Marjane Satrapi, autora de ‘Persépolis’, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2024

Una niña iraní mira al frente, con los brazos cruzados. Lleva el velo, y cierta firmeza en los ojos. Apenas dos viñetas después, se ven hombres y mujeres exaltados, protestando con el puño levantado: arranca la Revolución Islámica. Aquellos dibujos, que dieron comienzo en el año 2000 a Persépolis, cambiaron la historia de esa chiquilla, de la novela gráfica y, tal vez, incluso de Irán. Tanto que durante años a Marjane Satrapi (Rasth, 54 años) le siguieron reclamando que retratara aquella joven, a lo que ella respondía una y otra vez: “Ha crecido”. Se ha hecho mujer. Leyenda del tebeo. Cineasta. Franco-iraniana. Fiera opositora del régimen de su país. Y, ahora, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, como anunció este martes la fundación que entrega los galardones.

El jurado destaca a Satrapi como “una voz esencial para la defensa de los derechos humanos y la libertad, un símbolo del compromiso cívico liderado por las mujeres”, la califica de “una de las personas más influyentes en el diálogo entre culturas y generaciones” y recuerda que en “Persépolis plasma ejemplarmente la búsqueda de un mundo más justo e integrador”. Es decir, el premio reconoce muchas cosas a la vez, justo lo que suponen las obras de Satrapi. Ante todo, el talento de una narradora capaz de aprender y dominar nuevos formatos. Apenas tenía experiencia, además de llevar poco tiempo en la Escuela de Artes Decorativas de Estrasburgo, cuando construyó su obra maestra. Ella creía que nunca encontraría un editor, que todo terminaría en poco más que fotocopias para sus amigos. Se convirtió en un hito para el tebeo “solo comparable al Maus de Art Spiegelman”, según Reservoir Books, la editorial que la publica en castellano, euskera y catalán.

Porque Persépolis dibuja su infancia en Teherán durante la Revolución Islámica que, en 1979, derrocó al Sha de Persia y aupó al poder al ayatolá Jomeini, hasta el inicio de su vida adulta con su llegada a Europa, adonde la enviaron sus padres y reside desde entonces. La familia de Satrapi, acomodada y progresista, simpatizaba en principio con la revolución, pero cuando esta fue dominada por los sectores islamistas derivó en un régimen teocrático que coartó las libertades individuales y se embarcó en una guerra con Irak en 1980, bajo la vigilancia de los Guardianes de la Revolución. Todo ello se narra en Persépolis, pero el blanco y el negro del dibujo sirven además para trazar todos los grises de tan complejo suceso: la macrohistoria, entre éxtasis, represión, cárcel y muertes, junto con la vida cotidiana y la perspectiva de una adolescente que ansia tanto la libertad como un caset de Kim Wilde en el mercado negro.

Primera página de 'Persépolis', de Marjane Satrapi, editado por Reservoir Books.
Primera página de ‘Persépolis’, de Marjane Satrapi, editado por Reservoir Books.

“El dibujo es la primera expresión del ser humano, anterior a la escritura”, afirmó ella sobre la elección del cómic. Y tampoco Satrapi sabía mucho de cine cuando se dejó convencer para adaptar Persépolis a la pantalla, a cuatro manos con Vincent Paronnaud. Recibió ex aequo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2007 y, luego, la primera nominación de una creadora por el mejor filme de animación en la historia de los Oscar. Más adelante, filmó la road movie en salsa española La banda de los Jotas, The Voices, sobre un asesino en los Estados Unidos profundos, o la reciente Madame Curie.

Pero el Princesa de Asturias también encumbra la valentía de una voz siempre dispuesta a gritar por la justicia y contra el poder opresor, en sus declaraciones y entrevistas, como en su arte. Las primeras declaraciones de la ganadora, a través de la fundación Princesa de Asturias, ofrecen una pista: “Sin falsa modestia, no sé realmente si lo que he hecho por la humanidad es tan notable. Pero […] aprovecho esta oportunidad para celebrar la feroz lucha de mi pueblo por los derechos humanos y la libertad. Hoy se honra a todos los jóvenes que perdieron la vida y a los que continúan el combate por la libertad en Irán. Dedico este premio a Toomaj Salehi, artista de rap, condenado a muerte hace unos días por cantar a la libertad”.

Hace poco, además, Satrapi regresó al cómic por primera vez en años para coordinar Mujer. Vida. Libertad, antología donde ha reunido a estrellas como Paco Roca y Joan Sfarr —una especie de “brigada internacional” del cómic, en su definición— con autoras iraníes como ella misma o Shabnam Adiban, para apoyar las protestas que remueven a su país y denunciar la represión que sufren los ciudadanos. Todo desde la muerte, el 16 de septiembre de 2022, de Mahsa Amini, una chica de 22 años detenida por la policía de la moral por no llevar bien el velo obligatorio para las mujeres en Irán. Satrapi ha insistido varias veces en que solo hay una palabra que explicar lo que hierve en su país. Ni “revuelta” ni “movimiento”, sino “la primera revolución feminista del mundo”.

Doble página de 'Mujer. Vida. Libertad', obra colectiva coordinada por Marjane Satrapi, que aparece en la imagen, y editada por Reservoir Books.
Doble página de ‘Mujer. Vida. Libertad’, obra colectiva coordinada por Marjane Satrapi, que aparece en la imagen, y editada por Reservoir Books.

Igual de clara se mostró para calificar al otro frente. “Este régimen no ama Irán. No se visten como los iraníes ni hablan como los iraníes. Irán, a ellos, se la suda”, contaba en noviembre a EL PAÍS. “Son una minoría y no representan ni el 15%, y entre ellos están los locos de la religión, pero también una gran parte de personas con intereses económicos”, agregaba. Resulta evidente, por lo tanto, su elección en otro debate difícil: hay artistas iraníes que se han plantado contra el Gobierno y han pagado un precio por ello, como el director Jafar Panahi, condenado a seis años de cárcel por propaganda contra el régimen. A otros, como el cineasta Asghar Farhadi, se les acusó durante años de ponerse de perfil. Satrapi pertenece al primer bando desde hace décadas. De alguna forma, con Persépolis, hasta enseñó el camino.

“Vendí millones y no sé cuántos centenares de conferencias di. ¿Cambié algo? Qué sé yo. ¿Desperté la curiosidad de la gente? Sí. Contribuí un poquito. Solo un poquito, aunque solo así se cambia el mundo”, reflexionaba en noviembre. Porque, a la vez, Persépolis contenía otras claves fundamentales para Satrapi: un retrato realista del país y sus gentes, lejos de los encuadres de “colinas y burros” o la imagen de una nación “atrapada en épocas oscuras” que los festivales occidentales buscan en el arte iraní, como lamentó hace un mes a The Guardian. Hay otra palabra clave, una de las más repetidas en sus entrevistas: “Decencia”. La de no querer dar lecciones o sugerencias desde lejos, sino solo apoyo y un altavoz, a sus connacionales que luchan cada día en Irán. Y la de no quejarse pese a décadas sin visitar su hogar, porque hay otros sufriendo tragedias mayores.

Interior de 'Bordados', de Marjane Satrapi, editado por Reservoir Books.
Interior de ‘Bordados’, de Marjane Satrapi, editado por Reservoir Books.

Todo ello ha orientado su obra, su trayectoria y su vida. Con la misma decisión se opone a una dictadura, a que la fotografíen, o a que la encierren en una categoría. “Tanto los filmes como los libros los hago con esta parte de mi cuerpo [la cabeza]. Mis tetas y mi sexo no tiene nada que ver con esto. Si se me aprecia quiero que sea como cineasta, no como hombre, mujer, hermafrodita. Si hay festivales de hombres y mujeres, hagámoslos de negros y blancos. O de bajitos y altos, porque si mides un metro y 10 o un metro y 50, no tendrás la misma visión del mundo. ¡Son guetos! Este feminismo no me interesa nada”, decía en noviembre a EL PAÍS. Con la misma libertad, se fuma un cigarro tras otro o aclara su postura sobre uno de los aspectos más polémicos de Irán: “El velo es un símbolo de sumisión de la mujer. Significa decir: ‘Soy un objeto sexual, debo cubrirme porque, si no, el hombre tendrá una erección’. Y empieza a los seis años, porque a esa edad ya puede excitar a un hombre. Quitárselo es importante, pero no nos apoya ni la izquierda ni las feministas en Occidente, porque se les ha metido en la cabeza que islamismo y musulmanes era lo mismo: si ataca el islamismo ataca a los musulmanes”. Y, a la vez, en otra entrevista, declaraba: “Como considero que los derechos humanos son superiores a mi punto de vista personal, pelearé por que [las mujeres que quieran] puedan llevar el velo aunque yo lo deteste”.

Entre sus otros trabajos, se encuentran Bordados, que narra la vida de las mujeres iraníes, y Pollo con ciruelas, también adaptada al cine por su autora. En esta obra se relatan los últimos ocho días de vida de un pariente de Satrapi llamado Nasser Ali, un conocido intérprete de tar, el laúd tradicional iraní. “Es una autora seguida, respetada y querida en nuestro país desde hace dos décadas, con centenares de miles de lectores fieles que siguen creciendo día a día. Nos enorgullece ser los editores de Persépolis, una obra que ya es un icono de la cultura universal, pero sus otras dos novelas gráficas no distan en calidad y maestría”, apunta Jaume Bonfill, director editorial de Reservoir Books. Hace años que la voz de Satrapi se hace oír. La niña de Persépolis ha crecido. Ha cambiado. Pero crea y lucha igual que entonces. O más.

Una imagen de la versión cinematográfica de 'Persépolis', de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud.
Una imagen de la versión cinematográfica de ‘Persépolis’, de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.

Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal

RECÍBELO

Enlace de origen : Marjane Satrapi, autora de ‘Persépolis’, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2024