Remy Gardner, un tipo duro, es el nuevo campeón de Moto2

Remy Gardner (Sidney, Australia; 23 años) es campeón del mundo de Moto2. Lo mismo que su padre, Wayne Gardner. Aunque nadie le ha regalado absolutamente nada en todos estos años. Remy, un surfero amante de la pesca submarina, buen bebedor de cerveza como buen australiano, es un tipo duro. Ha sufrido. Le costó echar raíces en España, a donde llegó con 12 años. Le costó adaptarse al colegio. Y relacionarse cuando no sabía español. Su adolescencia no fue nada fácil, especialmente después del divorcio de sus padres. Él sufrió aquella separación, aquellas discusiones. Y su relación con sus padres se deterioró.

“Remy consiguió hacer el click cuando realmente sintió que había encontrado su sitio, su hogar aquí en España. Y de eso no hace tanto”, explica Randy Mamola, que lo conoce bien, vecino en Sitges, rival y amigo de Wayne. Remy encontró paz y estabilidad con su pareja, Claire, de 31 años y amante de los caballos. Y hoy es el único Gardner residente en España: su padre regresó a Australia, lo mismo que su hermano; y su madre reside en Grecia.

“Es duro para un padre que es campeón del mundo de 500cc discutir sobre temas de motos y carreras con su hijo que está metido en un mundo como este, sometido a tanta presión, y fuera de sitio entre tanto español e italiano”, añade Mamola. Remy, un australiano en Sitges, se sintió durante muchos años fuera de lugar.

Pese a todo, él siempre agradeció todo lo que Wayne, a quien ha invitado a esta última carrera, le enseñó. Y la confianza que tuvo en él. “Me ha enseñado todo desde pequeño, los truquillos y los contactos; y a saber como moverme en el mundo de las motos”, explicaba en una entrevista a Mundo Deportivo. Por otro lado, también sintió que se le cerraban algunas puertas en el Mundial por ser hijo de quién es. De esos se acuerda ahora que ha logrado ganar el título de Moto2.

Remy es un tipo duro. Y así ha competido este año en el que apenas ha cometido errores, convencido de su talento y de sus opciones. Este domingo tuvo que pelearse con sus propios demonios, los que le susurraban que no lo lograría. La carrera no se le puso fácil. Un accidente (sin consecuencias) en las primeras vueltas, obligó a parar la carrera y que esta se retomara a 16 vueltas. Gardner, clasificado octavo el sábado, perdió algunas posiciones y se pasó casi toda la carrera con el temor a perder demasiadas plazas o a cometer un error: su rival por el título, Raúl Fernández, al que solo le valía ganar (y esperar a que el australiano no lograra sumar ni un punto), estaba primero. Y así terminó. Suma ocho triunfos, más que nadie en la categoría, pero se queda a cuatro puntos del campeón, Gardner, que cruzó la meta en décimo lugar. Suficiente. Para cerrar una temporada magnífica, cinco victorias, antes de dar el salto a MotoGP, su gran sueño.

Lo ha logrado gracias a su constancia y a su estilo. “Es corpulento, alto, y ha aprendido a usar su cuerpo para guiar la moto”, explica Mamola. La ligereza de sus rivales es un plus para la categoría, pero él ha sido impermeable a ese supuesto inconveniente. Lejos de ser un hándicap, ha utilizado esa corpulencia para exprimir su pilotaje agresivo con la KTM.

Además, ha evolucionado mentalmente. No se precipita en carrera. Ni se deja llevar tanto por las emociones, lo que le llevó años atrás a terminar muchas veces por el suelo. “Ha cambiado mucho. Y ha madurado en los últimos años”, añade Mamola. Remy es buen amigo de Dakota Mamola, hijo de Randy, algo mayor que él. Se entrenan juntos, hacen dirt track, supermotard… Y sigue viviendo en Sitges, cerca de la playa, como Dakota y la familia Mamola, que lo adora.

Se ven, a menudo, en el taller que el australiano tiene en Vilanova: 130 metros cuadrados en los que se encierra en su mundo. Restaura coches antiguos. Suelda, diseña, hace de mecánico. “Es súper creativo. Le encanta pasar horas en la nave”, dice Mamola.

El triunfo de los Gardner, padre e hijo, es solo comparable al de los Roberts, Kenny Roberts y Kenny Roberts Jr., que fueron los dos campeones del mundo de 500cc. Wayne, que ganó con Honda en 1987, es recordado por su estilo agresivo, rodilla en el suelo. Fue uno de los personajes de otra era. Antagonista de Eddie Lawson (Yamaha), compitió también con aquella generación de Schwantz, Rainey, Mamola… E incluso coincidió con Mick Doohan, la gran estrella australiana.

Hoy, cuando otra era se termina con el adiós de Valentino Rossi a MotoGP, su hijo Remy empieza el camino hacia la categoría reina con un gran éxito. “Es tan duro como su padre. Tiene esa actitud tan australiana de yo puedo ganar a cualquiera, como Wayne cuando yo competía contra él. Ha pilotado increíble. El mejor ejemplo lo vimos la última semana: se jugaba el título y lo dio todo por ganar”. Y por allanarse el camino para este domingo en Valencia.

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