Los nuevos beneficiados por la subida del salario mínimo: 300.000 personas se suman a las filas del sueldo regulado

Gobierno, sindicatos y patronales se reúnen este miércoles para estudiar la subida de 35 euros del salario mínimo interprofesional (SMI) que el Ministerio de Trabajo ha puesto sobre la mesa del diálogo social, y con la que busca situarlo en los 1.000 brutos mensuales, repartidos en 14 pagas, en 2022. La vicepresidenta Yolanda Díaz aseguró que dos millones de trabajadores se verían favorecidos por este aumento. Aunque los datos oficiales rebajan ligeramente esos cálculos, el aumento de afectados del alza del SMI, derivado del mayor número de categorías salariales que deberían retocarse con la nueva cantidad, no modificaría en exceso el perfil del receptor del salario mínimo. El último informe de Comisiones Obreras (CC OO) sobre el alcance del SMI describe al beneficiado medio de este sueldo regulado como una mujer de entre 16 y 34 años, con un contrato temporal y que trabaja en la agricultura o el sector servicios.
En el estudio, elaborado por el gabinete económico del sindicato ―y que el propio Ministerio de Trabajo toma como referencia para sus evaluaciones―, se delimitan en 1.809.000 los trabajadores que verán mejorada su remuneración con la subida del salario mínimo, unos 300.000 trabajadores más que el millón y medio de personas que se beneficiaban hasta ahora del SMI. De ese total, serían principalmente aquellos con jornadas a tiempo completo (1.518.000), por encima de los que se emplean a tiempo parcial (290.000). Estas cifras se tratan, sin embargo, de una estimación, puesto que existe, como reconoce Trabajo, “un vacío estadístico” en el cómputo de receptores del SMI.
Una subida del salario mínimo, apunta el informe de CC OO, repercutiría en mayor medida en los más jóvenes, principalmente en aquellos de entre 16 y 24 años (31%); impactaría más sobre las mujeres (55%) que los hombres (45%), y en los trabajadores del sector servicios (78%); aunque también tendría especial trascendencia sobre las personas asalariadas en la agricultura (40,5%). Sin embargo, fuera de estos márgenes las situaciones personales de los trabajadores consultados se asemejan. Para quienes cobran el SMI cualquier subida es bien recibida.
Yolanda (38 años) es operaria de envasado en una compañía de galletas en Ávila. Entró en la empresa hace quince años, aunque alternó este empleo con otros trabajos, porque la hicieron fija solo en 2016. Todos sus compañeros de trabajo se encuentran en la misma situación, debido a que la empresa está sustituyendo a los operadores que se jubilan por auxiliares de fábrica. Limita sus gastos al máximo y aun así le cuesta llegar a fin de mes. “Con todo lo que están subiendo el carburante y los alimentos, cualquier subida es muy necesaria. No me puedo permitir ningún tipo de ocio”, apunta. Dedica todo su sueldo a pagar la comida y las facturas del piso que acaba de comprar. Destina 350 euros de su salario al desembolso de su hipoteca. “Hasta hace seis meses vivía de alquiler y me salía más barato, pero me he enajenado mentalmente y he cometido un error muy grande. Si me quedo sin trabajo, tendré que seguir pagando el piso”. Confía en que la reforma laboral consiga mejorar sus condiciones de trabajo: “A ver si empezamos a cobrar lo que dicen los convenios sectoriales y se nos puede subir un poco el salario”.
Eva (33 años) es esteticista desde hace seis meses. Una subida del salario mínimo le beneficiaría, puesto que de momento se ve obligada a vivir con su pareja en la casa de sus suegros. “Aunque en Galicia los gastos son menores comparados con otras grandes ciudades, no me puedo permitir pagar un alquiler. Sobre todo, ahora, que mi pareja está en el paro”, comenta. Lleva años deseando cambiar de coche, pero confiesa que sin la ayuda de sus padres es un gasto que no puede asumir. Cenar afuera todos los fines de semana es una quimera. “Este mes he tenido que decidir hasta entre ir al dentista y comprarme unas gafas. Me gustaría tener un poco más de margen para pasármelo mejor”, admite. La empresa donde trabaja es pequeña, cuenta con cuatro trabajadores. “Entiendo que si elevaran el salario mínimo mi jefa no estaría tan contenta, pero no me puede decir que una subida tan pequeña es inviable”, concluye.
Juan (54 años) es conserje en un bloque de piso de Madrid desde 2016. Encontró este trabajo después de estar 10 años parado en la anterior crisis. En los últimos cinco, su sueldo ha subido más de 300 euros y, con esos pequeños incrementos, ha podido hasta comprar un coche. “Afortunadamente vivo con mi madre, que goza de una buena pensión, pero estoy encantado con que el salario mínimo suba todo lo que pueda. Nuestros contratos con discapacidad les salen casi gratis a las empresas. Además, ya no cogen a nadie sin minusvalía en las consejerías”, cuenta.
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