Ledecky se convierte en la primera nadadora en ganar cinco mundiales seguidos

Ledecky, en los 800 metros libres.
Ledecky, en los 800 metros libres.ANTONIO BRONIC (REUTERS)

Katie Ledecky se bastó para reflotar a toda la armada de Estados Unidos. La final de 800 metros fue suya. Como siempre, desde que irrumpió con 15 años y 15 kilos menos en los Juegos de Londres para colgarse el oro en la prueba de los 16 largos, un estándar de la resistencia convertido por ella en un test de velocidad sostenida. En Budapest, la estadounidense se consagró como la mayor fondista de todos los tiempos proclamándose campeona del 800 por quintos Mundiales consecutivos.

Nadie en la historia de la natación, ni hombre ni mujer, ha logrado ganar cinco oros seguidos en una prueba mundial. A sus 25 años, la muchacha de Washington fingió que no le daba demasiada importancia a una hazaña que interiormente se había propuesto obsesivamente. Siete oros olímpicos y 18 oros mundiales más tarde, se presentó en la galería que conduce de la piscina al vestuario con toda la cara de un mármol recién cortado y apenas dibujó una sonrisa, cuando le mencionaron la dimensión estadística de su trayectoria. “Esto ha sido año tras año de trabajo duro”, dijo. “Ganar los 800 en los Juegos de 2012 fue una maravilla, y aquí estamos, diez años después. Me siento muy orgullosa de eso. Y me entusiasma el futuro”.

Ledecky tocó la última placa en 8 minutos y 8,04 segundos. La australiana Kia Melverton lo hizo 14 segundos después y la italiana Simona Quadarella 15 segundos más tarde. La marca de la campeona fue la quinta mejor marca de la historia. Desde 2018 no bajaba de 8 minutos 9 segundos. “Sí, estoy contenta con el tiempo”, dijo. “Pensé que podría estar en ocho minutos y seis o siete segundos, pero ocho minutos y ocho segundos clavados son una buena marca, algo que no hacía desde hace más de tres años”.

Milak pasea hacia el oro del 100 mariposa

Hay virtuosos que sufren los efectos de la presión psicológica. Sea de origen exógeno o endógeno, social o íntimamente personal. Acaban atormentándose en el caldero de su propio perfeccionismo y a veces se baten en retirada dándose por vencidos antes de la batalla, como Caeleb Dressel, que abandonó los Mundiales de natación de Budapest a pesar de haber registrado la mejor marca del año en 100 mariposa: 50,01 segundos. El que no se retiró fue Kristof Milak, el héroe nacional húngaro, que actuaba en casa y lo hacía en las antípodas emocionales de su gran rival. Absolutamente seguro de sí mismo, no necesitó acreditar los mejores tiempos de la temporada para sentir que el oro le pertenecía, con o sin Dressel, porque nadaba en casa. Así fue. Milak nadó sin presión la carrera que todo el mundo había señalado como el gran evento de los campeonatos. Lo suyo fue un oro de paseo.

Lo consiguió en 50,14 segundos. Lejos de las diez mejores marcas de la historia. Lejos de sus mejores posibilidades, pero suficiente para llevarse una serie de atronadoras ovaciones de su público, inyectado de fervor nacionalista como corresponde a un espectáculo promocionado por el primer ministro de Hungría, el populista Viktor Orbán.

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