Suicidio y desamparo económico

Las ayudas económicas destinadas a aliviar los efectos de la crisis en el punto álgido de la pandemia han tenido efectos inmediatos y de diverso alcance, según un amplio estudio publicado en la revista Nature sobre una muestra de ocho millones de llamadas a los teléfonos de ayuda psicológica de 19 países, 14 de ellos europeos. Ofrece datos de elevado interés sobre el impacto positivo sobre la salud mental de las medidas de soporte económico en una situación de crisis. La pandemia generó un alto grado de ansiedad y angustia que se tradujo en un incremento de las llamadas a los teléfonos de ayuda. Aunque en las primeras seis semanas todos los países observaron un aumento similar, del orden del 35%, a partir de ese momento los países con ayudas más generosas redujeron en mayor proporción los intentos de suicidio y las peticiones de soporte psicológico.

Las situaciones de privación extrema, soledad, estrés financiero y miedo al futuro han tenido un fuerte impacto en sectores de la sociedad más expuestos a un súbito cambio de ritmo, de ingresos y de relaciones personales. El sentimiento de desamparo o de desesperación se ha cebado especialmente en la parte de la población con alguna vulnerabilidad preexistente. Los datos del estudio apoyan la tesis de que una renta mínima vital y otras medidas destinadas a proporcionar alguna dosis de seguridad, como los ERTE, son fundamentales no solo para evitar la exclusión social de las personas más afectadas por la crisis, sino también para mitigar los efectos sobre el sentimiento de inestabilidad en toda la población. Saber que en caso de necesidad dispondrán de ayudas y no quedarán a la intemperie rebaja los niveles de ansiedad social y el malestar psicológico asociado a la incertidumbre. La caída de los suicidios es la consecuencia más visible de una cascada de efectos positivos cuando la expectativa de ayuda se materializa de forma clara y creíble en un ingreso económico tranquilizador.

Aunque España no figura entre los países incluidos en la investigación, hay datos muy consistentes sobre el enorme impacto de la pandemia en el bienestar psicológico y el equilibrio personal. Los intentos de suicidio son uno de los indicadores más sensibles. Según el INE, en 2020 se suicidaron en España 3.941 personas, 270 más que en 2019, 11 al día de promedio, la mayor cifra desde que hay datos. Pero los suicidios son solo la punta más dramática del gran iceberg que es la patología mental agravada por la crisis. Son muchos los estudios que corroboran el efecto inmediato y reparador de disponer de un paraguas social para las situaciones de mayor estrés económico. El alcance de sus beneficios no es cuantificable en términos solo individuales, o paciente a paciente, porque trasciende al conjunto de la población sometida a situaciones excepcionales, con grados distintos de exposición a la vulnerabilidad tanto material como anímica y mental.

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