Trump estudia nuevas sanciones contra Rusia, porque Putin “está matando demasiada gente”
En el gran show de la Casa Blanca, esa parrilla televisiva en la que cada día tiene su espectacular afán, este martes tocaba reunión del gabinete de Donald Trump. Era la sexta en poco más de cinco meses, y el ritual se pareció al de ocasiones anteriores, también retransmitidas desde un salón del ala oeste: el presidente estadounidense fue dando paso a los participantes, secretarios de su Gobierno sentados alrededor de la mesa, algunos de los cuales se deshicieron en embarazosos halagos al jefe, mientras este atacaba a sus enemigos.
Después llegó la sesión de preguntas de los periodistas presentes en la sala sobre los asuntos candentes de la semana. A saber: las amenazas arancelarias con las que Trump ha reactivado la guerra comercial, la operación militar en Irán, las presiones de Washington para arrancar una tregua en Gaza o la tragedia de las inundaciones en Texas, que ya se han cobrado al menos 109 vidas, entre ellas, las de 28 niñas a las que la crecida del Río Guadalupe sorprendió mientras dormían en un campamento.
Sobre la reanudación de los envíos de armas a Ucrania, anunciada por Trump el lunes, y su disgusto con el presidente ruso, Vladímir Putin, el presidente estadounidense dijo que está estudiando la imposición de nuevas sanciones al Kremlin, después de que la semana pasada ambos líderes mantuvieran una conversación de una hora en la que no se produjeron avances. Trump ganó las elecciones prometiendo que acabaría con esa guerra en su primer día en la Casa Blanca. Aún no ha cumplido con esa promesa 169 días después.
“No estoy contento con Putin, os lo digo ya, porque está matando a mucha gente”, sentenció Trump. “Putin nos marea con muchas tonterías. Intentas saber la verdad. Y él siempre muestra su cara más amable, pero las conversaciones acaban careciendo de sentido”.
Trump dio la palabra primero a la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, que ofreció una actualización, emocionada y rica en detalles, sobre lo que había visto en su visita a Texas y cómo le había “roto el corazón” ver a “esas familias sufrir”. También dijo: “Dios nos creó para ayudarnos entre nosotros, y cuando lo hacemos somos más felices”. Está previsto que el presidente visite la zona el viernes con la primera dama, Melania Trump. Justificó que vaya a pasar una semana desde que sucedió la tragedia porque no quiere “estorbar a nadie”.
A continuación fue el turno del secretario del Tesoro, Scott Bessent, al que el presidente, que insistió en que no moverá el nuevo plazo en la guerra arancelaria, fijado para el lunes el 1 de agosto, pidió que detallara los “éxitos” de su política comercial. “Hemos recibido unos 100.000 millones de dólares en ingresos arancelarios en lo que va de año. Esperamos superar los 300.000 millones para finales de año”, dijo Bessent.

Trump empezó el lunes con el envío de cartas a 14 socios comerciales, en la que les comunicó la amenaza de aranceles que van del 25% de Japón al 40% de Malasia. El presidente estadounidense aclaró que la carta destinada a la Unión Europea llegará “probablemente en un par de días”. “Estamos hablando con ellos, y nos están tratando amablemente, después de años de ser terribles con nosotros”, añadió. “Solo quiero que sepan que una carta significa un trato. Tenemos 200 países. No podemos reunirnos con 200 países”.
Pete Hegseth, el jefe del Pentágono, sentado a la izquierda de Trump, sacó pecho, por su parte, con el resultado de la operación Martillo de Medianoche, en la que los bombarderos estadounidenses atacaron tres instalaciones de almacenamiento enriquecimiento de uranio iraníes. “Supuso el restablecimiento de la disuasión estadounidense”, dijo Hegseth. Trump estuvo de acuerdo, y añadió que la misión en Irán fue una “obra de arte” y que “la retirada de Afganistán [ordenada en el verano de 2021 por su antecesor, Joe Biden] fue el más ridículo de la historia de Estados Unidos”.
Trump también insistió en sus ataques a los medios que habían publicado un informe preliminar que ponía en duda su triunfalismo cuando dijo que los bombardeos “borraron total y completamente” las instalaciones nucleares y el programa nuclear iraní. No solo: volvió a exigir el despido de los reporteros que publicaron esa exclusiva.
La racha ganadora
La celebración de la sexta reunión del gabinete se produjo tras las dos semanas de racha ganadora del presidente estadounidense, que empezó con el ataque a tres instalaciones nucleares de Irán, la cumbre de la OTAN, la victoria concedida por el Tribunal Supremo, que amplió su poder presidencial, o la aprobación de la ley “grande y hermosa” que encierra su agenda doméstica (recortes de impuestos a los más ricos, menos subsidios a las rentas más bajas, más gasto en defensa y en el blindaje de la frontera…) y que salió adelante pese a la oposición de una parte de los republicanos del Congreso.
La cita arrancó con más de 45 minutos de retraso. A la izquierda de Trump estaba sentado Marco Rubio, secretario de Estado, que, como el vicepresidente, J. D. Vance, enfrente, permaneció callado hasta que el presidente le preguntó si tenía “algo que decir”. Vance reconoció el trabajo de sus compañeros de Gobierno y dijo que no confiaba en que la ley “grande y hermosa” pudiera ser aprobada antes del 4 de julio, día señalado en Estados Unidos en el que el republicano la firmó, como deseaba, en la Casa Blanca. Rubio celebró, por su parte, el “liderazgo” de Trump en la escena internacional.
Trump perdió los nervios cuando un reportero preguntó sobre la lista Epstein, después de que el domingo por la noche (hora de Washington) se diera a conocer un documento del FBI y el Departamento de Justicia que niega la existencia de documento en el que empresario pederasta apuntan los nombres de famosos implicados en su red de tráfico sexual de menores. También tiraba por tierra esa teoría de la conspiración según la que Jeffrey Epstein no se quitó la vida en la celda de Nueva York en la que esperaba su juicio.
“¿Por qué siguen hablando de él?”, respondió Trump. “Se ha dicho mucho sobre este tipo durante años”. Trump dijo que la atención debería centrarse en otros temas, por ejemplo, los “increíbles logros” de su Administración o la tragedia de Texas. “La gente sigue hablando de este tipo, este cretino”. Epstein fue amigo de Trump cuando este solo era un magnate inmobiliario en Nueva York.
La reunión terminó con un extraño episodio, en el que Trump, convertido súbitamente en una mezcla de crítico de arte y decorador de interiores, hizo un detallado repaso de los cuadros, los relojes, las lámparas y las molduras que adornan el salón destinado a las juntas del gabinete. Repasó los retratos de los presidentes John K. Polk, poco conocido, pese a que, dijo Trump, “consiguió California”, Dwight Eisenhower (“el más duro de mis antecesores”), Abraham Lincoln o John Quincy Adams. También aclaró que de algunos de ellos le gustan especialmente los “marcos”. “Soy una persona de marcos”, desveló el presidente de Estados Unidos.
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