Trump inicia en Arabia Saudí una gira por Oriente Próximo para lograr grandes acuerdos económicos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha aterrizado este martes en Riad, donde ha iniciado una gira por Oriente Próximo, que lo llevará también a Qatar y a Emiratos Árabes Unidos, con un objetivo que el mandatario no se ha molestado en tratar de embellecer: conseguir contratos millonarios para su país. “Iré si ponen un billón de dólares (unos 900.000 millones de euros) para empresas americanas”, dijo Trump hace semanas. Los saudíes respondieron comprometiendo inmediatamente 600.000 millones de dólares en contratos durante los próximos cuatro años. Esa cantidad ha abierto la veda de una competición regional para ver quién ofrece más dinero al antiguo magnate inmobiliario. En el caso de los Emiratos Árabes, 1.400 billones de dólares en contratos para Estados Unidos en 10 años, según The New York Times.
En medio de estas ofertas estratosféricas, se espera que la convulsa situación geopolítica que vive Oriente Próximo no sea la prioridad en la agenda de Trump, a pesar de que el pasado 5 de mayo el Gobierno de Benjamín Netanyahu anunció su intención de conquistar Gaza militarmente, lo que amenaza con inflamar aún más la región. Trump ha dejado fuera de este viaje-su primera visita oficial al extranjero, exceptuando el que hizo a Roma para el funeral del papa Francisco-a Israel y de esta gira no se esperan grandes progresos en crisis como la de la Franja palestina.
En Arabia Saudí abundan el petróleo y los príncipes ancianos con más dinero del que se puede gastar en una vida. Ese es el contexto en el que Mohamed bin Salmán se abrió paso hasta llegar a ser el heredero del reino de los Saud y el hombre fuerte del país. Este príncipe joven (39 años) sabe bien cómo agasajar a hombres maduros y ricos como Trump, al que este martes acudió a recibir al aeropuerto de Riad. El cortejo al presidente anunciado desde hace semanas a golpe de ofertas millonarias, se había desplegado ya antes de que el Air Force One tomara tierra. Una escuadrilla de cazas F-15 saudíes escoltó a la aeronave presidencial por los cielos del reino durante media hora. Cuando el predecesor de Trump, Joe Biden, visitó Arabia Saudí en 2022, Bin Salmán ni siquiera acudió a recibirlo.
A Trump lo esperaba luego, a pie del avión, una guardia de honor, y el heredero saudí, que lo acompañó al pabellón real, un edificio reservado para los visitantes más ilustres y donde recalan normalmente la legión de príncipes de la familia real saudí. Como hizo en su primera visita oficial a Arabia Saudí, en 2017, Bin Salmán acompañó luego a su huésped a un salón suntuoso donde unos sillones dorados, que recordaban a sendos tronos, aguardaban al presidente.
Junto al republicano, ha aterrizado en Riad una nutrida delegación de empresarios, que dan fe del foco económico de la visita. Entre ellos, el hombre a quien se considera como una especie de valido presidencial, Elon Musk, el consejero delegado de Tesla y asesor del presidente. También acompañan a Trump el considerado zar de las criptomonedas de la Casa Blanca, David Sacks, y los directores ejecutivos de IBM, BlackRock, Citigroup, Palantir y Qualcomm, una empresa de semiconductores.
Flanqueado por esta delegación, el mandatario participará este martes en el Foro de Inversión Arabia Saudí-EE UU, donde, según Reuters, ofrecerá a los saudíes un paquete de venta de armas por valor de más de 100.000 millones de dólares. Entre 2020 y 2024, el reino árabe fue el primer comprador individual de armas estadounidenses (12%), según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri). Trump ha llegado a la capital saudí acompañado también de su secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional, Marco Rubio, y del secretario de Defensa, Pete Hegseth.
El miércoles, el mandatario se desplazará a Qatar, antes de viajar a Emiratos Árabes Unidos el jueves. El presidente estadounidense ha dejado abierta la posibilidad de hacer una escala ese mismo día en Turquía, según Reuters, si es que se concreta la difícil posibilidad de que el presidente ruso, Vladímir Putin y su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, se vean cara a cara.
Petrodólares
La coreografía del halago que este martes está siguiendo Arabia Saudí con Trump recuerda mucho a la que desplegó en 2017, cuando un presidente estadounidense, entonces aún bisoño, rompió con la tradición de su país de que el primer viaje oficial de un mandatario recién elegido fuera a Canadá o al Reino Unido. El anzuelo fueron entonces 350.000 millones de dólares (316.000 millones de euros) en acuerdos prometidos por Riad, que luego se quedaron en mucho menos.
El Trump fascinado por los fastos, la adulación -enormes carteles con su imagen presidían la fachada del hotel Ritz-Carlton de Riad y otros edificios emblemáticos- y los oropeles instalados a su mayor gloria por Bin Salman, un príncipe a quien se considera astuto, firmó entonces con gran pompa −como relatan Bradley Hope y Justin Scheck en su obra Sangre y petróleo (Península, 2023)− un acuerdo para vender armas a los saudíes por 110.000 millones de dólares.
Trump obtuvo el titular que probablemente buscaba, pero el tiempo terminó por desmentir esa información. A finales de 2018, ese pacto armamentístico solo se había traducido en el desembolso por parte de los saudíes de una cantidad mucho menor: 14.500 millones de dólares. La cumbre conjunta que, en medio de esos fastos de 2017, congregó a decenas de líderes árabes y musulmanes terminó con un comunicado vacío, recordaba este lunes The Economist, que definía aquella visita como “más espectáculo que sustancia”. Ese riesgo amenaza también esta segunda visita de Trump a la región.
El presidente ha aludido incluso al objetivo de volver a su país con pactos comerciales y de inversión con los tres Estados árabes debajo del brazo por valor de un billón de dólares.
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