La lucha por la supervivencia en el noreste de Siria

La guerra rusa contra Ucrania impacta de forma indirecta a otros países. En Siria, la contienda está produciendo una crisis económica y un aumento de precios sin precedentes, incluido en el noroeste, zona repleta de campos de desplazados. La población del país tiene más dificultades hoy para poner comida en sus mesas. Es el caso de Hamida Al-Hussein, de 70 años.

Al-Hussein reside en una tienda de campaña, con calor en verano y frío en invierno. Vive con su nuera y siete nietos en un campamento al azar en las afueras de Idlib, después de que verse forzados a desplazarse de su pueblo, Umm Al-Kanais, al sur de la ciudad, hace tres años, debido al bombardeo ruso que destruyó su casa en 2019. A pesar de su avanzada edad, esta mujer lucha por asegurar el alimento de sus nietos, quienes se convirtieron en el único sostén económico familiar tras la muerte de su padre. La abuela trabaja duramente en las tierras agrícolas seis horas al día y cobra un pequeño salario de 15 liras turcas, que equivale a menos de un euro.

La mayoría de las personas desplazadas en los campamentos recurren al uso de leña para cocinar debido a los altísimos precios del combustible, el gas y la electricidad; el coste de una botella de gas es de unos 12 euros, lo que significa que una mujer tiene que trabajar seis días, 36 horas, para solo comprar una botella de gasolina que apenas le alcanza para diez días. Y para Al-Hussein, tal gasto es casi imposible de asumir.

El sufrimiento aumenta después de la guerra en Ucrania

En el noroeste de Siria, que está controlado por la oposición armada, las facciones islámicas y Turquía, la guerra sigue activa. El régimen sirio y los aviones de combate de Rusia atacan a civiles con regularidad. Esta región también está experimentando altos niveles de inflación: en enero de este año, el precio de 775 gramos de pan llegó a cinco liras turcas (30 céntimos de euro), y a finales de marzo la cantidad había disminuido a 625 gramos por el mismo precio. Según datos de Unicef, entre febrero y marzo de 2022, la cesta de alimentos se encareció casi un 24%. Ahora, la guerra rusa contra Ucrania ha hecho que la inflación aumente aún más.

Rusia y Ucrania representan más de la mitad del suministro mundial de aceite de girasol y alrededor del 30% del trigo mundial. Mientras tanto, solo Ucrania proporcionó más de la mitad del suministro de trigo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). Los precios de los alimentos, los combustibles y los fertilizantes están aumentando y las cadenas de suministro se están interrumpiendo.

Antes de la guerra en Ucrania, la mitad de la población del noroeste de Siria no podía satisfacer sus necesidades diarias de pan. “Los conflictos, los choques climáticos y el coronavirus, junto con el aumento vertiginoso de los precios de los alimentos y el combustible, están causando que más personas no sepan de dónde vendrá su próxima comida”, advierte OCHA por correo electrónico. Y añade que 3,1 millones de personas padecen inseguridad alimentaria y otro millón de personas están en riesgo de caer en esta situación.

“Casi un tercio de los niños sirios padecen desnutrición crónica. El impacto de la guerra en Ucrania en los precios de los alimentos está empeorando aún más la mala situación”, corroboró Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell, en la VI Conferencia de Bruselas sobre Siria. Más de 6,5 millones de niños necesitan asistencia urgente, lo que supone el mayor número de necesitados desde que comenzó el conflicto en este país.

El noroeste de Siria se ve afectada económicamente por el impacto directo de la economía turca debido a la circulación de su moneda ante la pérdida de la libra siria frente al dólar estadounidense, que alcanzó el nivel más bajo en su historia el mes pasado (4.760 por dólar). También, por la importación de bienes desde Turquía, que comenzó a “impedir la exportación de algunos materiales básicos debido a la escasez dentro del propio país, lo que afecta directamente a las personas y sociedades”, explica Jalal Bakkar, experto en economía turca, en una entrevista telefónica.

El noroeste de Siria también está experimentando altos niveles de inflación: en enero de este año, el precio de 775 gramos de pan llegó a cinco liras turcas (30 céntimos de euro), y a finales de marzo la cantidad había disminuido a 625 gramos por el mismo precio.
El noroeste de Siria también está experimentando altos niveles de inflación: en enero de este año, el precio de 775 gramos de pan llegó a cinco liras turcas (30 céntimos de euro), y a finales de marzo la cantidad había disminuido a 625 gramos por el mismo precio.Omar Albam

OCHA alerta del rápido aumento del número de trabajadores pobres, que se han duplicado en el último año, con un salario diario de entre 20 y 30 liras turcas (1,25 y 1,9 euros). Esto en el mejor de los casos, porque a Al-Hussein recibe apenas 15 por su arduo trabajo (90 céntimos de euro). Debido a las pocas opciones, muchas personas recurren a mecanismos como “tomar dinero prestado, vender sus cosas o elegir alimentos más baratos, todo lo cual aumenta las necesidades de protección de la familia”, advierten desde este organismo.

Desde el comienzo de la revolución siria en 2011, la economía se ha contraído más del 60%. Los motivos incluyen una serie de crisis masivas y sucesivas causadas por la destrucción generalizada de infraestructuras como resultado de las hostilidades, la interrupción del comercio, el transporte y la producción, la pérdida de vida y capital humano. Son algunos de los obstáculos que dificultan las actividades económicas y aumentan la pobreza. El colapso de la economía ha dejado a millones de sirios vulnerables luchando por sobrevivir en el país devastado por la guerra, donde casi el 90% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Tanto es así que siete de cada 10 personas necesitan asistencia cada mes en el noroeste de Siria, según OCHA.

El economista Bakkar espera que haya soluciones a través de las negociaciones entre Rusia y Ucrania, y que las normas humanitarias logren poner fin a la guerra rusa, y así frenar el agotamiento económico de pueblos e individuos. Por su parte, la oficina de OCHA concluye: “La comunidad internacional no ha podido detener la masacre en Siria, pero ha logrado mantener con vida a las personas brindándoles alimentos básicos, suministros médicos y refugio”. Según sus datos, 800 camiones cruzan la frontera cada mes y el Consejo de Seguridad renueva anualmente su acuerdo de ayuda, dado que la necesidad de entregas transfronterizas de ayuda a Siria es “hoy más importante”. España ha anunciado recientemente que aportará siete millones de euros a esta crisis humanitaria. Pero los fondos globales para la atención son, año tras año, insuficientes. Solo Unicef necesita 312 millones de dólares (295 millones de euros) para responder a esta emergencia y otros 20 millones de dólares (18 millones de euros) adicionales “con urgencia” solo para continuar su trabajo en el noroeste del país. “Hasta la fecha, hemos recibido menos de la mitad de lo que requerimos para responder a las necesidades de los niños sirios”, lamentan en un comunicado.

La tienda de campaña en la que Al-Hussein vive desde hace mucho tiempo se ha desgastado y la mujer se queja: “Nadie me la ha renovado”. Y como cualquier otra mujer en el mundo, sueña con dejar la carpa y mudarse a un edificio para vivir de forma digna y segura.

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