La verdadera historia del partido de fútbol que avergonzó a los nazis

En la novela gráfica El partido de la muerte (Desfiladero Ediciones, 2021), el guionista Pepe Gálvez y el dibujante Guillem Escriche describen una historia real de heroísmo ante la barbarie. El 9 de agosto de 1942 en Kiev se jugó un partido de fútbol que resquebrajó la sonrisa hierática de los ocupantes nazis. En el campo de juego eran 11 contra 11, pero la diferencia de circunstancias vitales era enorme. El equipo local estaba compuesto por jugadores mal alimentados, con profundas cicatrices por la represión, sin apenas tiempo de preparación y con las hieles de una invasión genocida en sus cogotes. Como dice una de las protagonistas de la historia, eran “los restos de una derrota”. Por su parte, el equipo visitante era un combinado preparado por la Luftwaffe con el único objetivo de ganar y humillar al rival; querían demostrar que la raza aria era superior también en el terreno de juego frente a los que consideraba untermensch (subhombres) por ser eslavos. Eran el equipo de fútbol que representaba la Operación Barbarroja, la descomunal ofensiva de Hitler contra la Unión Soviética. Un frente de guerra que se le atragantó primero a las puertas de Moscú y luego en Stalingrado, dejando a su paso millones de muertes.

Desde la perspectiva de un partido en un tiempo de amarguras se construye una novela gráfica de ritmo ágil, un guion bien documentado y un tratamiento del color en las ilustraciones y los personajes que refleja a la perfección aquel tiempo. Gálvez y Escriche cuentan los avatares de ese grupo de jugadores que se reencuentran tras la invasión nazi trabajando en una panadería. Su dueño les ha incorporado al oficio sorteando dificultades, con la intención de volver a montar un equipo de fútbol con jugadores de dos conjuntos emblemáticos de la ciudad: Dinamo y Lokomotiv. El nuevo conjunto tomará el nombre de FC Start (Inicio) y se convertirá en un equipo imbatible, ejemplo de resistencia colectiva y cuyos jugadores saltarán al campo henchidos de dignidad hasta el partido final contra el combinado nazi.

Dos viñetas de 'El partido de la muerte'.
Dos viñetas de ‘El partido de la muerte’.Guillem Escriche

Gálvez y Escriche recuperan las vicisitudes de ese grupo y sus circunstancias desde la perspectiva de la importancia de la memoria histórica y la necesidad de no relativizar los horrores del pasado. Para Gálvez, “los jugadores ucranios eran un grupo de supervivientes ante un reto brutal”, que saltaron al terreno de juego motivados “por la reivindicación de la vida”. Y Escriche añade: “Teníamos la responsabilidad de ser muy honestos con lo que íbamos a contar. Por lo general hay dos versiones de ese partido. Una muy heroica y otra que quita hierro, teníamos la obligación de ser sinceros, parte de nuestro trabajo es posicionarnos, pero sin mentir ni alterar lo ocurrido”.

Portada de 'El partido de la muerte'.
Portada de ‘El partido de la muerte’.Guillem Escriche

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En el estadio del Zenit de Kiev ganó el FC Start, aunque muchos jugadores fueron después detenidos, torturados y deportados a campos de concentración. Varios murieron antes de que Kiev fuera liberada de los nazis el 6 de noviembre de 1943. La gesta tuvo eco tras la guerra en libros, películas y documentales. El cine reflejó desde diferentes visiones ese encuentro de David contra Goliat. Hubo relatos más o menos aproximados a lo que realmente pasó, a veces tratados desde la exaltación patriótica y otras como referencia difusa para contar una historia de resistencia. La película más conocida es Evasión o victoria (1981), de John Houston, protagonizada por Michael Caine, Sylvester Stallone y Max von Sydow, y en la que aparecen referentes del fútbol como Bobby Moore, Osvaldo Ardines y Pelé. Sin embargo, el argumento, la composición de personajes y la localización del encuentro final en París poco tienen que ver con la historia original. De la documentación que consultaron, para los autores la más fidedigna es el libro Gagner à en mourir, de Pierre-Louis Basse, publicado en Francia en 2012.

El partido de la muerte es también un testimonio útil para no olvidar los desmanes del totalitarismo. El escritor soviético Boris Polevoi cubrió para el diario Pravda el proceso de Núremberg contra los jerarcas nazis tras la Segunda Guerra Mundial. Sus notas se publicarían veinte años después en el libro A fin de cuentas. En su crónica, Polevoi describe cómo otro escritor ruso, Alexéi Tolstói, en un receso del juicio se dirige a sus compañeros de la prensa después de la proyección de grabaciones cinematográficas cargadas de horror, destrucción y muerte : “El fascismo es la quintaesencia de la avaricia, la vileza, la abyección y la cobardía. ¿Por qué matar a los heridos? ¿Por qué aniquilar a millares de gentes pacíficas? ¿Qué racionalidad hay en ello? Todo para que alguien, ¡Dios nos libre!, no se entere de que tú no eres un gigante sino, simplemente, un psicópata miedoso, y que la gente no deje de temerte…”. Contra esa cobardía genocida ganaron un grupo de futbolistas y amigos, “felices dentro de una cancha” como señala Mario Kempes en el prólogo del libro, en un partido que enfrentó a la vida contra la muerte.

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