La Guardia Civil detalla el destino que le dio Zaplana a las mordidas recibidas por adjudicaciones amañadas

Los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil han desgranado, durante la sesión de este jueves del juicio del caso Erial, el destino que el expresidente de la Generalitat Valenciana y exministro Eduardo Zaplana dio a las mordidas que obtuvo por la adjudicación amañada de las ITV y los parques eólicos cuando lideraba la administración autonómica.

Un piso en Madrid, dos áticos en Altea, unas parcelas en Villajoyosa, un barco, vuelos en avioneta y dinero en metálico son algunos de los bienes que, según la Guardia Civil, Zaplana adquirió y disfrutó con dinero procedente de las comisiones ilegales. Anticorrupción acusa al exdirigente del PP de prevaricación, cohecho y blanqueo de capitales, entre otros delitos, por los que pide una condena de 19 años de cárcel. En contra de Zaplana ha declarado un amigo de la infancia, Joaquín Barceló, que admitió ser su testaferro, el jefe de gabinete del expresidente de la Generalitat, Juan Francisco García, que reconoció el amaño del concurso y los empresarios Vicente y José Cotino, que confesaron haber pagado comisiones por las adjudicaciones.

Los tres agentes que realizaron la investigación a Eduardo Zaplana y a las sociedades a través de las que se recibieron las comisiones han ratificado ante el tribunal los informes en los que detallaron el provecho que sacó de las mordidas.

Un piso en Madrid en la calle Núñez de Balboa comprado por la empresa Costera del Glorio por 1,6 millones de euros fue uno de los bienes en los que Zaplana invirtió las comisiones, según la acusación. El piso nunca se escrituró a su nombre sino al de una mercantil del testaferro confeso pero el exministro fue el único que ocupó la vivienda tal como declararon durante la investigación la señora de la limpieza del piso y el conserje del inmueble.

Otra de las operaciones desveladas por la UCO es la de la adquisición de una casa en La Finca, una urbanización de lujo en Pozuelo de Alarcón, a través de una persona interpuesta, un testaferro que acompañaba a Eduardo Zaplana. La vivienda se vendió dos años y medio después con una plusvalía de cerca de 3,5 millones. Otra de las empresas fantasma fue la que compró de dos áticos en la localidad alicantina de Altea por cerca de medio millón de euros. También se adquirió un barco del que Zaplana figura como uno de los ocho propietarios, y varias parcelas en Villajoyosa, que costaron más de dos millones de euros. Según la investigación, Eduardo Zaplana se fue de viaje en vuelos internacionales privados y de crucero en yates de lujo.

En su interrogatorio y declaración ante el tribunal, la Guardia Civil ha mantenido que, aunque Eduardo Zaplana no aparezca como titular de las cuentas o mercantiles de la trama, los indicios recopilados “evidencian la titularidad velada” del exministro.

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