Un espectáculo de esclavos ambienta la boda entre un aristócrata español y la hija de un político peruano

Perú es un país donde el racismo y la discriminación están en cada esquina, pero una boda de una pareja de la elite peruano-española ha superado lo conocido y predecible. Los vídeos de la ambientación de la fiesta con personajes de la época de la colonia que simulaban trabajos forzados han generado un rechazo masivo en los medios sociales hacia el matrimonio de Belén Barnechea, hija de un excandidato presidencial peruano de derecha, y el aristócrata español Martín Cabello de los Cobos realizado en la ciudad de Trujillo, a unos 550 kilómetros al norte de la capital.
La noticia generó las primeras críticas en la mañana del miércoles, cuando Trome, el tabloide popular más leído en el país andino, tituló en la web: “¡Boda de la nobleza! Hija de Alfredo Barnechea se casa con nieto de conde de España en Trujillo”. Pero con el paso de las horas, se hicieron virales fragmentos de vídeos. En el primero, la pareja y los invitados caminaban por una vía peatonal del centro de Trujillo como parte de un pasacalle con música y fuegos artificiales: mientras la novia se desplazaba con la ayuda de niños que sostenían la cola del vestido, jóvenes de largas trenzas y con prendas simples ―como si fueran cocineras indígenas del tiempo del virreinato― aparentaban manipular utensilios de barro y canastas. “¡Qué lindo!”, decía una de las asistentes a la fiesta.
En esa misma calle, otro grupo del pasacalle eran varones con el pecho descubierto y una especie de faldón y taparrabo, que caminaban amarrados entre sí, arriados por una especie de autoridad del Perú antiguo. En otro de los momentos de la boda, en una casona de arquitectura colonial ―de las varias que existen en Trujillo―, mientras la pareja de recién casados y los invitados disfrutan, en los balcones del patio central unos jóvenes disfrazados de esclavos amarrados a los barandales simulan otros trabajos forzados.
La herencia de los latifundios y los trabajos forzados sin pago, que se inició en Perú durante el tiempo de la colonia, continuó en las denominadas haciendas hasta finales de los años 60, cuando el gobierno militar de Juan Velasco estableció una reforma agraria con el lema “La tierra es de quien la trabaja”. Los elementos que ambientaron la boda del sábado tenían un eco en un tiempo de las personas sin derechos.
El padre de la novia, Alfredo Barnechea, fue candidato presidencial en 2016 como invitado por el partido de centroderecha Acción Popular y quedó cuarto en la lid: durante la campaña uno de sus apodos fue el virrey, debido a la soberbia y poca empatía en su desempeño, especialmente cuando se dirigía a personas pobres o de nivel socioeconómico medio-bajo. En una ocasión, durante una actividad de campaña, visitó una zona de venta callejera de chicharrones, donde es común que las cocineras inviten una prueba para convencer a los clientes. Frente a las cámaras, Barnechea devolvió el pedazo de cerdo que le acercaron. Desde entonces, cayó más en los sondeos.
En los años 80, pasó de conducir un programa de televisión a ser candidato a la alcaldía de Lima por el Partido Aprista y era amigo de Alan García, quien fue presidente peruano entre 1985 y 2000. Según la revista española Hola, la recién casada estudió comunicación y publicidad pero en 2020 abrió un negocio en internet de tartas y pasteles caseros en Madrid.
Un grupo de activistas de igualdad de género y antidiscriminación, Paro Colectiva, emitió un comunicado en rechazo a la ambientación que usó la fiesta. “El genocidio, la esclavitud y la anulación de nuestras culturas no pueden ser usados de manera tan indolente y sobre todo racista, pretendiendo encubrirlas bajo expresiones culturales. El yugo colonial ha terminado hace mucho tiempo, pero el fascismo, el racismo, el clasismo y todas las formas de opresión siguen latentes hasta en los actos más simples y cotidianos”, plantearon en Twitter.
Pese a que el Ministerio de Cultura y la Defensoría del Pueblo suelen posicionarse públicamente contra actos discriminatorios y de racismo, en esta ocasión no han emitido ninguna opinión explícita. El miércoles, la oficina del ministerio de Cultura llamada Alerta Racismo tuiteó: “Por un país donde existan más motivos para unirnos que para separarnos, por un Perú intercultural, sin discriminación étnico-racial”.
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