Nadal se engrasa ante Isner en Roma

Acaba de cerrar Rafael Nadal el duelo con el gigantón John Isner (2,08), pero el triunfo (6-3 y 6-1, en 1h 16) le sabe a poco. En dirección a la red para el apretón de manos con su rival, el balear dirige la mirada a su banquillo y la instrucción a Francis Roig, el técnico que le acompaña estos días en el Foro Itálico, es clara: “Pide pista. Pista…”. No quiere perder el balear un solo segundo, consciente de que su cuerpo y su juego demandan más rodaje, y de que el escollo en la siguiente estación, el canadiense Denis Shapovalov, exigirá subir otro escalón.
Ha cerrado el partido con un derechazo, pero al drive la ha costado despertar. Durante más de media hora, el golpe maestro no terminaba de carburar; en realidad, nada que no contemplara de antemano, puesto que mes y medio en la reserva es mucho tiempo, y los automatismos tardan en regresar. Tras la reaparición de la semana pasada en la Caja Mágica de Madrid –un escenario más bien tramposo, porque la altura complica mucho el control de la bola–, el campeón de 21 grandes busca en Roma el empujón necesario para llegar fino a Roland Garros.
“Mi cuerpo es como un coche antiguo, necesita tiempo para volver a arrancar”, explicaba a su llegada a la capital italiana, tras la derrota frente a Carlos Alcaraz en los cuartos. “Tengo casi 36 años, ya no tengo 19, por lo que siempre se necesita tiempo para recuperarse. Pero estoy feliz de estar aquí, un lugar que me encanta y donde tengo tantos recuerdos increíbles”, precisó el de Manacor, que posee 10 títulos y suma 69 victorias en el torneo, su segundo Masters 1000 más prolífico después de Montecarlo (11/73). Ha triunfado en tres de las cuatro últimas ediciones y defiende el trono.
Arranca otra vez Nadal con buen pie, pero el cruce con Isner (37 años, 27º de la ATP) deja ver que todavía queda mucho trabajo por delante. El norteamericano ha dispuesto de dos opciones para desnivelar a su favor el partido en el primer set, pero primero ha escupido la bola hacia el pasillo y después se ha empachado en el intento por encontrar un ganador. El indulto le cuesta muy caro. Acto seguido, el español, que no terminaba de soltar bien el brazo y estaba atascado con el primer servicio, agradece otro regalo –una volea clarísima a que se queda en la red– y encadena un parcial de 9-1 para acceder a los octavos.
“He acabado mejor de lo que empecé, no hay duda. El principio no fue bueno para mí. Él tuvo opciones al resto, no fueron bolas muy difíciles y falló, pero la cosa estaba en sus manos. Luego tuve suerte y fue capaz de hacer el break. Hice otro al principio del segundo y todo cambió”, reconstruye el número cuatro del mundo, que ha cometido solo nueve errores y esta semana ha redondeado una oda a la regularidad: son ya 800 instalado entre los cinco mejores del circuito, estrato que alcanzó por primera vez hace 17 años.
“No tengo la forma de principios de año porque he estado seis semanas sin tocar una raqueta, recordaba el día anterior. “No ha sido fácil, pero estoy tratando de darme la oportunidad de jugar bien en Roma y, por supuesto, de estar listo para Roland Garros. Ahora, no juego por otra cosa que no sea mi felicidad; a mi edad, he realizado el que probablemente sea el mejor inicio de temporada de mi carrera, así que no sería justo quejarme”, incidía Nadal, citado con Shapovalov este jueves y que en unas hipotéticas semifinales podría toparse con el serbio Novak Djokovic.
El curso pasado, el canadiense (23 años, 16º y zurdo) le obligó a remontar en Roma, e incluso dispuso de dos oportunidades para cerrar el partido. Escapó Nadal, que también tuvo que exprimirse para rendirle esta temporada en los cuartos del Open de Australia; en esa ocasión, Shapovalov logró conducir el pulso al quinto set pese a haber comenzado con dos parciales en contra, pero el balear reaccionó. Sobrevivió el de Manacor y aquella victoria supuso un punto de inflexión, hacia el destino ya conocido.
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