Polonia y Hungría bloquean los avances en migración de los Veintisiete en protesta por las reubicaciones obligatorias

Los primeros ministros de Hungría, Viktor Orbán (d); Italia, Giorgia Meloni, y Polonia, Mateusz Morawiecki.
Los primeros ministros de Hungría, Viktor Orbán (d); Italia, Giorgia Meloni, y Polonia, Mateusz Morawiecki.Associated Press/LaPresse (APN)

Polonia, a unos meses de iniciar su campaña electoral, agita de nuevo el debate migratorio. El Gobierno del primer ministro ultraconservador Mateusz Morawiecki ha bloqueado este jueves las tímidas conclusiones sobre inmigración de la cumbre europea en Bruselas, con las que los líderes de la UE buscan impulsar los acuerdos con países de origen y tránsito —como el que se está diseñando con Túnez— para evitar que los migrantes lleguen a territorio comunitario a cambio de paquetes de ayuda económica. Varsovia ha ondeado el veto en protesta por el reciente acuerdo europeo de “solidaridad obligatoria pero flexible” que marca una cuota de reubicaciones para todos los socios o la contribución de 20.000 euros por migrante rechazado a los Estados que rehusen reubicar, una medida que fue acordada con el voto en contra de Polonia y de Hungría, que también se ha unido ahora al bloqueo en Bruselas. Ante la imposibilidad de lograr un acuerdo pese a que las discusiones se han extendido hasta bien entrada la madrugada, los Veintisiete han decidido continuar este viernes los debates migratorios.

En declaraciones a la salida de la larga reunión, ya de madrugada, el primer ministro neerlandés, Mark Rutte, ha rebajado la importancia del bloqueo en las discusiones al afirmar que “no es un problema de contenido”.

“Necesitamos ver esta noche si vamos a poder llegar a las conclusiones. Si lo hacemos, bien. Pero si no, no es un gran problema, porque hay un amplio acuerdo en los términos de la dimensión externa” de la política migratoria. También su par belga, Alexander de Croo, ha preferido mostrarse optimista: “La cuestión de la migración claramente está bloqueada, pero lo bueno es que nos queda mañana [por este viernes] para intentarlo”, ha indicado.

Varsovia —que junto a Budapest ya había amenazado con sabotear todo lo relacionado con la política migratoria de la UE— exige incluir en los compromisos de los Veintisiete un punto que remarque que no se podrá avanzar en asuntos migratorios sin unanimidad. Porque la migración es actualmente el “punto más sensible y más político” para todos los miembros de la UE, argumenta Polonia, como ha venido haciendo desde la crisis migratoria de 2015 que desató los bloqueos de Varsovia y Budapest en prácticamente todo lo que tiene que ver con este tema. Y por ello, insiste Morawiecki, se requiere que las decisiones en la materia sean unánimes. Un extremo que rechazan muchos otros países, que recuerdan que nada en los tratados obliga a que las cuestiones migratorias deban ser aprobadas por unanimidad.

Los nuevos reglamentos de “solidaridad obligatoria” que rechazan Polonia y Hungría —dos de los tres flecos pendientes del pacto migratorio de la UE congelado desde hace años— recibieron la luz verde de los ministros de los Veintisiete a principios de junio en el Consejo de Interior, donde no es necesario el visto bueno de todos, sino una mayoría cualificada (al menos 55% de Estados miembro que representan un 65% de población). En el Consejo Europeo, el órgano en que debaten los jefes de Estados y Gobierno, sí que se requiere unanimidad para que sus conclusiones salgan adelante y aunque sus textos son declaraciones políticas sin fuerza legal, el bloqueo supone un traspié importante.

Para hacer avanzar unas conclusiones que habían llegado hasta la cita bruselense con muy poca polémica, algunos países se mostraron incluso dispuestos a eliminar los dos párrafos dedicados a la migración de la cuarentena de puntos que constituyen el documento final de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno. La idea era adjuntar junto al texto “limpiado” de conclusiones sobre migración la carta enviada en vísperas de la cita por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en la que se precisan con mucho más detalle los posibles pasos a dar en la “dimensión exterior”, es decir, en materia de cooperación con los países de origen y tránsito de la migración irregular. Pero ahí Polonia y Hungría volvieron a jugar con las normas internas, al impedir durante horas que se publicaran las partes ya consensuadas, como las dedicadas a Ucrania, hasta que se aclarara el punto migratorio.

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Tampoco parecieron surtir efecto las reuniones celebradas en un aparte del presidente del Consejo, Charles Michel, con los países disidentes (y el apoyo del francés Emmanuel Macron y el alemán Olaf Scholz) para hacerles cambiar de opinión y que llevaron a retrasar sensiblemente la cena de los líderes de los Veintisiete. Los líderes retomarán este viernes las discusiones sobre migración en una reunión en la que hablarán también de economía y de la cómo recalibrar la relación de la UE con China.

El choque del Gobierno ultraconservador polaco con sus socios a cuenta de la migración no es el único, ni siquiera el más grave para sus arcas públicas. Polonia, como Hungría, tiene contenciosos abiertos con Bruselas a cuenta de sus violaciones del Estado de derecho y su falta de reformas para restablecer la independencia de la justicia. En concreto, Varsovia sigue sin remitir los cambios legales prometidos para acabar con la sala disciplinaria de jueces en su Tribunal Supremo para acceder a los fondos de su plan de recuperación, 35.360 millones.

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