La OPEP y Moscú mantienen sin cambios su producción tras el tope occidental al petróleo ruso

Un pozo petrolero en Saint-Fiacre, cerca de París, en 2019.
Un pozo petrolero en Saint-Fiacre, cerca de París, en 2019.Christian Hartmann (Reuters)

El cártel del crudo se da un respiro a las puertas de unas semanas clave para el devenir de los mercados petroleros. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Rusia han pactado este domingo mantener sin cambios sus bombeos para los próximos meses. A unas pocas horas del inicio, este lunes, de la prohibición europea a las importaciones de crudo ruso y del tope de 60 dólares por barril por parte del G7, la decisión despeja los temores a un nuevo recorte. El precedente —el fuerte tijeretazo de dos millones de barriles diarios (el 2% de la producción mundial) aplicado en octubre, que tensó los precios y levantó importantes ampollas en los mayores consumidores del globo, liderados por Estados Unidos— ha pesado en la decisión.

El bazar petrolero global se mueve en un equilibrio siempre inestable. Y en un momento como este, con casi el 10% de la producción —la procedente de Rusia— en el alero, nadie quiere dar un paso en falso. Los 23 ministros de Energía y Petróleo de la OPEP ampliada (u OPEP+), liderada por Arabia Saudí y Rusia, estaban citados este domingo a una reunión telemática para decidir si volvían a reducir su oferta o si optaban por la cautela a la espera de ver los efectos de las medidas que entrarán en vigor este lunes. Esta segunda opción —“esperar y ver”, en palabras de Jorge León, hoy vicepresidente sénior de la consultora energética Rystad tras años en la sala de máquinas cártel— es la que ha terminado imponiéndose.

Los países del golfo Pérsico, mayoritarios en el seno del cártel, parecen haber sacado algunas conclusiones del diluvio de críticas que se cernió sus espaldas el pasado 5 de octubre, cuando recortaron drásticamente la oferta y añadieron un punto adicional de picante sobre la inflación. “Han tomado nota y no quieren volver a ser culpados de nada”, reflexiona León por teléfono.

El precio del crudo cayó el pasado lunes a poco más de 80 dólares por barril, su nivel más bajo en lo que va de año. Los casos de coronavirus no dejaban de crecer en Francia y los Veintisiete parecían inclinarse por la banda alta de precios en el tope al crudo ruso. Un contexto en el que la opción de un nuevo recorte en los bombeos de la OPEP volvía a estar encima de la mesa: todo lo que sea bajar de los 90 dólares por barril es una llamada a la acción por parte del cártel.

La situación ha cambiado desde entonces. Al menos, en tres flancos. Primero, en China: las protestas están obligando al mayor comprador de crudo del mundo a levantar el pie de las restricciones frente a la covid-19, lo que presionará al alza tanto la demanda como los precios. Segundo, la economía estadounidense y europea está resistiendo mejor de lo previsto frente a los tambores de recesión: a corto plazo, el consumo de petróleo no caerá tanto como algunos creían. Tercero, en el apartado de las sanciones, el tope del G7 sobre el precio máximo del crudo que Rusia coloca en el mercado mundial se ha quedado en un nivel (60 dólares) que no obligará al Kremlin a reducir drásticamente sus bombeos, algo que temían algunos analistas y que habría empujado al alza el precio del crudo en los mercados internacionales.

El viernes, el Brent (la referencia europea) cerró en 86 dólares, no tan lejos de la banda de entre 90 y 100 dólares que quiere la OPEP+, pero sí de los 130 que llegó a tocar en los primeros compases de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Lo sucedido en las últimas semanas, argumenta la OPEP+ en el comunicado en el que informa de su decisión, “valida la estrategia” del cártel.

Con todo, el bloque de exportadores aún guarda una carta bajo la manga. Aunque la próxima convocatoria formal no está fijada hasta junio del año que viene, en el ínterin, los 23 exportadores dejan la puerta abierta a reunirse “en cualquier momento para tomar “nuevas medidas inmediatas”. En plata: “Ante tanta incertidumbre sobre lo que pueda pasar de aquí a final de año, opta por dejar claramente abierta la puerta a un cambio de postura en cualquier momento: si el precio vuelve a caer a 80 dólares por barril, reaccionará de inmediato con un recorte en su oferta”, zanja León. “Lo que está claro es que sigue teniendo la sartén por el mango”. Y quiere que quede claro.

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