Los BRICS condenan el ataque militar a Irán y defienden el multilateralismo

Los BRICS, el bloque del Sur Global que exige más poder en las instituciones internacionales, han arropado este domingo a uno de sus socios, Irán, en la cumbre que celebran en Río de Janeiro (Brasil). “Condenamos los ataques militares contra la República Islámica de Irán (…), que constituyen una violación del derecho internacional”, dice la declaración final pactada por los 11 países que, no obstante, evita señalar explícitamente a los autores del ataque, Israel y Estados Unidos. Los BRICS sí mencionan a Israel en su crítica de los ataques continuos contra Gaza, recuerdan que usar el hambre como arma de guerra es ilegal y piden la liberación de todos los rehenes. Los socios pasan, sin embargo, de puntillas por la guerra de Ucrania, desatada en 2022 por la invasión de Rusia, miembro fundador del foro. Y critican la guerra arancelaria sin mencionar al presidente de EE UU, Donald Trump.
El anfitrión, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, ha presentado a los BRICS como herederos del movimiento de países no alineados en la Guerra Fría. La reunión de este heterogéneo grupo, que representa a la mitad de la población mundial y el 40% del PIB, ha quedado deslucida por la ausencia del presidente chino, Xi Jinping, que por primera vez falta al encuentro anual.
Irán y Gaza destacan entre los asuntos que mayor esfuerzo negociador han requerido por parte de los diplomáticos que la víspera cerraron la declaración de los líderes de los BRICS, que se presentan como defensores del multilateralismo. En el punto dedicado a Irán, expresan su “enorme preocupación con la escalada de la situación de seguridad en Oriente Próximo” y con “los ataques deliberados a instalaciones nucleares pacíficas sobre la total salvaguarda del OIEA [la Organización Internacional de la Energía Atómica, de la ONU]”. Los BRICS apuestan por la solución de los dos Estados para el conflicto palestino-israelí.
Los países más reticentes a mencionar a Israel y EE UU eran la India y Emiratos Árabes Unidos, que tienen estrechas relaciones con ambos países, y Etiopía, cuna de los falasha, una comunidad judía local que emigró en masa al Estado judío en los años noventa.
Las referencias a los conflictos más candentes del momento en el comunicado final, de 31 páginas y 126 puntos, reflejan lo difícil que es el consenso en un foro con intereses tan dispares. En el caso de la guerra de Ucrania, los BRICS admiten sus respectivas posturas nacionales y como bloque se limitan a alabar los esfuerzos mediadores.
Si con los cinco miembros fundadores (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) alcanzar acuerdos era complejo, es aún más arduo desde que, en 2023, se sumaron Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes, Indonesia e Irán. Una ampliación impulsada por Pekín con la que la superpotencia asiática ganó influencia, pero que países como la India o Brasil hubieran querido evitar porque temen que se diluyan sus voces y que se convierta en un foro antioccidental.
Vladímir Putin, que ha participado por videoconferencia por la orden internacional de arresto contra él, ha dicho que “la globalización liberal está obsoleta” y que “el centro de los negocios globales está situándose en los mercados emergentes”. Sí están presentes el presidente indio, Narendra Modi, el sudafricano Cyril Ramaphosa y el indonesio Prabowo Subianto. La delegación iraní la lidera el canciller Abbas Araghchi, y no su presidente, Masoud Pezeshkian, como estaba previsto hasta el ataque que empezó el 13 de junio. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se ha reunido en Río con su homólogo iraní para ofrecerle mediar en el conflicto sobre el programa nuclear.
La directora ejecutiva del BRICS Policy Center, Ana Fernández, explica que tras la ausencia de Xi existen varios factores, incluido que Pekín prefiere evitar el riesgo de verse arrastrada a pronunciarse sobre conflictos candentes y está molesta por la decisión brasileña de no sumarse a su proyecto de la Ruta de la Seda.
Esta es la segunda de tres grandes reuniones internacionales de las que el presidente Lula será anfitrión en un año. Antes, Brasil ya acogió el G-20 y en noviembre celebrará la COP, la cumbre climática de la ONU, que por primera vez será en la Amazonia.
Lula, que con 79 años está en su tercer mandato no consecutivo, ha constatado “el colapso sin parangón del multilateralismo” y ha criticado abiertamente las prioridades políticas de Occidente. “Es más fácil destinar el 5% del PIB al gasto militar que el 0,7% prometido a la ayuda oficial al desarrollo”. El antiguo sindicalista acusa a la OTAN de alimentar la carrera armamentística.
El brasileño ha enfatizado que el mundo acumula más conflictos que nunca. Ante eso, su receta es la que defiende desde hace un cuarto de siglo y que los BRICS comparten ahora: la reforma profunda del Consejo de Seguridad de la ONU. Lula considera imprescindible “hacerlo más legítimo, representativo, eficaz y democrático”. Y para eso, el Sur Global reclama que representantes de África, Asia y América Latina se sumen a los cinco miembros permanentes actuales.
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