Rubiales sonríe a Poniente y a Levante

España se despertó el sábado con dos nuevos campeones nacionales, el Deportivo de la Coruña en 1912 y el Levante en 1937. La Federación de Luis Rubiales sonríe a Poniente y a Levante y atiende las peticiones de dos periodistas-historiadores, Rubén Ventureira el gallego, Emilio Nadal el valenciano, respectivas fuentes de la reclamación. Lo de Ventureira ha sido una victoria fulminante, pues hace muy poco que lanzó su libro De la sala Calvet al título olvidado, primer tomo de lo que presiento va a ser una historia definitiva del Depor; un libro pleno de documentación y de fotografías de una nitidez que sorprende, dada la época en que fueron tomadas. Ahí puso negro sobre blanco su reclamación.

A Emilio Nadal le ha costado más. Lleva años en eso, consiguió interesar a través de Izquierda Unida a las Cortes, que ya en 2007 votaron a favor del reconocimiento, pero la Federación de Villar no atendió la petición ni con ese refuerzo. Del título del Depor de 1912 apenas se había oído hablar antes, y sin embargo tiene un marchamo oficial que le falta al del Levante: la competición la organizó la Federación. Por entonces, en los albores de nuestro fútbol, se disputaba cada primavera un Campeonato de España de Fútbol-Copa de su Majestad el Rey, cuyo palmarés oficial sigue recogiendo los primeros campeones de aquella época brumosa con años de duplicidad por cisma, o de ganador por incomparecencia o de casos de un solo partido por inscribirse sólo dos participantes.

En un momento determinado se decidió que el campeonato no admitiera extranjeros, por abuso de presencia de ingleses en algunas de las primeras ediciones. La Federación decidió en 1912, para abrir el calendario, crear otra competición, llamada Concurso España o Copa de España, denominaciones alternadas en los medios, que se jugaría en el último cuatrimestre del año. Y a fin de diferenciarla, sí podrían acudir extranjeros. Se fijó como primer escenario A Coruña, se elevó el banderín de enganche y se apuntaron el Sporting de Pontevedra, el Vigo y el Depor. El Sporting de Pontevedra se repuchó a última hora y la cosa quedó reducida a un partido entre el Depor y el Vigo, ganado por los coruñeses por 4-3, con gol decisivo de su primer jugador legendario, el delantero centro Virgilio Rodríguez Rincón. El trofeo lleva la denominación de Concurso de España.

Todo eso en años de cisma, en los que había Federación y Unión de Clubes, cada cual dominando unas cuantas federaciones regionales. En 1913 se unirían en una sola Federación y no se volvió a jugar este Concurso España. Se quedó en solitario el Campeonato de España de Fútbol-Copa de su Majestad el Rey que aún conservamos, tras dos paréntesis en que se llamó Copa del presidente de la República y Copa del Generalísimo, sin alteraciones apreciables en el modelo. A mirada de hoy aquel título de 1912 parece poca cosa, pero está dotado de oficialidad, pues fue convocado por la Federación. Y ya he comentado que el palmarés oficial reconoce un título de participación igual de corta (el del Madrid, precisamente ante el Vigo, en 1908) y hasta uno sin lucha (del Athletic, en 1904). Respecto al cisma, se dan por buenos dos títulos en 1910 y 1913, en los que cada parte proclamó su campeón.

El once del equipo que jugó la final de la Copa España de 1912.
El once del equipo que jugó la final de la Copa España de 1912.Archivo RC Deportivo

Así que hay base para ese reconocimiento. Más complejo y lioso es el caso del Levante, club en el que jugó Rubiales varios años, lo que se constata aquí sin pretender que eso haya condicionado la decisión.

Cuando estalló la guerra, el ritmo del fútbol iba así: arrancaba en septiembre con los campeonatos regionales, a estos sucedía en octubre la Liga y a esta, ya en primavera, la Copa, que jugaban campeones y subcampeones regionales. Con el Golpe de Estado, el Frente Popular, que mantiene Madrid, incauta la Federación. El nuevo presidente, José María Mengual, emite el 3 de octubre de 1936, con los franquistas ya cerca de Madrid, una circular a todas las regionales, firmada por el secretario, Ricardo Cabot, en la que suspende la temporada de juego “para todas las competiciones oficiales dependientes de la Nacional”. No será revocada en toda la guerra. La Federación queda inactiva y sólo su secretario, Ricardo Cabot, mantiene relación epistolar con la FIFA.

Donde aún no ha llegado la guerra, casos de Cataluña y Valencia, se juegan los campeonatos regionales, que dependían de sus federaciones. Acabados estos, y a falta de Liga nacional, el presidente del Valencia, Rodríguez Tortajada, acuerda con Cabot impulsar una Liga Mediterránea con cuatro catalanes, Barcelona, Espanyol, Girona y Granollers, y cuatro valencianos, Valencia, Levante CF, Castellón y Gimnástico. Este último era un club valenciano que se fundiría en 1939 con el Levante CF para formar el Unión Deportiva Levante-Gimnástico. Con el tiempo prevalecería el nombre del Levante, pero los colores azul y grana proceden del Gimnástico, el viejo Levante CF vestía rayas blancas y negras. Esa Liga Mediterránea se extiende del 31 de enero al 2 de mayo de 1937. La gana el Barça, que a continuación sale de gira por América para recaudar unos fondos que, depositados en París, le servirán para su reconstrucción tras la guerra. Ayer se comentaba que al hilo de esta decisión federativa podría reclamar ahora su Liga Mediterránea como título nacional.

Rodríguez Tortajada impulsó después una Copa que hubieran debido jugar Espanyol, Valencia, Barça y Hércules, los campeones y subcampeones regionales. Pero el Barça se ha ido y al Hércules las distancias se le hacen largas y rehúsa. Tortajada sigue adelante, acuerda con Cabot llamar a la competición Copa del Mare Nostrum, nombre luego sustituido por el de Copa de la España Libre y busca dos equipos que acompañen al Espanyol y a su Valencia. Por el Barça entra el Girona y por el Hércules acude al Levante y al Gimnástico. Tampoco se ven con fuerza, pero por fin el Levante acepta, aunque reforzado con jugadores del Gimnástico. Se juega una liguilla con final entre los dos primeros. Arranca el 6 de junio y termina el 11, con este orden en la clasificación: 1º Levante CF, 2º Valencia, 3º Espanyol y 4º Girona.

La final es el 18 de julio, justo al año del Golpe de Estado. Valencia, donde se ha instalado el Gobierno de la República, teme bombardeos ese día, así que la final se juega en Barcelona, en Sarriá, con ambiente desangelado. Gana el Levante CF 1-0. Azaña, presidente de la República, ha donado un trofeo, pero no acude porque ese día da un mitin en Valencia. No se pone en juego la copa de los años inmediatamente anteriores, que llevaba inscrito Campeonato Nacional de España-Copa del Presidente de la República. El que se entrega es otro trofeo, cuya denominación final es Copa de la España Libre-Trofeo del Presidente de la República, aunque en la inscripción sólo aparece lo primero.

Hasta las Cortes

No hay actas de aquella copa. A principios de este siglo, Emilio Nadal interesó a IU de Valencia por el asunto y por esa vía llegó a las Cortes, que pidieron a la Federación homologarla. Villar lo rechazó tras consultar con CIHEFE, prestigiosa agrupación de historiadores de fútbol españoles, con el argumento de que no fue organizada por la Federación, sino por el Valencia. Ello aparte de que sólo intervinieron cuatro equipos de dos ciudades, y con frecuencia con jugadores de otros clubes, escapados de zonas de conflicto.

El Levante ha apoyado todos estos años su reclamación en el tutelaje de Cabot, al que considera presidente en funciones, ha defendido que las imperfecciones de la competición fueron propias de un estado de guerra, ha reivindicado el mérito de sacar la copa en esas condiciones y ha denunciado el agravio comparativo con la Copa del Generalísimo de 1939, ganada por el Sevilla en final contra El Ferrol. Esa Copa, sí homologada, se inició en la España franquista con Madrid, Cataluña y Valencia aún controladas por la República, de modo que sus equipos no pudieron concurrir. Ni los asturianos, por los destrozos que allí provocó la Guerra. Como tampoco a la de la España Libre pudieron acudir los de territorios en guerra, o incomunicados por la guerra con el escenario en que se celebró. Y también ha recordado que la FIFA reconoce como campeonato mundial de clubes la vieja Intercontinental, que sólo jugaban los campeones de Europa y Sudamérica.

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