La productividad de la economía española se frena en los últimos trimestres

La economía española sigue avanzando con buen ritmo, pero lo hace cada vez con más esfuerzo y menos destreza. El país crece, sí, pero no tanto porque se haya vuelto más eficaz organizando sus recursos, sino porque se están echando más manos al trabajo y destinando más dinero a la inversión. La productividad, en cambio, se resiente.

Un estudio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), con datos del primer trimestre de 2025, lo ilustra con claridad. La llamada productividad total de los factores (PTF), el indicador que mide cuánto valor se genera con el capital y el trabajo combinados —es decir, cuánta riqueza se logra sin añadir más recursos, solo organizándolos mejor—, apenas subió un 0,9% respecto al mismo periodo del año anterior. Aunque la cifra sigue siendo positiva, representa una caída muy pronunciada (casi un 40% menos) respecto al promedio anual de 2024, cuando la mejora en eficiencia repuntó un 1,45% según el Observatorio de la Productividad y la Competitividad en España.

Esto supone un frenazo evidente en la tendencia de buena parte de 2024, cuando el crecimiento de la productividad incluso rozó el 2% en el tercer trimestre. Desde entonces la mejora se ha ido apagando, coqueteando con el estancamiento. Así se concluye de los repuntes del 0,9% registrados tanto entre octubre y diciembre del año pasado como en el arranque de 2025.

Esta debilidad se refleja también en el reparto de los factores que explican el crecimiento económico. El PIB aumentó un 3,1% interanual entre enero y marzo, según el observatorio, que toma como referencia el valor añadido bruto porque no incluye los impuestos indirectos y las subvenciones sobre los productos. De ese avance, casi la mitad se debe al empuje del empleo, medido en horas trabajadas. En torno a una cuarta parte proviene de la inversión en capital —como maquinaria, tecnología o infraestructuras—, y solo un 29,4% se explica por mejoras de productividad. Es un recorte importante respecto al promedio de 2024, cuando el 41,7% del crecimiento nacional se apoyaba en ser más eficientes.

El informe lo resume con una advertencia clara: “El patrón virtuoso de crecimiento económico basado en las mejoras en la eficiencia productiva que se observó desde mediados de 2023 y en 2024 pierde intensidad”. Y aunque las cifras no son negativas, el frenazo preocupa. En un país con una elevada tasa de paro estructural y muchas necesidades de inversión pública y privada, crecer por ser más eficientes es más deseable que hacerlo simplemente multiplicando recursos”. Por eso, el documento insiste en que “la pérdida de importancia de la capacidad de crecer mediante mejoras en la eficiencia productiva no es una buena noticia”.

La desaceleración de la productividad se nota también cuando se analiza lo que ocurre en el día a día de las empresas y los trabajadores. Aunque el empleo sigue creciendo con fuerza —las horas trabajadas subieron un 2% en el primer trimestre, en línea con los años anteriores—, y la inversión mantiene un tono muy sólido, con un incremento del 4%, esa energía no se traduce en un uso más eficaz de los recursos. La productividad del trabajo —cuánto se produce por cada hora trabajada— apenas avanzó un 1%, un dato similar al del trimestre anterior, pero claramente inferior a los máximos de 2024, como el 2,3% del verano pasado. Por su parte, la productividad del capital —la eficiencia con la que se usan las máquinas, infraestructuras o tecnología— fue aún más modesta: solo subió un 0,6%, el crecimiento más débil desde 2022.

Brecha sectorial

El frenazo de la productividad no golpea a todos los sectores por igual. Hay actividades que siguen mejorando su eficiencia, mientras otras retroceden de forma clara. Según los datos del primer trimestre, la agricultura lidera el avance de la productividad que crece un 3,5% en el primer trimestre. Le siguen los servicios y la industria manufacturera, ambos con un aumento del 1%, en línea con la media de la economía. Pero no todos los sectores salen bien parados: la construcción y el sector energético se mantienen en tasas negativas.

Si se amplía el foco y se observan las cifras desde el año 2000, el panorama es todavía más desigual. En conjunto, la economía española ha mejorado su eficiencia poco más de un 3% en los últimos 25 años, quedando muy rezagada del resto de países europeos.

Este avance esconde además trayectorias muy distintas. La agricultura y la industria manufacturera han protagonizado los mayores logros, con aumentos acumulados de productividad de casi un 30%. En el extremo opuesto están, de nuevo, la energía y la construcción, donde la productividad ha caído más de un 30% y un 40%, respectivamente, desde comienzos de siglo.

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