Mario Vargas Llosa entra en la Academia francesa

Mario Vargas Llosa será inmortal. Literalmente. Los inmortales es el nombre que reciben los miembros de la Academia francesa, que hoy aprobó en sesión plenaria y a puerta cerrada el ingreso del autor de La ciudad y los perros, según anunció su hijo Álvaro en un mensaje en la red social Twitter.

Es una revolución para esta institución fundada en el siglo XVII por el cardenal Richelieu y criticada por su inmovilismo. Por primera vez en su historia, tendrá en sus filas a alguien que no ha publicado ni un libro en la lengua francesa, cuya defensa y preservación es la razón de ser de la institución.

La elección requería una mayoría de sufragios. El siguiente paso para que la elección sea válida es la aprobación del llamado protector: el presidente de la República, en una audiencia al nuevo académico. Después de recibir la aprobación de Emmanuel Macron, Vargas Llosa ya podrá ser “instalado”, es decir, tomar posesión del escaño 18, en una ceremonia privada y en círculo reducido. El proceso concluirá un tiempo después en una ceremonia pública en la que todos los académicos, incluido el nuevo, asistirán con su traje verde y su espada según la tradición instaurada bajo el Primer Imperio y en la que el nuevo Inmortal leerá un elogio a su antecesor en el escaño, en este caso el filósofo Michel Serres, fallecido en 2019.

Vargas Llosa, que ya es miembro de la Real Academia Española, no será el primer académico extranjero de la Académie. Algunos, como Julien Green, Eugen Ionesco, Hector Bianciotti, François Cheng o Maurizio Serra, escribieron también en inglés, rumano, español, chino e italiano, respectivamente. Pero el nuevo inmortal es el primer con una obra exclusivamente en lengua extranjera.

El cargo es vitalicio. La Academia francesa cuenta con 40 escaños de los que 6 están vacantes. La preside un secretario perpetuo, actualmente la historiadora Hélène Carrère d’Encausse.

Con Vargas Llosa, Nobel de literatura en 2010 y colaborador de EL PAÍS, la Academia ha hecho dos excepciones a sus normas y costumbres. La primera ha sido admitir a un escritor que no escribe en francés. La segunda, a un candidato mayor de la edad tope de 75 años. El novelista hispanoperuano tiene 85.

La doble excepción tiene sus motivos. El ingreso de Vargas Llosa es un reconocimiento a un novelista que se formó en Francia y que siempre ha reconocido la deuda con las letras francesas, desde Gustave Flaubert a Jean-Paul Sartre y, más tarde, a pensadores como Raymond Aron o Jean-François Revel, decisivos en su formación como intelectual liberal a quienes rinde tributo en uno de sus últimos libros, La llamada de la tribu, publicada, como casi toda su obra, por Alfaguara en castellano y Gallimard en francés. La orgía perpetua, su ensayo sobre Madame Bovary, es uno de los mejores estudios sobre este clásico del siglo XIX.

Al acoger a Vargas Llosa, los inmortales también devuelven el brillo a la institución. Desde que François Mauriac murió en 1970, ningún Nobel de literatura se sentaba bajo la augusta cúpula del Instituto de Francia, en el quai Conti de París, sede de la Academia. Vargas Llosa también será el único académico con su obra publicada en la Pléiade, la selecta colección de clásicos de la editorial Gallimard.

El escritor francoespañol Pierre Assouline apuntaba hace unos días en un artículo: “No es tanto que se regale la Academia a Vargas Llosa, sino que se regala Vargas Llosa a la Academia. Incluso es bastante valiente por parte de los Cuarenta hace venir entre ellos a un novelista que les supera ampliamente; la foto de familia no les favorecerá. Basta con comparar las obras y su resplandor”.

Enlace de origen : Mario Vargas Llosa entra en la Academia francesa