Lluvias torrenciales que se fortalecieron en horas y un condado sin un sistema de alertas adecuado: la combinación letal que devastó Texas

Las previsiones del clima se oscurecieron rápidamente en la tarde del jueves. Poco después de la una de la tarde, el Servicio Nacional del Clima (NSW, por sus siglas en inglés) emitió una primera alerta por posibles inundaciones, que predecía hasta 17 centímetros de lluvia en la mañana del viernes en el centro-sur de Texas, incluyendo el condado de Kerr. Menos de 24 horas después, había caído casi el doble del agua prevista, y el río Guadalupe, que corre por las bases de las colinas locales, creció durante la madrugada casi nueve metros y se desbordó en cuestión de horas. Arrasó con varios pueblos, así como con una serie de campamentos de verano y de autocaravanas que estaban llenos de cara al fin de semana del 4 de julio, antes de que muchos pudieran hacer caso a las alertas de evacuación de emergencia que debieron llegar a sus teléfonos celulares mientras presumiblemente dormían. Unos días más tarde, hay más de un centenar de víctimas mortales y todavía decenas de desaparecidos.

Desde las primeras reacciones, las acusaciones cruzadas por parte de las autoridades locales y los servicios meteorológicos han enfangado las respuestas sobre por qué pudo suceder una catástrofe de esta magnitud, especialmente en una zona en la que las inundaciones son comunes. Por un lado, los oficiales del condado más afectado y del Estado de Texas apuntan a las previsiones que no señalaron con exactitud la intensidad de las lluvias. Por otro, los meteorólogos defienden su labor, asegurando que dieron las previsiones más detalladas y con mayor antelación posible, mientras resaltan la rapidez con la que se complicó la situación. Además, sugieren que el protocolo de reacción y evacuación no estuvo a la altura de lo que se necesitaba.

El presidente Donald Trump, mientras tanto, y en contraste a los desastres naturales que han ocurrido en territorios demócratas o bajo el Gobierno de Joe Biden, ha evitado culpar a nadie, diciendo únicamente que lo ocurrido ha sido “una catástrofe que ocurre una vez en 100 años”. Así ha desviado también críticas, que no se han hecho esperar, a los recortes en los servicios meteorológicos que su Administración ha impulsado, aunque aún no está claro si, en este caso, influyeron en la deficiente respuesta.

De acuerdo al relato del NWS, comenzó a llover alrededor de la medianoche y a las 1.14 de la mañana se envió la primera alerta de inundación repentina. Esa advertencia debió llegar a los servicios de emergencia y medios de comunicación locales como estaciones de radio o televisión, así como a todos los teléfonos celulares en los alrededores. La alerta se actualizó nueve veces el viernes, y la más urgente se envió a las 4.03, cuando el NWS advirtió de una emergencia de inundación repentina. El mensaje urgía la evacuación inmediata a terreno más alto, alejado de las riberas del río Guadalupe, a causa de una situación “extremadamente peligrosa y con riesgo mortal”.

La terrible evidencia que es la cifra de muertos que ha crecido día tras día demuestra que las personas o bien no recibieron esa alerta o no la consideraron suficientemente seria. Algunos expertos han especulado con que el terreno, lleno de colinas arboladas, obstruyó la señal de celular de las alertas. También se han hecho preguntas sobre los protocolos de emergencias en los campamentos más afectados y, especialmente, sobre por qué el condado de Kerr no tenía su propio sistema de advertencias que se base en los niveles del agua río arriba, en lugar de depender del NWS que no tiene la capacidad tecnológica de predecir eventos de lluvia tan repentinos como el ocurrido.

El juez Rob Kelly, el oficial electo de mayor rango del condado, admitió que hace unos años se había considerado instalar un sistema con indicadores de nivel de agua y sirenas, similares a los equipos de advertencias para tornados, pero fue descartado por los residentes por el precio. En los pocos días desde el desastre, algunos residentes locales han comenzado una campaña para, ahora sí, instalarlo.

En la principal población de la zona, Kerrville, el administrador de la ciudad, Dalton Rice, aseguró que se estaban siguiendo los protocolos, aunque ha prometido un estudio sobre lo sucedido. También ofreció una explicación más sencilla de los hechos: “Desafortunadamente, la lluvia golpeó en un momento inoportuno y justo en las zonas más inoportunas donde los brazos norte y sur del río convergen”. Es justamente el caso del campamento Mystic, donde estaban albergadas 750 niñas, que se ubica en una zona baja y con riesgo de inundación, al lado de la bifurcación sur del río Guadalupe y una quebrada que la alimenta. Por ahora se han confirmado 27 fallecidos en el campamento de verano, entre niñas y trabajadores.

La incógnita de los números de personal en las oficinas regionales meteorológicas

Las inundaciones han ocurrido en medio de preocupaciones nacionales sobre los números de personal en las oficinas regionales meteorológicas, cuando está agarrando fuerza la temporada de huracanes y después de que la Administración Trump haya despedido a cientos de trabajadores del NWS. En las dos sedes más cercanas a las inundaciones, la de San Angelo y San Antonio, alrededor de un quinto de los puestos estaban vacantes, lo cual ha dado alas al argumento de que esto afectó la capacidad de previsión.

Pero las mismas oficinas han desmentido esto. En declaraciones a AP, uno de los trabajadores aseguró que en ese momento de hecho tenían meteorólogos extra. Mientras que la oficina tendría dos personas de turno en condiciones normales, esa noche tenían cinco. “Es lo típico en cualquier oficina meteorológica: te dotas de personal para un evento, traes a gente y mantienes a la que está”, aseguró, defendiendo implícitamente el accionar de su oficina. Además, los expertos han señalado que estos eventos se están volviendo más intensos y difíciles de predecir con días de antelación por causa del calentamiento global, pues los modelos existentes no están diseñados para estas nuevas y cambiantes condiciones.

Independientemente, los problemas de personal van más allá que los hechos de esa noche. En esa misma oficina, la de San Antonio, una de las vacantes era la del coordinador de alertas, que se había retirado con antelación por los recortes de Trump en el NWS hacía dos meses; uno de 600 trabajadores despedidos o jubilados de una plantilla nacional de alrededor de 4.000. Su trabajo justamente era trabajar con los oficiales de las poblaciones locales para planear los protocolos de emergencia y evacuación.

El senador Chuck Schumer, demócrata por Nueva York y líder de la minoría en el Senado, escribió una carta al Departamento de Comercio, que está a cargo del NWS, exigiendo “una investigación sobre el alcance, la amplitud y las ramificaciones” de la escasez de personal en las estaciones locales clave. Los republicanos, por su parte, han cerrado filas y han condenado cualquier pregunta sobre los hechos que condujeron a la catástrofe, como la “politización” de una tragedia.

Enlace de origen : Lluvias torrenciales que se fortalecieron en horas y un condado sin un sistema de alertas adecuado: la combinación letal que devastó Texas