O trabajador o inmigrante

Una vez se me ocurrió presentarme a delegada sindical. Mis compañeros eran de distintos orígenes, algunos inmigrantes, otros no. Me animaron a representarlos sin que para ellos tuvieran relevancia nuestros distintos lugares de nacimiento. Y no es que no hubiera fricciones por razones culturales o religiosas, es que este tipo de conflictos eran menos importantes que los que nos afectaban a todos como trabajadores. Sufríamos la misma precariedad, los mismos salarios bajos y la misma dureza en las tareas de las que nos ocupábamos. Lo cual no impedía que algunos “autóctonos” se dejaran seducir por el perverso relato que responsabilizaba a los inmigrantes de sus malas condiciones laborales. Como si el que viene de otro país llevara en los genes cierto grado de masoquismo y una inherente vocación de sacrificio que le hace disfrutar la discriminación y le guste cobrar menos por trabajar más. Lo lógico después del esfuerzo titánico que le ha supuesto el proceso migratorio.

Esta división de los trabajadores ha sido exacerbada y difundida más desde los discursos políticos que desde quienes conviven día a día, codo con codo. Con bulos y mentiras algunos partidos han intentado explotar el malestar del precariado culpando al inmigrante de todos los males o bien, en la dirección opuesta, atribuyendo a los trabajadores el racismo. A los pobres se les ha sacado siempre mucho partido y el discurso dominante ha depositado siempre en ellos la incultura, el desconocimiento, la delincuencia, la maldad, el mal gusto y el machismo. Ahora también nos quieren convencer de que los pobres son más racistas que los ricos en un nuevo ejemplo de clasismo.

Lo cierto es que, como el resto de trabajadores, los inmigrantes también aspiran a ganarse la vida en condiciones dignas, por algo se fueron de sus países. Si no pueden tener un papel más protagonista en las luchas sindicales es por la misma razón por la que yo acabé por no presentarme a delegada: por pura precariedad. Cuanto peores sean sus derechos, peores serán las del conjunto de los trabajadores. La consideración de ilegales, la dificultad en la obtención y renovación de permisos de trabajo o los salarios más bajos impiden que puedan sumarse a las movilizaciones del conjunto. Quienes están en la base saben que esto es así. Los que difunden bulos del tipo “los inmigrantes os quitan el trabajo” son quienes más se benefician de esta división.

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