Ucrania, Rusia y las mentes sutiles

Emmanuel Carrère ha escrito sobre la tiranía de las mentes sutiles: “esa gente que piensa que está más informada y es más inteligente que el lector medio de periódicos”. Tienen visiones paradójicas, obsesionadas por lo políticamente correcto. Tienden al conspiracionismo, esa mezcla de escepticismo hacia la prensa convencional y los datos oficiales y de extrema credulidad hacia las explicaciones fantasiosas.
La extrema izquierda y la extrema derecha son variantes de esa visión. No es una sorpresa su postura en el conflicto entre Ucrania y Rusia. Una parte de la izquierda apoya a Putin, tras la máscara del pacifismo: “No a la guerra”, dicen, lo que quizá haga que Putin recapacite y retire sus tropas.
Es una paradoja de nuestro tiempo que combinen un antiamericanismo casi reflejo con la fascinación por sus modas académicas y productos culturales. Y también lo es que se definan como progresistas y muestren indulgencia o simpatía hacia un régimen que encarcela o asesina disidentes, que persigue la homosexualidad y el feminismo, que defiende unos valores “cristianos” y un nacionalismo agresivo y expansionista. En sus países se oponen, al menos retóricamente, a versiones más diluidas de esas ideas, pero parece que su desprecio a Occidente es más fuerte. Reivindican la soberanía nacional en unos sitios y la esfera de influencia rusa en otros.
George Orwell los describió: “La mayoría de los pacifistas pertenecen a oscuras sectas religiosas o tienen un espíritu humanitario que se opone a cobrarse una vida y no quiere ir más allá. Pero hay una minoría de pacifistas intelectuales, cuyo motivo real aunque no reconocido parece ser el odio a la democracia occidental y una admiración por el totalitarismo. La propaganda pacifista a menudo se resume en decir que un lado es tan malo como el otro, pero si miras con atención a lo que escriben los jóvenes intelectuales pacifistas, ves que en ningún sentido expresan una desaprobación imparcial sino que se dirigen casi por completo contra el Reino Unido y Estados Unidos”.
La postura de cierta izquierda, con un componente sentimental, no es una novedad. Rusia representa lo contrario al Occidente capitalista: son como la abuela de Goodbye, Lenin. Resulta más coherente que parte de la extrema derecha se sienta cerca de un tirano como Putin: al menos, parecen conocer mejor el régimen repugnante que defienden. @gascondaniel
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