabalenka y triunfa en el Open de Australia

El triste llanto de una es la felicidad de la otra, que también derrama lágrimas. Y no es para menos. Resulta que Aryna Sabalenka, llorera bajo la toalla, raquetazos contra el banquillo y el asfalto esta vez, no perdía un partido en el Open de Australia desde 2022 y que se había hecho con los dos últimos títulos de carrerilla, despachando a las rivales como si fueran moscas, a manotazo limpio; desde entonces, 20 triunfos de la bielorrusa, una ronda tras otra descontada y la sensación de que para derribarla sería precisa una proeza, que contra todo pronóstico llega en este sábado de pelotazos y vértigo, dos derechas de fuego, abrasadoras; la firma Madison Keys, una jugadora que camina de puntillas por el circuito y que ahora celebra su primer grande tras redondear su partidazo, señorísimo torneo el suyo, y sellar el 6-3, 2-6 y 7-5 (en 2h 02m) que le encumbra.
Detrás de Keys no hay una de esas grandes historias, nada de dramas, ni rarezas, ni excentricidades ni heroicidades; sencillamente, trabajo, trabajo y más trabajo de una tenista que parecía haber perdido el tren del éxito, después de que se le hubiera escapado la final del US Open de 2017 frente a Sloane Stephens y empezase a ver cómo las jóvenes que irrumpían en la élite venían con más fuerza y tanta o más hambre que la hornada de las treintañeras. Sin embargo, ella, 29 años ya, nunca ha bajado los brazos y ha seguido remando aferrada a la idea de que en un momento u otro tendría su oportunidad. Llega esta en Melbourne y contra Sabalenka, quién lo iba a decir. El premio a la insistencia. “La lección más valiosa que extraje de entonces es que el 99% del tiempo que vaya a estar sobre una pista me sentiré incómoda”, dice.
Pero la incomodidad, sin embargo, la percibe desde la primera bola en juego Sabalenka, que enfrente encuentra a una rival que despide la pelota con tanta determinación y tantísima pólvora como ella. Voces y más voces por parte de la de Minsk, pegadora ruidosa, frente al ejercer silencioso, decidido y lineal de la campeona, tras cuya ascensión se esconde un secreto: su derecha. El drive de Keys despide tiros a un promedio de 130 kilómetros por hora, lo que significa que golpea la bola regularmente por encima del registro general establecido en el circuito masculino (117 km/h) en 2024. Borda la de Rock Island el primer parcial, apabullante, y pese a que la número uno reingrese en el partido con todo, remata su obra de estas dos semanas. Con su triunfo, a historia se refiere a la veteranía.
Keys es la cuarta tenista más veterana en lograr su primer major tras la italiana Flavia Pennetta (US Open de 2015 con 33 años), la británica Ann Jones (Wimbledon de 1969 con 30) y la italiana Francesca Schiavone (Roland Garros de 2010 con 29). “El deporte es sobre todo una cuestión de disciplina”, recuerda Jannik Sinner en un anuncio de la televisión. Pero también de valentía. “Tenía que ir a por ello y he confiado al cien por cien en mí”, concede la ganadora, persistente y cabezota. Tan sólo la italiana Flavio Pennetta, que necesitó 49 intentos, y la francesa Marion Bartoli, con 47, precisaron de un mayor número de participaciones en un Grand Slam antes de cantar su primer bingo en un gran escenario.
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