Robert Fico, el primer ministro populista que volvió radicalizado en 2023
Hacía décadas que el término magnicidio no acompañaba el nombre de ningún dirigente europeo. Hasta este miércoles, cuando Robert Fico, un dirigente populista prorruso que lleva poco más de medio año de vuelta al frente del Gobierno eslovaco, ha sido víctima de un intento de asesinato. El primer ministro nacionalista había salido a saludar a un grupo de ciudadanos a las puertas de la Casa de la Cultura de Handlová, a unos 200 kilómetros al nordeste de Bratislava, cuando recibió varios disparos.
El tiroteo de este miércoles es el epítome de un panorama político extremadamente convulso en el país que la ex secretaria de Estado de EE UU, Madeleine Albright, describió como el “agujero negro” de Europa. Fico, de 59 años, lo conoce bien. El político —que se autodefine como socialdemócrata, pero defiende posturas abiertamente homófobas, xenófobas y misóginas—, estuvo al frente del Gobierno eslovaco en un primer mandato entre 2006 y 2010. Volvió de nuevo en 2012 y gobernó hasta 2018, cuando se vio obligado a dimitir. El país había estallado en protestas masivas tras el asesinato del periodista Jan Kuciak y su pareja, Martina Kusnirova, cuando el reportero investigaba las conexiones entre personas cercanas a Smer, el partido de Fico, y la mafia italiana, así como escándalos de corrupción del Gobierno.
Todo el mundo en el país dio por amortizada la carrera del veterano político, que en las elecciones legislativas del pasado otoño contradijo, sin embargo, todas las encuestas y logró la victoria que le permitió liderar un nuevo Ejecutivo de coalición. Fico ganó con un discurso más radical que nunca, populista, prorruso, antioccidental y nacionalista. Desde que tomó posesión en octubre, ha confirmando los temores que su regreso generó en Bruselas, acercando el país hacia la senda de su vecino del sur, la Hungría del ultraconservador Viktor Orbán.
Durante el tiempo en el que Fico estuvo fuera del poder político, las autoridades eslovacas emprendieron una profunda lucha contra la corrupción. Varias personas cercanas a él fueron condenadas y hay cientos a la espera de juicio. El propio primer ministro fue acusado en 2022 de apoyar el crimen organizado, aunque el fiscal general, cercano al dirigente, dio carpetazo al caso. Nada más volver al Gobierno, el político emprendió una serie de reformas que ya le ha valido un toque de atención de las instituciones europeas por vulnerar el Estado de derecho.
Para empezar, el Ejecutivo de coalición —que incluye a una escisión de Smer y a un partido ultranacionalista— aprobó una reforma del Código Penal con una tramitación exprés que rebaja las penas de delitos graves y adelanta los plazos de prescripción. Además, decretó el cierre de la Fiscalía especial, que investigaba los casos más importantes de corrupción.
Después de esa intervención en el ámbito judicial, Fico se ha puesto en marcha para controlar el mediático. El político, conocido por atacar permanentemente a los medios de comunicación y tildar a los periodistas de “prostitutos antieslovacos” y enemigos de la nación, ha iniciado una reforma de la radiotelevisión pública para, según sus periodistas, convertirlas en órganos al servicio del Gobierno. Mientras, veta sistemáticamente a varios medios independientes en los actos del Gobierno.
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Las protestas organizadas por el partido Eslovaquia Progresista han sido permanentes desde la vuelta al poder de Fico. En las recientes elecciones presidenciales, los oponentes del Gobierno acariciaron la idea de que un candidato independiente prooccidental ocupase la jefatura de Estado y sirviese, como la presidenta actual, Zuzana Caputová, como contrapeso. Fue en vano. Los comicios los ganó el 7 de abril Peter Pellegrini, un aliado del primer ministro cuya victoria le sirvió para cimentar su poder.
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