Repsol logra su mayor beneficio en más de una década por la subida del petróleo

El precio del crudo, en máximos de ocho años, es combustible de alto octanaje para las cuentas de Repsol. La petrolera se anotó el año pasado un beneficio neto de 2.499 millones de euros, por encima de las previsiones de los analistas y la mayor cifra desde 2010, un ejercicio aquel artificialmente inflado por las plusvalías obtenidas por la venta parcial de su filial brasileña la gigante chino Sinopec. Solo en los tres últimos meses del año, la energética española ganó 560 millones, también más de lo que esperaba el mercado

En 2021, sin plusvalías de ninguna clase, la división de Exploración y Producción voló a lomos de la elevada cotización del petróleo hasta obtener una ganancia neta ajustada de 1.687 millones. El negocio industrial fue el segundo que más aportó —606 millones— gracias a la buena marcha del área de refino, que se vio favorecida por el entorno de “paulatina recuperación de la demanda”. Y Comercial y Renovables sumó otros 542 millones al resultado neto ajustado, impulsada en buena medida por la subida en el precio de la luz y por el auge de los proyectos de eólica y solar fotovoltaica.

Los flujos de caja ascendieron en 2021 a 5.453 millones, frente a los 3.197 de 2020 —un ejercicio marcado casi de principio a fin por la crisis sanitaria— y las inversiones crecieron en un 30%. La deuda neta, por su parte, bajó en 1.016 millones, hasta los 5.762. A 31 de diciembre de 2021, la liquidez disponible en las cuentas de la compañía era de 10.606 millones de euros, casi el triple de los vencimientos a corto plazo.

Las ganancias cosechadas por Repsol en 2021 contrastan, y de qué manera, con las fuertes pérdidas de los dos ejercicios anteriores. En 2020, el año más crudo de la crisis sanitaria —que llevó al crudo a cotizar en terreno negativo por primera vez en su historia: los inversores pagaban por deshacerse de barriles en vez de por comprarlos—, la petrolera se dejó 3.289 millones de euros que se sumaban a los 3.816 millones del año precedente. Un agujero de más de 7.000 millones que, pese a la buena marcha de su negocio en el año recién terminado, aún le costará tiempo en restituir por completo. Sin embargo, mientras el crudo siga rondando los 100 dólares por barril de Brent, parece solo cuestión de tiempo: en 2008, el primer año en el que la referencia del crudo en Europa se situó en triple dígito, Repsol ganó más de 2.700 millones. Y en 2011 y 2012, cuando rebasó esa cota de manera recurrente, las ganancias volvieron a superar el umbral de los 2.000 millones.

El año pasado, la rama de Exploración y Producción se benefició del viento de cola que supone una cotización media del crudo superior a los 71 dólares. La empresa destaca que primó “el valor sobre el volumen”, una afirmación que en cifras supuso un recorte de casi el 12% en la producción media diaria, hasta los 572.000 barriles, mientras que el margen de refino crecía en cerca del 10%. Además, la petrolera española vendió todos sus activos productivos en Malasia y Vietnam, así como su participación en la joint venture Arog en Rusia, y redujo de 25 a 15 el número de países en los que tiene presencia esta división. El objetivo: “Concentrar la actividad en áreas en las que la compañía tiene ventajas competitivas”.

En el resto de áreas, la compañía hace mención especial al “notable desempeño” en Química —una rama integrada en la divisón Industrial— y a la “recuperación de las ventas” de carburantes, tanto de automoción como de aviación “una vez superadas las restricciones a la movilidad como consecuencia de la pandemia”. También a la “mayor contribución” de la unidad de Renovables, una de las grandes apuestas del grupo en los próximos años, dado que su negocio tradicional —el del crudo y, en menor medida, el gas naturaltiene fecha de caducidad. Casi la cuarta parte de sus inversiones en 2021 tuvieron como destino a las fuentes libres de emisiones, cifra que para el periodo 2021-2025 debería superar el 35% y que en 2030 la empresa promete que alcanzará el 45%.

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La energética propondrá a la Junta General de Accionistas un dividendo de 0,63 euros por acción y una reducción del capital social de 75 millones. Esta operación, en la práctica, también es una forma de retribuir a los propietarios de la empresa: menos acciones en circulación implican un valor mayor de las restantes.

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