Sánchez pide “serenidad y acuerdos más amplios” en la aprobación final de los Presupuestos de 2022

El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2022 pasó finalmente este martes su último trámite parlamentario en el Congreso con un respaldo todavía mayor que en los filtros anteriores y cosechó en la votación de su última enmienda 281 votos a favor, frente a solo 62 en contra y una abstención. Formalmente, se trataba de una enmienda introducida en el Senado para la promoción con 1,6 millones de euros de todas las lenguas cooficiales del Estado, que el PP respaldó para fastidiar los planes y el calendario del Ejecutivo. Pero el debate y la votación recabaron mayor simbolismo sobre todo al utilizar el turno del Gobierno el presidente, Pedro Sánchez, para lanzar algunos mensajes sobre lo vivido y sufrido hasta ahora especialmente por la pandemia y también sobre lo que espera para el próximo año. Sánchez pidió para 2022 “serenidad” y “acuerdos lo más amplios posibles”. El PP solo votó a favor la enmienda de las lenguas y Pablo Casado arremetió más tarde contra Sánchez, el Gobierno y sus aliados y la situación económica de España.
Pedro Sánchez aprovechó esa intervención por sorpresa en el último turno del debate para agradecer los apoyos recibidos para impulsar las cuentas públicas de 2022 de hasta 15 grupos parlamentarios, presumió de los 12 pactos labrados en este periodo con la patronal y los agentes sociales y acabó con un llamamiento más político, al pedir un mayor “clima de serenidad” y apostar por “cuantos más acuerdos y más amplios posibles” para avanzar más en la recuperación del país. El jefe del Ejecutivo destacó en su exposición que el Gobierno dispondrá por tanto “en tiempo y forma” de unos presupuestos aprobados por segundo año consecutivo, algo que no sucedía en España desde 2014, y enumeró que servirán para “salvar empleos, proteger la actividad” económica y permitir unas pensiones de jubilación más dignas. Esa estabilidad presupuestaria apunta a que el actual Gobierno pueda aguantar esta legislatura hasta el final, con otras cuentas en 2023 o con estas prorrogadas.
En su discurso ante el pleno, Sánchez aludió al reciente pacto sobre la reforma laboral, que este martes será aprobada por decreto en el Consejo de Ministros, para señalar que servirá para superar otras “contrarreformas impuestas por otras mayorías”, en referencia a que la vigente la sacó adelante en 2012 un Gobierno con mayoría absoluta del PP y sin más aliados. Ese acuerdo, que se ha vuelto a sellar de nuevo con la patronal y los sindicatos, le sirvió al presidente para formular todo un alegato sobre los pactos sociales y las “reformas inclusivas”. Sánchez afirmó que el Gobierno y España necesitarán ahora para encarar y dejar atrás otra salida de esta crisis y “los años más oscuros de nuestras vidas” que esos acuerdos “sean lo más amplios posibles”.
El presidente ensalzó “la conducta, ejemplaridad, resistencia, solidaridad y responsabilidad” de los españoles frente a la pandemia como “una lección de verdadero patriotismo”. Reiteró que su receta y estrategia es seguir con la campaña masiva de vacunación, la protección individual y colectiva y la unidad institucional. Y acabó con otra nueva apelación a más pactos y más amplios para 2022, pero en una clima de mayor “serenidad”. Esas mayorías a las que convocó Sánchez se registraron en la votación de la enmienda que se debatió y aprobó finalmente sobre los Presupuestos. La habían registrado en el Senado los grupos de Compromís y la Chunta Aragonesista para proteger e impulsar el uso de todas las lenguas cooficiales del Estado (castellano, catalán, vasco, gallego, asturiano y aragonés) y el PP se sumó a la misma para fastidiar y trastocar los planes del Ejecutivo de que las cuentas salieran adelante hace un semana y no tuvieran que volver al Congreso, como así sucedió este martes.
El debate, sin embargo, no se sucedió en general sobre el contenido de esa enmienda ni sobre su finalidad, que casi todos los grupos respaldaron, sino sobre el comportamiento último del PP al usar esa treta parlamentaria de agregar sus votos a una propuesta que normalmente no habrían votado y con un contenido que usualmente suelen cuestionar con dureza en el Parlamento. Hace dos semanas hubo una discusión sobre la utilización de otras lenguas al castellano y el PP protagonizó intervenciones muy broncas, como ha hecho con respecto a la polémica situación sobre el cumplimiento de una sentencia para impartir el 25% de las asignaturas en castellano en Cataluña y el caso de acoso a una niña menor en Canet de Mar.
Como la sesión del Congreso coincidió este martes con el 28 de diciembre, muchos de los oradores de distintos partidos atribuyeron al PP la intención de hacer una “inocentada”. Pero lo hicieron con un tono especialmente duro, porque lamentaron que con esa iniciativa se tuviera que programar en el Congreso otro pleno en plena sexta ola de la pandemia y con la obligación de hacer acudir a la Cámara a decenas de diputados y del personal de las Cortes.
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La primera portavoz que cuestionó las verdaderas intenciones del PP con esta propuesta fue la de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, que la achacó a “un juego de malandrines y masones” e ironizó sobre la falta de altura y el “poco respeto” a los demás grupos al presumir alguno de los portavoces del PP sobre que con esa iniciativa le habían metido “un gol” al Ejecutivo. Aizpurua no desperdició la ocasión y proyección del debate, al que acudió el presidente en su integridad y muchos ministros pero no hasta el final el líder de la oposición, para alertar a Sánchez de que el reciente “acuerdo histórico” presentado sobre la reforma laboral debería de aprovecharse más y mejor ahora en el trámite parlamentario para introducirle algunas mejoras. Bildu ya avanzado, como PNV y ERC, que no están en disposición de convalidar ese decreto si no se fija la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los estatales o los de empresa, como está ahora.
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