La CEOE da el visto bueno a la última propuesta para la reforma laboral y acerca el acuerdo final

Los empresarios han dado el visto bueno al último documento que trasladó durante la reunión de este miércoles el Gobierno, y a falta de que los órganos internos de UGT y CC OO lo ratifiquen, la intensa negociación de la reforma laboral puede darse por concluida. El nuevo marco legal que regulará en los próximos años las relaciones laborales en España es el resultado de una negociación compleja, extensa en el tiempo, y tremendamente exigente en sus últimos compases. Con esta reforma laboral, la primera que recibe la bendición de todos los agentes sociales en más de 30 años, se busca hacer frente a la temporalidad, la principal lacra que castiga al mercado de trabajo, reequilibrar la negociación colectiva, deshaciendo el último cambio normativo que el PP introdujo en 2012, y que entregaba más poder a los empresarios, e impulsar el contrato indefinido para limitar la dualidad del mercado de trabajo. Todo ello, además, sin que las empresas pierdan flexibilidad interna, como exige la Comisión Europea.
Los distintos órganos internos de UGT, CC OO y CEOE han sido convocados durante la mañana de este jueves para evaluar el último documento que el Gobierno puso encima de la mesa el día anterior, y en el que se recogían las líneas maestras que han tutorizado toda la negociación. Un armisticio que llega a su final tras nueve frenéticos meses en los que han sobresalido las tensiones internas presentes en el seno del Ejecutivo, y que han capitalizado algunos de los momentos más trascendentales de las conversaciones.
La verdadera viabilidad aplicativa de la derogación de la reforma laboral de 2012 que enarboló el Gobierno durante los primeros compases del proceso negociador abrió la veda de los enfrentamientos en el seno de la coalición. Mientras que el presidente, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta y Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, sincronizaban su ambición proclamando una derogación total de la normativa vigente, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, apelaba a una “modernización” del texto.
Sin embargo, la intervención de Calviño que más soliviantó a los agentes sociales tuvo lugar durante el congreso de CC OO a finales del mes de octubre. Entonces la vicepresidenta económica calificó como “preliminares” los encuentros celebrados hasta ese momento entre el Ministerio de Trabajo, sindicatos y patronal. La chispa de aquellas palabras terminó por prender cuando, ese mismo día, Economía envió una comunicación a través de correo electrónico a Trabajo en la que se decía que sería el ministerio de Calviño el que coordinaría una negociación que ya no llevaría solo Díaz. Un movimiento que fue catalogado como una “injerencia” por parte de UP, que reclamó una reunión para revisar el acuerdo de coalición entre ambos partidos.
Para detener el incendio, Sánchez arropó a Calviño y estableció que a partir de ese momento Trabajo pilotaría la negociación con patronal y sindicatos, pero sumó a la mesa a representantes de Economía y de Seguridad Social, además de delegados de otros ministerios en función del asunto que se tratase en cada momento. Un bálsamo que suturó la hemorragia, aunque ralentizó el desarrollo de los encuentros al acrecentar el número de intervinientes.
Mayor frecuencia y desgaste
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Para evitar la pérdida de velocidad de los encuentros, y con el objetivo de alcanzar un acuerdo antes del vencimiento del plazo comprometido con la Unión Europea (31 de diciembre), los agentes sociales acordaron que las reuniones pasaran a celebrarse diariamente. Una marcha más que, aunque sirvió para avanzar con distintas materias, acrecentó el desgaste de los agentes sociales, que han terminado exhaustos.
A comienzos del mes de diciembre el panorama comenzó a despejarse y se establecieron las bases principales del texto definitivo. Se pactó el nuevo esquema de actuación contra la temporalidad a partir del establecimiento de dos únicas tipologías para este tipo de contratos (estructural y formativo); se recuperó la prevalencia del convenio sectorial frente al de empresa y se potenció el uso del contrato fijo-discontinuo para los trabajos de carácter estacional.
Los esfuerzos de la patronal durante toda la negociación han tratado de rebajar las aspiraciones de la reforma. Su presidente, Antonio Garamendi, ha venido advirtiendo de que la recuperación del mercado de trabajo que se está produciendo es fruto de las bases que se establecieron en la anterior reforma y, por tanto, ha tratado de que el escenario variase lo menos posible. Fuentes de la CEOE, sin embargo, reconocen que establecimiento de medidas de control de la temporalidad era un objetivo compartido. Sin embargo, han existido discrepancias con las propuestas presentadas para su contención.
El último golpe de efecto se produjo al inicio del mes de diciembre, cuando la patronal se descolgó planteando un contrato temporal con multitud de causas que rompía con la dinámica negociadora en ese apartado. En aquella propuesta se recogían hasta seis causas de producción que los justificaban, además de las previstas para contratas, subcontratas y licitaciones de la Administración cuando no pudieran hacerse contratos con fijos discontinuos. Ese movimiento descolocó al resto de agentes sociales, que lo interpretaron como una maniobra pensada para agradar de puertas hacia dentro del organismo de los empresarios.
Para que el marco establecido por Gobierno, sindicatos y patronal eche a andar deberá ser validado por el Consejo de Ministros el próximo martes, 28 de diciembre, y a partir de ahí su entrada en vigor dependerá de si se tramita como proyecto de ley (lo que retrasaría su aplicación) o a través de un real decreto-ley que lo aceleraría.
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